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¿Héroes o villanos? Los titanes de Internet y los nuevos monopolios digitales

  • Apple, Google, Amazon y Facebook ya 'valen' más de 5,78 billones de dólares

El pasado 29 de julio, los primeros ejecutivos de Amazon, Apple, Facebook y Google -colectivamente conocidas como "GAFA"-, quedando en esta ocasión al margen Microsoft, y que se han venido a llamar "titanes" por su preeminencia indiscutida en sus respectivos negocios y por su capitalización bursátil (a finales de agosto, próxima a 5,78 billones de dólares, equivalente a la cuarta parte de la capitalización del índice S&P 500) comparecieron ante la Comisión de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes, presidida por el congresista por Nueva York del partido demócrata, Jerrold Nadler a fin de que la subcomisión de competencia pudiese obtener su testimonio en lo que concierne a la existencia e implicaciones de una eventual posición dominante de las diferentes plataformas en sus ámbitos de actuación, es decir, comercio electrónico de bienes de consumo para Amazon; aplicaciones móviles para el sistema operativo iOS y dispositivos de marca propia para Apple; publicidad dirigida en redes sociales para Facebook y buscador y aplicaciones propias diversas y sus versiones móviles para el sistema operativo Android.

El interés de los legisladores estadounidenses es todavía determinar si, conforme a las leyes, estas Compañías han alcanzado una participación tan relevante en tales mercados emergentes, -en cuya génesis y desarrollo vienen incuestionablemente teniendo una participación determinante-, respecto de la cual se pueda apreciar un abuso, o sea una ventaja injusta que impida la competencia efectiva, actual o potencial. En definitiva, se trata de dilucidar si, por medios hasta ahora legítimos, estas compañías se han erigido en auténticos monopolios digitales, requiriendo en su caso una supervisión y eventual intervención, como ya sugiere la nueva unidad de mercados digitales de la Autoridad Británica de Competencia y Mercados (CMA). No obstante la presencia global de los titanes de Internet, concierne en primer lugar al país en el que radica su sede y su dirección efectiva, o sea, Estados Unidos, determinar las pautas para la consideración de las respectivas posiciones competitivas y en su caso los remedios para mitigar eventuales y posibles abusos.

Los líderes de las cuatro Empresas en su testimonio por separado y en remoto, han coincidido al manifestar tres aspectos de su actividad: la contribución a la prosperidad del conjunto de la población de los Estados Unidos (podría en realidad extenderse al conjunto de los países en los que están presentes) y de muchas otras Empresas por la aportación de valor que representan sus modelos de negocio; el carácter netamente estadounidense de cada una de las Empresas, donde más empleo han creado y siguen creando, donde más impuestos pagan y donde reside su propiedad intelectual y a cuya Constitución, que consagra los derechos fundamentales de los ciudadanos y específicamente el principio de igualdad de todos y de libertad de expresión, se adhieren de manera irrefutable y, en tercer lugar, el carácter abierto y accesible de su gestión y forma de proceder, en la convicción de que la confianza demanda la transparencia.

Toda vez que de un modo u otro los titanes de Internet están directamente presentes en la vida de centenares de millones de ciudadanos de los Estados Unidos, la disposición de los congresistas para dictaminar y en su caso proponer una agenda legislativa estarán igualmente condicionada por su propia experiencia como cliente o usuario de alguna o todas estas Empresas. Valga decir que salvo la senadora por Massachusetts del Partido Demócrata Elizabeth Warren, ningún legislador ha manifestado su intención de promover una supervisión continuada de la posición de mercado de los titanes de Internet e incluso de considerar la separación forzosa de negocios y otros posibles remedios frente a eventuales abusos de posición dominante, que se da por supuesta para las cuatro Empresas.

Como entidades con ánimo de lucro, es indudable que GAFA emplean todas sus artes y capacidades para mejorar continuamente sus resultados y enriquecer a sus accionistas, lo que en sí mismo no es censurable. Adicionalmente, lo hacen en un espacio abierto y no discriminatorio, Internet, que admite fórmulas de relación diversas y sometidas al consentimiento reglado y expreso de quienes participan. La combinación adecuada de talento y dinero, con los inevitables sobresaltos propios de cualquier trayectoria empresarial, ha permitido a los titanes de Internet alcanzar la posición de mercado que actualmente ostentan y la madurez y pujanza de sus negocios.

La curiosidad de los legisladores estadounidenses, no obstante enfocarse formalmente en el aseguramiento de la libre competencia, tiene al menos una segunda naturaleza política. Los líderes de los dos grandes partidos políticos, republicanos y demócratas, recelan de las intenciones últimas de directivos empresariales cuyas compañías se consideran demasiado poderosas, como quiera que eso deba interpretarse. En un análisis parcial, pues no incorpora los intereses de los usuarios y clientes de GAFA, que casi universalmente atribuyen mucho valor a sus experiencias de compra y disfrute de los productos y servicios de estas Empresas, los miembros de la Comisión de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes se han erigido en defensores de los intereses de los competidores de los gigantes de Internet, que presumiblemente no podrían rivalizar con ellos de manera independiente, exponiéndose al no necesariamente indeseado desenlace de ser comprados.

