
Grecia está a punto de abandonar el euro, una oleada de gobiernos populistas anti-euro subirán próximamente al poder, la moneda se desliza hacia la paridad con el dólar y, mientras, el paro sigue subiendo y la deflación arraiga.
Cualquiera que haya seguido los titulares de la eurozona estos últimos meses podría pensar que el continente se hunde en otra depresión. Pero hay una sorpresa: se avecina una remontada en la eurozona. Ya hay señales de mejoría porque se crea empleo en España, se oye el zumbido de las cajas registradoras en Alemania y los precios ya no caen tan deprisa. Europa ha recibido un poderoso estímulo gracias a la caída de su moneda y el esperado lanzamiento de la flexibilización cuantitativa por parte del BCE será un cohete de refuerzo. De aquí al verano, se creará algo muy parecido a una recuperación pura y dura.
¿Hacia dónde mirar?
Pero no es más que lo que se conoce como el rebote del gato muerto. Todos los problemas estructurales a largo plazo en Europa siguen siendo tan graves como siempre aunque un repunte no deja de serlo por mucho que el gato en cuestión esté vivo o muerto. Que no dure no significa que no haya beneficios a corto plazo para Europa. ¿Hacia dónde mirar, entonces? Las economías quemadas, como Italia y Portugal, son los mercados nacionales más prometedores, y las acciones cíclicas se beneficiarán al máximo de la recuperación venidera.
Aunque no acapare titulares como los dramas cotidianos de la crisis griega o el ascenso de los partidos de protesta anti-euro, las noticias diarias y más mundanas se han vuelto mucho más amables en las últimas semanas. El martes supimos que el desempleo en España cayó en 13.000 el mes pasado, es decir un 0,3%, porque las fábricas y constructoras han contratado más personal. Es la reducción mensual más grande desde 2001. Las ventas al por menor en Alemania alcanzaron su máximo en siete años, con el 2,9% intermensual de enero, el salto mensual más importante desde 2008.
El lunes, solo un día antes, descubrimos que el desempleo en toda la eurozona había bajado al 11,2% en enero, del 11,3% en diciembre (no es mucho pero, al menos, empieza a caer). La inflación se situó en -0,3%, frente al -0,6% de un año antes, por lo que los precios siguen cayendo aunque no tan deprisa y estas cifras sugieren que podrían recuperar la estabilidad pronto.
Los datos PMI son positivos en casi toda la región: Irlanda llegó a su máximo en 182 meses y Francia es el único gran país que sigue enfrentado al descenso de la confianza industrial. Hace una semana el BCE anunció que el crédito bancario, aunque sigue encogiéndose, no se contrae con la misma rapidez que antes.
¿Se ha solucionado la crisis?
¿Se ha solucionado la crisis del euro? No exactamente. En realidad, han ocurrido dos cosas. La primera es una caída importante de la moneda, maquinada en parte por el BCE. El tipo de cambio frente al dólar se ha hundido desde un máximo de 1,40 dólares hace un año a 1,12 ahora y eso es una caída mayúscula. Para los países grandes y exportadores, como Alemania, Francia e Italia, tiene mucha importancia. Pero el euro no solo ha bajado contra el dólar sino también contra la libra (lo que es significativo porque el Reino Unido es un mercado importante para la exportación de Europa) y todas las demás grandes monedas. De repente, los productos europeos son mucho más baratos en todo el mundo y, como es de esperar, se empiezan a llenar los libros de pedidos.
Después está la remontada cíclica. El resto de la economía global crece a un ritmo respetable este año y la eurozona por fin se pone al día. El mero hecho de que una economía esté en declive a largo plazo no implica que sea ajena totalmente al ciclo de negocios y, si no, fijémonos en Japón en los 25 últimos años: ha habido muchos altibajos incluso en una economía, que básicamente no iba a ninguna parte. Europa ha estado en depresión, con una producción todavía por debajo de sus niveles de 2008, pero está presenciando un repunte cíclico mientras el resto de la economía global se fortalece.
Esa remontada está a punto de verse impulsada todavía más por la flexibilización cuantitativa. Tras meses de especulación, el BCE empezará a imprimir dinero este mes. En total, el Banco Central comprará un billón de euros en bonos. La flexibilización cuantitativa ya no puede definirse como territorio virgen; se ha probado en EEUU, Japón y el Reino Unido, y aunque su impacto exacto se debatirá en las aulas magnas universitarias durante años, no hay duda de que cambia las cosas para los mercados de activos, reduce el tipo de cambio y traspasa hasta la economía real por esos dos canales. Es más marginal de lo que se cree, pero marca la diferencia. Sumado al impulso que ya se está acumulando, debería dar a la economía de la eurozona otro empujón útil.
Pero que nadie espere cambios dramáticos. De aquí al otoño, Europa podría estar creciendo un 1,5%, pero eso no quiere decir que la eurozona ya no tenga problemas. Incluso si el paro empieza a bajar poco a poco, el empleo global en toda la eurozona sigue estando un 2,2% por debajo de sus niveles de 2008. La región tiene menos personas trabajando que hace siete años. La producción todavía no se ha recuperado de sus niveles precrisis y el índice paralizante del desempleo juvenil en países como España e Italia hacen que una generación entera se pierda las capacidades que se derivan de tener trabajo y podría no llegar a necesitarlas nunca.
Aun así, una recuperación es una recuperación. Los precios de los activos no levantan cabeza desde la crisis y son más baratos en la eurozona que en EEUU y el Reino Unido. ¿Dónde deben mirar los inversores? Portugal fue uno de los países que necesitó un rescate pero se las ha apañado para recuperar parte de su competitividad. Italia siempre ha sido la sede de muchas empresas internacionales, pero el índice de Milán se ha dejado arrastrar por una economía interna pésima.
Por lo demás, las acciones cíclicas por toda Europa serán las más beneficiadas de la recuperación. La eurozona podría volver a tener problemas en 2015 pero, por el momento, le queda mucho para ponerse al día con el resto del mundo y los inversores deben subir a bordo.