
El 19, 20 y 21 de junio llega al Teatro de La Abadía de Madrid Salto o caída, obra escrita por Juanma Díez Diego, que además conforma el reparto con Mabel del Pozo y Lolo Diego. Con ambos actores lleva trabajando y sumando experiencias en teatros y producciones desde hace años. Hablamos con su autor y de lo que le ha supuesto escribir y llevar a las tablas esta obra. Una producción sensible y cuidada, que pone el foco en el suicidio y la salud mental. "A mi madre le diagnosticaron esquizofrenia y tuvo la terrible y cruda decisión de suicidarse. Entonces, esa herida, me ha llevado a escribir este texto y a buscar la transformación de esa herida en el amor y la esperanza", nos cuenta el intérprete y dramaturgo.
La obra representa la historia de un chico que entra en el portal donde 20 años atrás tuvo lugar el fatal desenlace. La idea parte de la experiencia personal del autor, aunque Díez Diego matiza: "Está basado en mí, en mi experiencia, pero no soy yo, el chico no soy del todo yo". Sobre el momento en el que decidió escribrir esta historia, nos dice: "Hay un momento en el que yo me aproximo a la edad que tenía ella, mi madre, cuando lo hizo. 43 años. Y ello me lleva a ahondar todavía más y a seguir mirando en aquello que ocurrió".

Aclara que la obra no nace con "el objetivo principal" de transformar su propia herida, aunque esta sí es "una consecuencia inevitable". Tampoco parte de la necesidad de ser reflejo para otras personas que pasen por lo mismo que pasó él, aunque "ineludiblemente va por ahí también": "Si un chico, que es como se llama el personaje de la obra, consigue transmutar esta herida por llamarlo de algún modo, por qué otras personas no van a poder reflejarse en ello y ayudarse o que les ayude".
A Juanma Díez Diego lo seguimos encontrando, además, en las famosas Jamming Sessions del Teatro Maravillas de la capital. Con Lolo Diego y Paula Galimberti. Sesiones de improvisación que nacieron hace dos décadas cuando fundaron la compañía con el mismo nombre. Comedia pura y dura de la que engancha, resultando habitual, además, repetir como público. A Juanma Díez Diego lo encontramos también en el Teatro Pavón con Magia, una comedia de G.K Chesterton. De estos cambios de registro, el intérprete (que ha participado en series como Los favoritos de Midas, Pequeñas coincidencias, Galgos, Skam, Vergüenza, La pecera de Eva o Gym Tony) también nos habla: "Creo que el buen actor, aquel que está bien entrenado en comedia, puede entrar al drama también. Y eso lo he ido experimentando en estos últimos años. Así que, en ese sentido, bien".
¿Por qué la necesidad de escribir sobre la salud mental y el suicidio?
La necesidad ineludible de escribir sobre ello es que me toca de una manera muy directa. A mi madre le diagnosticaron esquizofrenia y tuvo la terrible y cruda decisión de suicidarse. Entonces, esa herida, me ha llevado a escribir este texto y a buscar la transformación de esa herida en el amor, en la esperanza y, aunque suene un poco pretencioso, en belleza también.
¿La herida estaba cerrada cuándo arrancaste este proyecto o la obra te ha ayudado a ello?
Yo creo que me ha ayudado. No es el objetivo principal de la obra pero sí es una consecuencia también inevitable. Hay un momento en el que yo me aproximo a la edad que tenía ella cuando lo hizo, 43 años, y ello me lleva a ahondar todavía más y a seguir mirando en aquello que ocurrió y sí, tal vez me ayuda, no sé si la palabra es cerrar. Casi que me gusta más transmutar, transformar en algo bello, en el amor, casi una sanación por llamarlo así.
¿Con la obra pretendes transmitir el mensaje de que siempre hay una salida o ayudar a familiares que pasen por lo mismo que tú pasaste?
No sé si es el objetivo principal, no sé si hay un objetivo principal tampoco, pero ineludiblemente va por ahí también. Si un chico, que es como se llama el personaje de la obra, consigue transmutar esta herida por llamarlo de algún modo, por qué otras personas no van a poder reflejarse en ello y ayudarse o que les ayude.

