Evasión

Andrés Arconada recomienda 'The Last Showgirl': Pamela Anderson, el juguete roto se transforma en una actriz inmensa

A pesar de todo el cine que lleva uno a cuestas, sigue habiendo ciertas películas de las que a priori apenas esperas nada y te sorprenden. Es el caso de The Last Showgirl, un film con una estructura pequeña que se va haciendo grande en su narración, dejándote un poso de amargura y reflexión que te hace volver una y otra vez a sus imágenes. Ese pequeño milagro se debe en gran parte a la actuación inmensa de Pamela Anderson, una de las sex symbol más importantes de los 90 que subió a los altares por su interpretación, mejor dicho, por su presencia, en la serie Los vigilantes de la playa.

En esta ocasión, la actriz se convierte en eso, en una gran actriz. A modo de juguete roto, asiste a las últimas horas de un efímero éxito después de haber formado parte de una compañía de un espectáculo en Las Vegas al que dedicó todos sus años de esplendor. Al igual que el show que ya ha caducado, su vida es totalmente fallida: abandonó a su hija en favor de dicho espectáculo, sus experiencias sentimentales han sido un desastre y vive en un lugar modesto y con un empleo con el que apenas puede subsistir. Sólo le quedan las compañeras de trabajo, mujeres de distintas generaciones. Algunas de ellas todavía tienen sueños, aunque en su mayoría no viven con tanta angustia los últimos días del espectáculo. Su único sostén es una antigua compañera de sus mejores tiempos que se ha convertido en camarera del casino en el que trabaja nuestra protagonista. Su amiga, con su sarcasmo y un falso optimismo, le ayuda a continuar. A este personaje le da vida una excelsa Jamie Lee Curtis que últimamente se atreve con todo y que debería ser recompensada con todos los premios del año como mejor actriz de reparto.

La directora, la casi debutante Gia Coppola, rueda en Las Vegas, pero no en sus deslumbrantes casinos ni calles principales llenas de luces, sino que nos muestra una cara densa y oscura donde asoman las arrugas y el paso del tiempo. Cámara en mano y como si ésta fuese un personaje más, acompaña a la protagonista en esos últimos estertores de lo que fue su vida artística: el camerino, el interior de su casa e incluso los pasillos del teatro mezclándose con algún que otro exterior. Una película que no quiere mostrar el aparente glamour de una ciudad deslumbrante sino la historia que nos cuenta, oscura y trágica. Aquí no hay tiempo para exponer más que el dolor que conlleva la trama.

The Last Showgirl recuerda mucho a las películas que se hacían en la década de los 70 con una historia de personajes que parecen personas plenamente vividas y absolutamente reales. Por otra parte, no deja de ser una historia muy femenina, conmovedora y a ratos entrañable, que gira alrededor de las emociones que produce en los personajes y también en el espectador. Hay muchos motivos para verla, aunque ya sólo sea por la vuelta de Pamela Anderson de una forma triunfal. La actriz dota a su personaje de sensibilidad, alegría, ferocidad… vamos que no me puedo imaginar The Last Showgirl sin su presencia.

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