
Las tres claves económicas en 2016 serán la inercia que los esfuerzos, cambios y medidas adoptados por las personas, en la dirección correcta, tendrán sobre los resultados principales de crecimiento y empleo; la incertidumbre que es mucha, tanto en términos externos como internos, y la sensatez que, ante el panorama y circunstancias que se prevén, es muy necesaria pero, sin embargo, resulta más un deseo (de nuevo en la dirección o sentido correctos, no en la que cada uno considere oportuno) que una evidencia.
El paréntesis es porque lo que en un momento dado es sensato para unos, sean muchos o pocos, no necesariamente lo es para otros. Por lo que la prueba de que la dirección es correcta no es una regla de mayoría, como muchos creen erróneamente, pues puede conducirnos a decisiones totalitarias y despóticas, sino observar qué efectos ejercen las propuestas, medidas o cambios políticos sobre la libertad individual (la libertad sólo la ostentan y ejercen los individuos; los colectivos la aplican o facilitan, a través de los primeros, o no) y sobre el Estado de Derecho.
Retornando a las claves económicas, ya he señalado la importancia de la inercia, pero cada vez se acrecientan más los factores de incertidumbre que afectan las perspectivas económicas en general. Tanto los mercados monetarios, financieros y bursátiles como los de materias primas y bienes básicos (commodities) van a vivir momentos complicados y convulsos, según el panorama que se va configurando en los pocos días que llevamos de 2016. Las incertidumbres se multiplican por doquier en los mercados financieros y de valores respecto al año 2015, que tuvo de todo.
La ingente cantidad de liquidez que durante años han inyectado los bancos centrales de todo el mundo apenas quedará mermada por cambios en algunas de las políticas monetarias practicadas. Me refiero a la Fed, pues en Asia o Europa, parece que de momento (ya veremos qué acontece tras el verano) seguirá la inyección. Pueden empezar a aparecer las primeras asimetrías entre rentabilidades y monedas, tal vez problemas de tipos de cambios que algunos se vean tentados a compensar o "combatir", lo que afectará a los activos de todo tipo (renta fija y variable, deuda pública o soberana, mercados bursátiles, primarios, inmobiliarios, etc.), sus precios y rentabilidades, la financiación de las empresas... Nadie habrá creído de verdad que esa ingente cantidad de liquidez que pulula por los mercados y sistemas financieros de todo el mundo vaya a quedarse quieta o justo donde las autoridades pretendan y en la proporción que deseen. No se diga luego que los economistas no previmos ni avisamos: algunos no, pues pidieron más medidas de gasto y endeudamiento, pero otros...
En las materias primas y bienes básicos, parece que se consolida un descenso de su demanda por la caída del crecimiento y los ajustes, propios de una burbuja que ha estallado, en la economía china, una de las que, hasta el momento, más presionaba sobre la demanda de esos mercados, incluso con contratos directos de suministro con los principales proveedores en Latinoamérica y África (así como en algunos países asiáticos, sobre alimentos). No parece que la demanda en estos mercados vaya a compensarse con el crecimiento de Estados Unidos, que tiene sobradamente previstos sus abastecimientos, ni tampoco de los mercados asiáticos, con un Japón todavía en situación muy comprometida, o de la UE, que muestra un crecimiento muy débil e inseguro debido a sus escasas reformas y al mantenimiento, pese al predicamento de un "austericidio" inexistente, de viejas políticas de gasto, déficit y endeudamiento prolongados al máximo y pretendidamente financiadas o compensados sus efectos nocivos con políticas monetarias expansivas, más dañinas a la larga.
Comentario aparte merece el petróleo, pues junto al ligero impacto de caída en su demanda existe una política decidida de excesos de producción u oferta para forzar a la baja los precios, por parte de un cártel de la OPEP cada vez con menor capacidad de influencia. Detrás está el intento de quebrar la rentabilidad del fracking, desde 2014, así como las luchas internas y políticas entre sociedades o países islamistas que intentan reducir los ingresos del enemigo. Se incluye el levantamiento de sanciones a Irán que, para compensar pérdidas y obtener financiación para sus objetivos de todo tipo, entrará a tope en la producción de crudo.
Añádanse a la situación descrita los problemas y consecuencias nacionalistas que está teniendo la entrada masiva de refugiados en Europa; la consulta de permanencia de Reino Unido; el posible retorno de los PIGS; el terrorismo islamista; el choque entre chiíes y suníes o los problemas del Norte de África; el conflicto palestino-israelí; Rusia, Ucrania y Crimea; Corea del Norte; Venezuela; tal vez, Brasil... Lo dicho: complejo.