¿Qué nos puedes contar de los personajes?
Son cuatro personajes, aunque podríamos decir cinco. El conserje del edificio, el amor de la mujer, el hombre que encarna el amor de la mujer, y a la propia mujer y al chico, que, de repente con la edad que tenía su madre cuando saltó, va al edificio y ahí es donde se encuentra al personaje, y donde va a encontrarse también de algún modo con el fantasma de su madre que tal vez está perdido por esas escaleras.
¿La obra representa exactamente tu propia historia? ¿El chico eres tú?
Es un personaje que está basado en mí, pero no soy yo. Aunque tiene muchas características mías y a la hora de escribirlo me he basado en mi experiencia personal, lo que me ha habilitado a la hora de hablar de todo esto. Pero ya cuando uno lo ficciona y lo convierte en un artefacto o constructo teatral, aparece ese pacto de la mentira donde hay cosas que no pasaron cómo fueron y tampoco importa, por supuesto. Entonces está basado en mí, en mi experiencia, pero no soy yo, no soy del todo yo.
¿A la hora de tratar un tema tan sensible te has apoyado en profesionales de la salud mental?
Sí, he tenido mucho cuidado por donde me metía y entonces sí, he hablado con expertos, desde mi psicólogo a algún psiquiatra. He dado clases en AMAFE, que es una asociación de gente con esquizofrenia, y he dado cursos de improvisación teatral y de escritura. También me he documentado en libros que me han ayudado como Viaje a través de la locura, una experiencia de Mary Barnes que cuenta toda su experiencia. Y muchos libros en el largo proceso de crear la obra que me han acompañado también.
¿Consideras que la salud mental sigue siendo una pata coja de la sociedad actual?
Yo creo que sí. Yo la viví desde muy de cerca, prácticamente desde que nací. Y ahí creo que estaba especialmente en este país muy coja y creo que todavía sigue así este estigma. Aunque entiendo que han habido importantes avances todavía queda mucho. La medicación entiendo que es necesaria pero habrá que ver hasta qué punto no se busca ese núcleo, esa causa y verdaderamente curar. Creo que hay mucho que hacer.

¿El miedo o el respeto al tema te paralizó a la hora de escribirla?
Esto ha sido, ya te digo, sobre todo cuando veía que me aproximaba a la edad que tenía ella. Entonces comencé a reformular muchas preguntas. Y como yo, con esa edad a la que me formulé esas preguntas, ya tenía dotes de escritura y tenía cierta experiencia en el mundo del teatro pues así ha sido la manera de expresarlo. Si en ese tiempo me hubiese dedicado a la música o a la pintura probablemente lo habría sacado de otra manera expresiva. Como me especializo más en el teatro y en la dramaturgia, aparece como obra de teatro.
Con los actores que conforman el reparto formas una gran piña, ya que son habituales en tus trabajos.
Sí, con Lolo Diego no he dejado nunca de trabajar. Fundamos Jamming a principios de los 2000 y hemos caminado juntos desde entonces. Y con Mabel también, la conozco desde hace muchísimos años. He trabajado en teatro y en algún corto. Y por supuesto en nuestra anterior obra, Sesión B. Lolo directamente es primo hermano, somos familia directa, y Mabel es familia elegida. Somos como una familia, una familia-compañía que de una manera creativa y colectiva sumamos y hacemos crecer las obras.
Para contar una historia tan sensible es esencial de rodearte de actores así.
Sí, además, cuando escribí la obra no me imaginaba a otra persona que no fuese Mabel haciendo ese personaje.
Otros elementos como la música y la escenografía también son esenciales para transmitir el mensaje.
Hemos tenido la suerte de que nos ha orientado Eusebio Calonje en la obra, es el orientador de la obra. Y sí, a través de diferentes elementos escenográficos que se iban requiriendo hemos encontrado una manera muy profunda de lo que el teatro nos puede dar. Y así ha sido el trabajo de encontrar la puesta en escena de esta pieza. Han aparecido muchos objetos, bueno, son pocos, pero que sirven para muchas cosas. Creo hay un lenguaje muy teatral en la puesta en escena.
¿El teatro social es tu principal motivación a día de hoy? Ya escribiste e interpretaste también Sesión B, sobre la Guerra Civil.
No sabría decirlo, creo que las obras no se eligen y yo las obras que escribo son temas que me tocan de una manera muy personal y que no puedo evitar escribirlo. Luego sí, aparece la etiqueta de que puede ser teatro social, que es verdad, que lo es, pero no es una pretensión consciente. Es una pulsión que me aparece y me dice que escriba sobre esto. En Sesión B fue sobre un fusilamiento de la Guerra Civil y ahora es sobre el suicidio. Son dos temas sociales, pero no es intencionado, vaya.
¿Te resulta fácil cambiar de registro? Desde hace muchos años te vemos en Jamming, sesiones de improvisación muy conocidas en Madrid.
La verdad es que sorprendentemente sí. No es algo que tampoco piense mucho, pero sí. Creo que el buen actor, aquel que está bien entrenado en comedia, puede entrar al drama también. Y eso lo he ido experimentando en estos últimos años. Así que en ese sentido bien. Además, justo coincide ahora que estoy haciendo otra obra en el Teatro Pavón, que se llama Magia, una comedia de G.K Chesterton, que se subtitula una comedia fantástica, aunque no es una comedia al uso, es una comedia más sutil con un humor más inglés. Y bueno, también estoy compaginando eso y qué suerte la mía de poder hacerlo. Me encanta.
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