
Uno de los múltiples elementos que el presidente del gobierno no podía controlar en su estrategia de forzar nuevas elecciones en noviembre ha cristalizado. La confirmación de que la plataforma electoral de Íñigo Errejón concurrirá a las generales abre un nuevo escenario al que aún le faltan un par de incógnitas para madurar definitivamente: si el propio protagonista encabeza la lista por Madrid, cosa que parece obvia, y en qué circunscripciones se presenta para restar votos a Podemos seguro o al PSOE eventualmente, cosa en absoluto descartable. Si lo hace en distritos electorales pequeños la escabechina de escaños para la izquierda será mayor; si elige territorios más poblados donde el reparto de escaños es mucho mayor, se notará menos su efecto en el futuro hemiciclo del Congreso. Pero lo que nadie niega ya es que, de todas las situaciones que Sánchez y su asesor Redondo no podían controlar una vez disuelto el Parlamento, ésta es una de ellas. Veremos si hay más y se confirma aquello de que "las elecciones las carga el diablo", sobre todo para quien juega alegremente con su celebración a beneficio personal.
El aparente agrado con que el PSOE y el mismo Pedro Sánchez han valorado la noticia, antes y después de confirmada, esconde la preocupación sobre el factor incontrolado que supone la irrupción de una nueva candidatura en el sector ideológico que ocupan los socialistas. Si hubo división del voto en la derecha en el mes de abril, lo habrá también en la izquierda. La clave es saber hasta qué punto resta escaños al bloque de izquierdas esta nueva plataforma aún sin nombre, si es que lo hace, y en qué comunidades.
El terremoto interno en Podemos por esta noticia parece otra de las consecuencias previsibles. Muchos dirigentes hasta ahora fieles a Pablo Iglesias pueden tener la tentación de concurrir en mejores posiciones con las listas de Errejón. La escisión del grupo de Pablo Iglesias, como ahora se demuestra, no era tan sólo para presentar batalla en Madrid como se hizo creer al votante. El único problema que había para el antaño lugarteniente del líder morado era de calendario, y ese obstáculo queda despejado ahora que surge una nueva oportunidad en las urnas. Una vez más asistimos a la huida de un representante elegido para una tarea por los votantes, que prefiere volver al punto de partida de su trayectoria política.
Los magros resultados obtenidos en las municipales y autonómicas por Más Madrid (cuarta opción en la Asamblea regional y pérdida de la alcaldía en el Ayuntamiento) no parecen augurar un sorpasso a nivel nacional de Errejón a Iglesias, pero sí que le restarán más opciones aún de las que le quedan tras rechazar el acuerdo de gobierno que le ofreció en julio, tapándose la nariz, el presidente en funciones. Ahora quien puede aspirar a ser vicepresidente con más posibilidades es Errejón, lo que podrá preservar las noches de insomnio de un Pedro Sánchez que, el día 11 de noviembre, comprobará si su estrategia de hacer fracasar una legislatura ha sido provechosa o no. Algunas encuestas vaticinan hoy un retroceso en la representación de los socialistas, a los que una parte de sus electores podrían castigar por no aprovechar la variopinta mayoría de la que han gozado durante cinco meses.