Firmas

El hartazgo que Atenas provoca

El devenir de las negociaciones de Grecia con sus acreedores, lejos de ser un clásico griego intemporal, se ha convertido en una telenovela iberoamericana, pesada, larga y cansina. Desde que Syriza llegó al poder, la actuación del Gobierno griego está siendo una cadena de despropósitos y un desafío constante a sus acreedores, aunque lo peor de todo son los resultados que para el pueblo griego está teniendo la gestión de la grave crisis, la cual parece instalada ya definitivamente. Syriza y su gestión está agravando aún más la pésima situación griega.

Comencemos con los despropósitos en las negociaciones. Los últimos episodios y decisiones llevadas a cabo por el Ejecutivo de Alexis Tsipras ahondan en el enfrentamiento y la actuación unilateral del Gobierno heleno. El último ejemplo de ello se ha producido esta misma semana, cuando el Parlamento griego aprobaba la readmisión de 13.000 funcionarios, a los cuales alguien debería contar cómo les van a pagar en el medio plazo, aunque quizás su Ejecutivo ya esté pensando que será en dracmas. Esta medida unilateral va en contra de las líneas marcadas por los acreedores a cuyo cumplimiento se comprometió el país. Syriza y sus socios van ahondando cada vez más en el temido choque de trenes que podría acabar en un default o impago y la salida de Grecia del área euro. El primer ministro griego juega a tensar la cuerda pero habría que recordarle que sus gobernados no quieren la salida de Grecia del área euro, donde encuestas muy recientes muestran cómo casi dos tercera partes descarta esta posibilidad, además de que ya todo el mundo está cada vez más cansado de esta situación, a la que hay que dar una respuesta definitiva.

Pero no sólo ha sido una pésima negociación, en sentido contrario al deseo de sus ciudadanos; además, el actual Gobierno griego debería interiorizar que, en estos algo más de 100 días, su gestión está arruinando alguno de los logros conseguidos. Así las previsiones económicas ofrecen un panorama de estancamiento de su producción, cuando hace muy poco las estimaciones eran de un crecimiento superior al 2,5 en términos de PIB. Pero esperemos que no registren recesión, algo que cada vez puede ser más posible. La actual atonía económica está provocando que las cifras de desempleo no muestren ninguna mejoría, permaneciendo en el nivel del 25 por ciento.

Las finanzas helenas se hunden en todos los aspectos. Cada vez tienen menos dinero; las huchas con las que cuenta se van agotando y también la posibilidad de tener que pensar ya seriamente en la insolvencia del país. Además de todo esto, los bancos griego estarían quebrados si no fuese por la ayuda del BCE, pues el que tenía dinero en el banco lo está retirando. Incluso los ciudadanos griegos que aún confiaban en su país se lo llevan a dormir al colchón. La prima de riesgo vuelve a niveles altísimos, insostenibles, donde además al país cada vez le es más difícil financiarse. El déficit público se vuelve nuevamente a complicar. En definitiva, y como nos muestran las variables económicas, la situación en estos momentos es mucho peor que cuando Syiriza llegó al poder, algo que el ciudadano griego debería tener muy presente y recapacitar acerca de la gestión que se está haciendo. Eso sí, ya se encargarán, al enjuiciar su nefasta gestión, de acusar y cargar las culpas al FMI, la Unión Europea, al BCE y a todos a los que les debe dinero. Seguro que su discurso es el de acusar a estos organismos de ser los causantes de la situación; en ningún momento querrán reconocer los errores en que desde que tomaron el poder vienen incurriendo.

Desde el primer momento habría que decirles, por enésima vez, que lo que se les está pidiendo es algo que Grecia necesita encarecidamente y que no es otra cosa que el modelo de economía que debe instaurarse en el país, que garantice la estabilidad económica. Grecia ha vivido de pedir dinero prestado al resto de los países sin generar un modelo económico estable y que aporte viabilidad a la sociedad de aquel país. Cuando se revisan los déficit públicos de los últimos quince años, la ratio de déficit sobre PIB alcanza la mayor parte de los años el doble dígito. Estos ratios son semejantes si nos fijamos en el déficit comercial, donde las cifras también son escandalosas. Ese doble déficit, público y de comercio exterior es el causante de la situación griega, amén de ser un país defraudador y evasor de capitales. No son los acreedores los que han desencadenado el drama griego; son los acreedores los que han venido financiando a los despreocupados griegos que vivían a todo tren con el dinero de los demás. Grecia lleva engañando a todos desde tiempo inmemorial; basta con señalar que si están en la unión europea es porque alteraron sus cuentas para poder entrar.

El tiempo pasa y nos aproximamos a toda velocidad a los meses de verano donde Grecia tiene que hacer frente a unos vencimientos de más de 7.000 millones de euros. Si los países europeos, los dueños de los bonos que vencerán, no refinancian esta deuda, Grecia incumpliría sus obligaciones crediticias e inexorablemente el país se vera en la situación de salir del euro. Syriza habrá empeorado la situación y en contra de los deseos mayoritarios de sus ciudadanos, volverán al dracma. El tiempo corre a toda velocidad y el verano está muy cerca; la reunión de mayo se presenta como clave para abordar una solución.

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