
A primeros de agosto, los titulares de casi toda la prensa recogían la propuesta del FMI a España de rebajar un 10% los sueldos en dos años, como fórmula para impulsar el empleo y la economía.
Sin pretender, ni mucho menos, defender al organismo internacional, que bien ganada se tiene su pésima reputación de intervencionismo en las economías (menos cotizaciones a la Seguridad Social complementadas con subidas del IVA, sobre todo de los tipos reducidos, era una de las tramposas "recomendaciones" que manejaba en su informe), lo cierto es que el FMI planteaba el asunto no como una medida a adoptar, ni siquiera como una propuesta en firme, sino que "a efectos ilustrativos" o como ejemplo había realizado una simulación en el modelo que maneja de la economía española introduciendo tales supuestos (la citada bajada nominal de sueldos, más una reducción de las cotizaciones de 1,7 puntos porcentuales y una subida de los tipos reducidos del IVA al general) y le salía un impulso del crecimiento, creación de empleo y reducción del déficit.
La verdad, es que los resultados de tal ejercicio tampoco eran como para echar cohetes: el PIB subiría 5 puntos en cinco años, poco más que sus propias previsiones que dan una tasa de crecimiento promedio del 0,6% entre 2014 y 2018 (situándose algo por encima del 1% en 2017), y una mejora del empleo de 7 puntos porcentuales en esos cinco años. La mejora en ambos casos no sería despreciable, pero me temo que, analizado en conjunto, se trate de un esfuerzo realmente importante, máxime si lo consideramos en términos marginales sobre los ya realizados por los ciudadanos, para un resultado relativamente pobre y, sobre todo, tan incierto.
La economía es más compleja que ésto
Permítanme tres comentarios sobre este problema así planteado. La economía no es algo tan sencillo como suele aparentarse, ni siquiera tan sencillamente complejo como parecen dar a entender esos modelos y muchos de los analistas que los manejan. Ojo, que no sólo soy defensor de las construcciones analítico-matemáticas de la economía (o de una parte de ella), que además han experimentado altos grados y niveles de mejora y fiabilidad y enormes transformaciones metodológicas, desde los años setenta del pasado siglo, que las han convertido en más útiles.
También, y en mi condición de lego o aprendiz, soy usuario o demandante de estadísticas y modelos econométricos. Pero, si algo hemos aprendido de esta crisis o así al menos lo han aceptado varios economistas acreditados, como Alan Blinder, Benjamin Friedman, Raghuram Rajan, Robert Shiller o Bradford DeLong, es que no podemos limitar, ni siquiera centrar, nuestra comprensión de la economía únicamente en modelos abstractos o matemáticos, ya que la economía es algo mucho más complejo. Incluso más de lo que ellos mismos transmitían en sus artículos.
Como dijo Alfred Marshall, "La Economía Política o Economía es el estudio de las actividades del hombre en los actos corrientes de la vida", y eso incluye infinitos planes, deseos, fines, gustos, decisiones o tratos por parte de todos los individuos que poblamos el mundo, y en cada instante.
Así, aunque los economistas construimos y utilizamos modelos de toda índole, cuya expansión ha sido especialmente abundante y veloz en los últimos 50 ó 60 años, sabemos o deberíamos saber (aunque por desgracia no siempre lo tenemos en cuenta) que dichos modelos son simplificaciones analíticas o representaciones simplificadas de la realidad; que la realidad es mucho más compleja y que, por tanto, no podemos -al menos sin riesgos- trasladar directamente conclusiones extraídas a partir de un modelo cualquiera al funcionamiento exacto de la realidad, como tampoco podemos actuar sobre la realidad -al menos no sin consecuencias imprevistas- a partir de las conclusiones extraídas de un modelo.
La extendida omisión o rechazo de tal consideración ha facilitado mucho, y de forma muy interesada, la manipulación de la economía por todo tipo de autoridades, desde gobernantes, políticos y asociados, hasta organismos internacionales de dudosa notoriedad o autoridad. La aparente facilidad de "resolver" o "arreglar" cosas que otorga un modelo, como si la economía fuese algo mecánico, algo vivo, algo que se ve y que, por tanto, puede manipularse o aislarse, ha producido auténticos monstruos que coartan nuestra libertad y con los que convivimos como si de algo natural se tratase. Ni el modelo es el fondo, ni el Fondo es el modelo.
Mis otras dos reflexiones del análisis de la economía española a que se refiere el Informe del FMI tienen que ver con la controversia suscitada sobre la reducción de los salarios y con el problema de las reformas (laboral, cuentas públicas, financiera...). Pero esas las iré desgranando en el futuro ya que, como siempre ocurre, pese a sus enormes meteduras de pata y errores, el FMI realiza reflexiones que merecen considerarse.
Fernando Méndez Ibisate, de la Universidad Complutense de Madrid.