En realidad, el crecimiento por esa vía de GAFA ha sido una constante, sujeta al control y aprobación de las autoridades de competencia, tanto en Estados Unidos como en otras geografías relevantes, como la UE y esas adquisiciones han permitido mantener el ritmo de innovación en las empresas compradoras, para beneficio de sus clientes y usuarios, y obtener rentas habitualmente mayores a las esperadas por parte de los accionistas de las empresas vendidas, teniendo presente el bajísimo coste de capital de GAFA y la evitación de sucesivas rondas de financiación de las empresas vendidas, algunos de cuyos pares no han podido realizar por haberse agotado los recursos disponibles antes de captar la atención de los titanes de Internet.

Desde la óptica social, es incuestionable la relevancia de GAFA, -con más de 1,1 millones de empleados (más de 840 mil lo son de Amazon), de los cuales más del 60 por ciento en media se encuentran en Estados Unidos y allí al menos con una retribución por encima del salario medio-, dispone de argumentos para sustentar su contribución a la renta nacional, adicionalmente aumentada por las exportaciones de servicios e intangibles y el pago de impuestos, -desde Apple, próximo a 35.000 millones de dólares en impuesto de sociedades en 2019, lo que le hace el mayor contribuyente de Estados Unidos, a cantidades muy inferiores para el resto, con Facebook no habiendo pagado todavía un centavo de impuestos alegando la depreciación de su activo-, ciertamente susceptible de aumentar muy notablemente con la implantación de figuras tributarias adecuadas a los servicios digitales de la nueva economía de las plataformas en Internet.

Con motivo de la comparecencia ante los legisladores estadounidenses de los líderes de GAFA se dirime de forma confusa una cuestión de concurrencia y funcionamiento efectivo de ciertos mercados, los que atañen al elemento diferencial de cada una de las cuatro empresas, que podrían estar abusando de posiciones dominantes, teñida de equidad ante el patente desequilibrio de posiciones de GAFA y aquellos con los que hacen sus negocios (como canal de venta de productos de terceros, en el caso de Amazon; como repositorio de aplicaciones de terceros en los dispositivos de su marca, en el caso de Apple; como vehículo de publicidad dirigida en el caso de Facebook y como buscador de referencia en Internet en el caso de Google).

Hasta ahora la fiscalía de los Estados Unidos y los jueces en asuntos que concernían a concentraciones empresariales de portales de comercio electrónico han tomado una posición indolente, apoyada en el principio "primum non nocere", invocado por el prestigioso magistrado Richard Posner en un célebre artículo académico en 2000 en el que, en razón de la inmadurez de la nueva economía de Internet no consideraba necesaria la renovación de las normas de competencia y abogaba por un tratamiento favorable a las Empresas, de mínima fiscalización. Conviene tener presente que en aquel año Google apenas había cumplido dos años de existencia y todavía faltaban otros cuatro para la creación de Facebook. Veinte años después, otra autoridad en la materia, John M. Newman ha pedido la "inversión de la presunción implícita de que no es conveniente actuar en los mercados digitales para no inhibir la innovación" (que trae consigo mejoras de productividad y crecimiento real de la riqueza nacional), procediendo a re-examinar adquisiciones ya aprobadas (por ejemplo la de YouTube por Google o las de Instagram y WhatsApp por Facebook) y respaldando mecanismos seguros para la denuncia de posibles prácticas predatorias entre las plataformas digitales de una parte y sus clientes y proveedores de la otra, especialmente cuando por otro lado no se aprecia el beneficio de precios más bajos de los productos o servicios ofrecidos por las plataformas para sus clientes o usuarios, como evidencia de la existencia de un mercado competitivo.

Los resultados de GAFA del primer semestre de 2020, en un entorno terriblemente castigado por la pandemia, han destacado por el imponente crecimiento de los ingresos y de los beneficios, incuestionablemente alentando cualquier intención de promover cambios en la legislación de competencia en la línea de contener y recortar las posiciones de mercado de las cuatro Empresas, como señalaba la influyente columna "Lex" de Financial Times del 31 de Julio. Previsiblemente nada acontecerá hasta después de las elecciones presidenciales y de la renovación parcial de las Cámaras legislativas en Estados Unidos. Para entonces habrá más elementos de juicio para determinar la naturaleza de las prácticas competitivas de GAFA, que por otro lado al menos en lo que concierne al pujante mercado de los recursos de computación y almacenamiento de información en Internet, sostienen una pugna constante, alejada de la concertación oligopolistica que podría instigar la temida acción del Estado frente a este grupo heterogéneo de titanes.

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