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Un nuevo modelo para la banca europea

  • La banca ha ganado tanto en solvencia como en capital de manera rápida
  • Mientras que lo 'nuevo' no termine de nacer, habrá un sector castigado

Desde hace varios días, los diferentes bancos de todo el mundo están rindiendo cuentas tanto a los accionistas como a los inversores. La inauguración de la temporada de resultados ha sido positiva en la banca americana con beneficios por encima o en línea con lo esperado por el consenso de mercado.

Sin embargo, esta temporada de resultados 2015 está revelando los problemas de los bancos europeos que hasta ahora habían sido obviados por el mercado. Una de las principales fuentes de preocupación es Deutsche Bank, el cual lanzó hace unos días un profit warning de 6.700 millones de dólares en pérdidas.

Estos malos números de la entidad alemana más importante del mundo, en cambio, no han sorprendido ni a los inversores ni tampoco a los analistas, habida cuenta de que Deutsche todavía tiene que sanear partes importantes de su balance y enfrentarse a los nuevos requisitos de capital impuestos a la banca europea. El enorme agujero de esta entidad se está consiguiendo dosificar en el tiempo. Al mismo tiempo, Deutsche está desinvirtiendo en aquellos negocios que más capital "queman" como es la banca de inversión, la operativa física de materias primas o las filiales de banca comercial en países del sur de Europa. Aunque posee una ratio de capital en línea con el mercado (CET1 del 11,1%), los inversores ya descuentan una importante probabilidad de default medida a través de los seguros CDS contra impago, situándolo sólo a 100 puntos básicos del máximo que marcó en diciembre de 2011.

Además de Deutsche Bank o Barclays, los bancos españoles e italianos son centro de la preocupación en el sector. Aunque hoy por hoy la mayoría de ellos cumplen con las ratios de capital exigidas (la ratio CET1 está en el 12,2%, seis décimas por debajo de la media europea), existen dudas más que razonables en torno a si serán capaces de seguir cumpliendo en el futuro.

La banca española ha ganado tanto en solvencia como en capital de una forma más rápida que en el resto de los sistemas bancarios europeos. Este fortalecimiento se ha producido, en parte, porque partía de unos niveles de capital muy bajos y, por otra parte, porque las medidas tomadas de reforma del sistema financiero han tenido efecto, especialmente la recapitalización de las antiguas Cajas de Ahorros.

Igualmente cabe evaluarse esta situación desde el lado de la calidad de los activos del balance. Especialmente, la morosidad total del sistema bancario español se ha reducido en los últimos años desde el máximo histórico marcado en enero de 2014 en el 13,78% hasta el 10,35%. La mejora de la actividad económica hace que la calidad del crédito concedido aumente y, por tanto, la probabilidad de que un crédito dudoso se repague aumenta de una forma importante. De ahí que las provisiones también se reduzcan, pero a una velocidad mayor a la que cae la morosidad.

A pesar de esta mejoría notable, el coste de generar una unidad adicional de capital es creciente para el sistema financiero, ya que cada vez son menos las fuentes de obtención de rentabilidad. Hasta el momento, los bancos periféricos han generado ROE (retorno sobre recursos propios) por la parte baja de la cuenta de resultados, es decir, recortando costes y bajando provisiones.

Sin embargo, en términos de negocio bancario tradicional, la banca española sigue sin encontrar un modelo de futuro ya que en un entorno de tipos cero, la concesión de crédito crece a un ritmo lento y la única forma de ampliar el margen de intereses es hundiendo el coste de los depósitos. Santander y BBVA mejoran el margen de intereses + comisiones gracias a que la mayor parte de su negocio está fuera de España y con un perjuicio grave por la situación de mercados como Brasil, Turquía y el resto de los emergentes, sumidos en una profunda crisis derivada de la caída de los precios de las materias primas.

A ello se añade la presión por parte de los reguladores de generar capital. Esto lleva a que la concesión de crédito sea muy medida y acotada a casos en los cuales se conoce muy bien al prestatario. Por ello, el negocio tradicional está seriamente perjudicado, buscando un negocio más seguro pero necesariamente menos rentable. Con esta situación, es necesario plantear un nuevo modelo de negocio bancario, acompañado de una nueva ola de saneamiento en los balances de toda la banca europea.

La fidelización del cliente y la digitalización de los servicios prestados son prioridad para poder generar margen típico y consolidarlo en el tiempo. Un producto bancario más sofisticado con el que el cliente se sienta cómodo y vea un valor por el que hay que pagar. Mientras que lo "nuevo" no termine de nacer, seguiremos viendo un sector muy castigado en Bolsa (y muy barato, cotizando con un descuento medio del 40% sobre valor en libros) pero con las condiciones monetarias más laxas (incluso con el Euribor a 12 meses en negativo) que jamás han existido.

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