Evasión

Hablamos con Ramón Campos, productor de 'La viuda negra': por qué no ha querido hablar con Maje y cómo eligió a Ivana Baquero para el 'true crime' de Netflix

 

El 'crimen de Patraix' conmocionó a la opinión pública hace unos años. Netflix recrea aquel suceso en La viuda negra, una película que acaba de entrar en su catálogo directa al número 1 del ranking a nivel global. Ivana Baquero es Maje, condenada por el asesinato de su marido, con quien llevaba solo un año casada. Tristán Ulloa es Salva, el amante de Maje que asestó las puñaladas. Carmen Machi encarna a la investigadora que llevó el caso. Detrás de La viuda negra está Bambú (La Favorita, La Promesa, Manual para señoritas), la productora capitaneada por Ramón Campos que también llevó a Netflix El caso Asunta.

¿Hacer un true crime de un caso tan mediático como el 'crimen de Patraix' os facilita las cosas o las complica?

Te da más documentación, porque hay más información que se ha difundido. Y la gente llega de forma más fácil. Tienes que 'vender' menos el caso para que el público se acerque, porque la gente lo está esperando.

¿Lo más difícil era ordenar todo el material que teníais?

Nos dimos cuenta de que si seguíamos el camino que había hecho la policía, se ordenaba solo: las primeras sospechas, los audios, el error que cometen en una llamada y que permite descubrir quién es Salva... Los audios son el enlace que te llevan de un lugar a otro.

¿Cómo fue la elección de los actores? ¿Fueron vuestras primeras opciones?

Las primeras y las únicas. Tuvimos mucha suerte porque directamente pensamos en Carmen Machi y estaba libre. Ivana Baquero fue muy lista, porque nos mandó unas fotos vestida como sensual y sugerente para demostrar que tiene esa parte, porque Ivana tiene un punto inocente. Y Tristán... es que somos Tristanistas. Es un actor que ha crecido mucho, es un camaleón y no tiene miedo a enfrentarse a retos.

Maje también tenía ese punto de inocencia, ¿no?

Sí. Maje lo que hacía era provocar a los hombres un instinto de protección a la hembra, si se puede decir así. Se mostraba sumisa, un poco inocente... y eso provocaba un instinto de protección y caían rendidos. Eso habla mucho del machismo, a día de hoy, casi de una manera endémica. Ella supo jugar muy bien esas bazas.

Netflix tuvo algunos problemas con El cuerpo en llamas. ¿De qué manera os protegéis legalmente?

Lo primero que hacemos es documentarnos con el sumario de instrucción, para trabajar sobre él, y la sentencia. A partir de ahí, intentamos acceder a otra información policial. Nos piden que tengamos tres fuentes para cada cosa que contamos, para poder demostrar que eso que ponemos en pantalla es real. Tenemos dos despachos de abogados que nos asesoran, trabajamos con el departamento legal de Netflix, también tenemos dos jueces que nos ayudan desde el punto de vista judicial, por si estamos cometiendo algún error... Hay algo que hemos hecho en España que es un error, que es americanizar las ficciones. Pero nosotros nos hemos puesto como norma no hacerlo. Si nos basamos en un hecho real, tiene que ser real.

Habéis cambiado algunos nombres, entre ellos el de la víctima, y algunos personajes. ¿Cuántas licencias os permitís en un true crime?

No es una licencia. Se trata de no hacer más daño a ciertas personas, como los amantes de Maje. Era innecesario contar sus vidas, además de que no es legal, porque no están implicados y no son personas públicas.

¿Por qué decidisteis no recrear la escena del crimen?

Nos pusimos en contacto con la familia de la víctima, por si querían decir algo, y no quisieron hablar con nosotros, porque es gente que ha sufrido muchísimo. A partir de ahí, decidimos no hacer daño: no mostrar el cadáver ni enseñar la muerte. El asesinato está en la mirada de Salva.

¿Habéis hablado con Maje y Salva?

Con Maje y Salva no hemos hablado. Desde el principio tuvimos claro que no queríamos hablar con ellos ni entrevistarlos ni recabar su opinión, porque sabíamos que nos iban a dar una versión edulcorada o que iba a ser mentira. Maje mintió sobre su marido durante todo el proceso. La única persona cercana al caso que vio la película es Esther, la policía nacional que lo investigó [Carmen Machi en la serie], no para pedirle permiso, sino para preguntarle si había algo que cambiar. Nos dio su bendición.

¿De qué manera trabajasteis con Ivana Baquero para crear el personaje de Maje?

Hablamos mucho con Ivana y le recomendamos que no la juzgara. No queríamos que Maje fuera un Maquiavelo que tuviera esto planeado. A ella le van viniendo las cosas y va reaccionando. Va conociendo chicos, los une a su 'harén' y poco a poco va navegando. El gran reto era el de Tristán, porque su personaje tiene un punto entre la vergüenza ajena, el ridículo, lo infantil... al mismo tiempo es buena persona, te da pena e, incluso, llegas a empatizar, y eso es muy peligroso. Todo eso lo consigue Tristán Ulloa.

Ese personaje demuestra lo dramático de estas historias, que la persona más normal puede cometer un crimen...

Los monstruos somos todos. Es gente normal con la que te cruzas por la calle. No tienen cuernos. En este caso, además, son personas que se dedicaban a cuidar a la gente [eran enfermeros] y acaban asesinando.

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