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Grecia ya no está en el euro, pero quizá vuelva

  • Puede permanecer, pero sin acceso a los instrumentos del Eurosistema

Una cosa es solo usar una moneda y otra pertenecer a un sistema monetario. En el primer caso, en el país circula esa moneda, pero los bancos no tienen acceso a las facilidades de política monetaria y no pueden financiarse en el banco emisor. En el segundo caso, se forma parte de la política monetaria y los bancos pueden utilizar sus instrumentos, es decir, pueden usar como financiador de último recurso al banco central.

En el mundo hay varios países que utilizan monedas emitidas por otros sin acceso a las facilidades del banco central. Por ejemplo, Ecuador utiliza el dólar estadounidense, pero los bancos ecuatorianos no pueden acudir a financiarse a la FED y solo pueden obtener préstamos del Banco Central de Ecuador (curiosamente llamado BCE), en tanto en cuanto éste disponga de las reservas en dólares correspondientes. Ecuador usa el dólar, pero no pertenece al dólar.

En Europa, Andorra, Mónaco, la República de San Marino y el Vaticano usan el euro, pero no pertenecen al Eurosistema. Grecia, aunque legal y formalmente pertenece al Eurosistema, de facto tiene una situación muy parecida a todos estos pequeños países. Sin acceso a la financiación del BCE, carecen de mecanismos para obtener financiación de último recurso contra el balance del banco central. Además, ni siquiera los activos emitidos por Grecia son elegibles para garantizar operaciones de política monetaria y sólo pueden colocarse de forma privada, como en todos los países que hemos citado.

Cuando se habla de que Grecia sale del euro, lo que en realidad se quiere decir es que dejen de utilizar el euro como moneda en su economía. Algo así como si en Andorra se decidieran a emitir pesetas andorranas y dejaran de usar el euro. La diferencia es que en Grecia arrastrarán una deuda denominada en euros que deberá pagar en euros, independientemente de si usan o no el dracma para liquidar sus transacciones interiores, puesto que esta divisa sería difícilmente convertible. Que pudieran mantener las dos monedas circulando es dudosamente legal y les podría expulsar del Eurosistema de derecho, no de hecho como ahora.

Desde esta perspectiva, Grecia puede decidir quedarse en el euro a la ecuatoriana o volver a pertenecer al euro, pero para ello debe recuperar la solvencia de su país y de sus bancos. El país, para que los activos allí emitidos, tanto públicos como privados, puedan utilizarse como garantía o comprarse por el BCE, y los bancos, para que no contagien su insolvencia al resto de la banca y al mismo BCE y puedan actuar como transmisores de la política monetaria.

Órdago a la grande con Perete

Pero ni Tsipras ni ninguno de sus ministros parecen tener el suficiente sentido común o formación como para comprender cómo funciona un sistema monetario y actúan como un niño malcriado que intenta chantajear a sus padres diciendo que si no le compran el juguete no respira. Si un padre puede fácilmente caer en el chantaje, las relaciones entre Estados no suelen ser paternofiliales, como bien ha puesto de manifiesto Juncker con su famosa frase sobre el suicidio.

El PIB de la Eurozona son más de 10 billones de euros y Grecia representa el 1,83%. El total de la deuda pública griega es de unos 320.000 millones de euros, es decir, un 3,2%. En el hipotético caso de que tuviera que ser absorbida y teniendo en cuenta que, en todo caso, Grecia pagaría parte y que el impago podría distribuirse, pongamos, en diez años como poco, estamos hablando de un impacto presupuestario anual de entre un 0,1% y un 0,15% anual. Nada para despeinarse.

Tsipras no sabe jugar al mus porque, con las cartas encima de la mesa, no se puede echar un órdago a la grande si lo que llevas es un Perete. De hecho, nadie teme que Grecia participe en el euro a la ecuatoriana, que lo haga a la andorrana o que haga circular el dracma. Es su problema. El Eurogrupo le está tendiendo la mano para que se serene y le echa las cuentas que hay, no las que calcula Varufakis, cuyo principal mérito como ministro de Finanzas es la cola del cajero.

Poco dura la alegría en casa del pobre, y ahora que están viendo los primeros efectos de abandonar las negociaciones y todos aquellos a los que se van a tener que enfrentar quizás echen de menos los buenos tiempos en que con el dinero de otros pagaban sus deudas. Y en esa esperanza cabe pensar que quizás Grecia pueda volver a pertenecer al euro y no sólo usarlo.

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