Firmas

En Grecia los mercados prefieren un parche a una solución definitiva

"Éste es el final, amigo mío" es el título de una canción de The Doors, que se hizo famosa por estar en la banda sonora de la película Apocalipsis Now. El tono surrealista de la película encaja perfectamente con el espectáculo de la negociación entre Grecia y la eurozona. La letra también empieza a encajar.

Si creemos en la línea roja marcada por Angela Merkel, el The End aparecería en pantalla el próximo domingo. Considerando que en otras ocasiones la ha puesto para luego dibujarla un poco más atrás, no podemos descartar que vuelva a ocurrir. Pero hay una fecha que ni los intrépidos negociadores griegos pueden arriesgarse a sobrepasar: el 20 de julio.

20 de julio fecha tope con el BCE

Ese día el crédito que vence no es con el FMI. Es con el BCE. Lo del FMI era un riesgo calculado. El mayor "accionista" del FMI es EEUU, que es quien más teme un "Estado fallido" en Europa y en la OTAN. Además, EEUU no paga la factura griega. Tsipras sabía lo que hacía cuando decidió no pagar, ¿pero al BCE?

El banco central de la eurozona se encuentra en una situación insostenible. Una entidad cuyo único mandato constitucional es mantener el IPC "cerca del 2%" está haciendo de enfermero, médico, bombero y banco central de Grecia. Puestos, es mucho más fácil justificar el QE, cuyo objetivo es que Europa vuelva a niveles de inflación acordes con su mandato, que hacer de riñón artificial de Grecia. Con los riesgos que ello conlleva.

Más pronto que tarde Draghi exigirá garantías a la eurozona por mantener la respiración asistida, especialmente si Grecia deja de pagarle los 3.500 millones de euros que vencen el próximo día 20.

Además, el país no puede estar con los bancos cerrados mucho más tiempo. Y menos cuando acumular euros en Grecia es el mejor negocio del mundo. Los euros que se acumulen ahora valdrán muchos dracmas si el país tuviera que verse abocado a salir del euro. La tentación de vaciar las arcas bancarias para especular con sus euros acabará encontrando vías de salida diferentes a las de los cajeros.

Sonreímos cuando una empresa de calificación crediticia dice que las probabilidades de salida o de alcanzar un acuerdo están al 50%. Uno se pregunta cuántos analistas hacen falta para llegar a esa conclusión. Pero a lo mejor ha sido una forma sutil de decir que, dado el nivel de surrealismo alcanzado, no tienen la menor idea de cómo puede acabar la cosa.

Los mercados prefieren un parche

Si hay un acuerdo ya sabemos lo que va a pasar. Los mercados prefieren un parche a una solución definitiva, porque temen que esta última puede ser traumática por su efecto contagio. Si hay parche habrá subida. En caso contrario, las bolsas caerán. Ahora bien ¿por cuánto tiempo?

Yo creo que no mucho. Si al final Grecia se ve obligada a divorciarse del euro será con una buena pensión compensatoria. El mayor problema que ha habido en esta negociación no ha sido tanto de dinero. Ni de contagio financiero. Grecia está hace tiempo muy lejos -económicamente- de sus socios europeos de la periferia. El problema está en el precedente. Con Europa plagada de partidos populistas no se pueden perdonar deudas a quién se pone farruco, porque algún día otro gobierno hará lo mismo y a ver cómo le dices que no. Además, no se puede crear el precedente de que, a más antieuropeo y menos cumplidor, más te ayuda Europa.

Por el contrario, la "salida a cambio de ayuda" manda el mensaje de que el precio de quitarse deudas por las malas es abandonar la moneda única. Hagan un referéndum en España, Italia o Portugal y verán cuál es la respuesta. Y luego habrá todo tipo de ayudas humanitarias. Pensión compensatoria y solidaridad ayudarán a limitar el daño político, porque tendrán como condición no ponerse en manos de Putin ni hacer demasiado jaleo.

Quitándose de encima una parte de la deuda y ampliando la amortización del resto, renegociando tipos de interés a la baja y con un plan Marshall de ayuda financiera, Grecia puede sobrevivir. Y obviamente podría seguir en la UE. No dice en ningún sitio que para ser de la Unión haya que estar en el euro, sino que es un objetivo -económico, que no político- para todos los miembros.

Controlado el daño político y una vez que Grecia no dé para más titulares, los inversores mirarán hacia la economía y verán que el petróleo, el coste del crédito y el euro están muy baratos. Se fijarán en que el BCE sigue inyectando 60.000 millones de euros al mes en el sistema, o en que los depósitos dan "cero coma" de rentabilidad, mientras que la de los dividendos se mueve en el entorno del 3,5%. Y entonces, a lo mejor alguno va y compra.

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