
Pensar en Elisa Matilla es pensar en el teatro y en la comedia, aunque en ella también encontramos esa facilidad innata de saltar al drama y la tragicomedia con la misma naturalidad. Ya lo demostró en papeles tan complejos como la ¡Ay, Carmela! que interpretó sobre las tablas hace más de diez años. También en Gibraltareña, monólogo en el que dio vida a Lola, mujer prostituta con muchas aristas llena de humor, ternura, vivencias y dignidad.
Ahora la vemos de nuevo bajo la batuta de Juan Luis Iborra en la dirección y lo hace con Inmaduros, obra en la que comparte reparto con Carlos Sobera y Ángel Pardo, con quienes lleva formando 'equipos' teatrales desde hace más de 20 años. En Inmaduros también están Silvia Vacas y Arianna Aragón, compañeras con las que ya suma su segunda gira. Lara Dibildos, con quien trabaja por primera vez, completa el reparto de esta obra que encontramos en el Teatro Reina Victoria de Madrid hasta el próximo 22 de diciembre. Y después, en 2025, se van de gira.
La obra se centra en los personajes de Alfi [Sobera] y Rodolfo [Pardo]. El primero está separado desde hace años y rehúye de cualquier atadura o compromiso. El segundo está recién separado y busca consuelo en su amigo, que le ofrece como solución ligar con otras mujeres para pasar página y olvidar a la persona con la que llevaba más de un cuarto de siglo casado. Dos personajes que atraviesan la conocida 'crisis de los cincuenta' y son incapaces de profundizar en sus sentimientos reales y compartirlos. Los dos se chocan con los cuatro personajes femeninos que completan el texto desde sus particulares puntos de vista y dosis de humor.

Con Elisa Matilla charlamos sobre la madurez y la inmadurez, sobre el paso del tiempo, el compañerismo, los referentes, el hacer reír y la importancia de reírse de uno mismo para hacer comedia. "La comedia no deja de ser un drama atornillado", nos dice la actriz, que en las últimas décadas ha encadenado una obra tras otra (de Palabras encadenadas, Lifting y Sofocos Plus a más recientemente Asesinos todos, Miles Gloriosus o Los tacones de papá), nutriendo su extensa carrera en el cine (Yo soy esa, Kilómetro cero, Enloquecidas…) y en televisión (Pero, ¿esto qué es?, 7 vidas, Aquí no hay quien viva, Tierra de lobos, Toy Boy o 4 Estrellas, entre otros títulos de programas y series).
¿Qué encuentra el público en Inmaduros?
Una comedia en la que se pueden reír de gente que conocen, y esto nos encanta y en España funciona muy bien. Todos conocemos a un Alfi y a un Rodolfo. Los identificamos, pero sobre todo es comedia por comedia. Que yo también reivindico que tiene que haber comedia por comedia, sin moralina, sin 'he sacado esto en claro'. No, me he reído. Ya está. Evidentemente, la obra tiene un trasfondo que habla de la inmadurez y de la poca facilidad que tienen los hombres para curarse hablando de sentimientos. Hacen malabares super difíciles pero no lo hablan. Ellos, hasta que no empiezan a hablar, no se sanan.
En cuanto a la famosa crisis de los 50, ¿piensas que es más común en hombres o en mujeres?
Yo creo que nosotras hablamos mucho más. Y hablamos sin pudor a lo que piense otra amiga u otro amigo de nosotros. O sea, hablar de sentimientos yo creo que es algo que no nos cuesta desde pequeñas. Entonces sanas más rápido. Sin embargo, estas dos personas, Alfi y Rodolfo, digamos que no tienen herramientas. Sobre todo Alfi, el personaje de Carlos Sobera. El de Ángel Pardo digamos que está un poco más acostumbrado a hablar porque es psicólogo pero tampoco tiene herramientas. Le deja su mujer con 50 años y no sabe qué hacer, no se encuentra y todo es nuevo para él. Los dos personajes están inmaduros y sin hacer.
¿Los personajes femeninos de la obra tratan de deconstruirlos?
No, lo que hacen es chocar, más bien chocan. Pero no tratan de cambiarlos. Esto también me gusta mucho de la función, que no tratan de cambiar a los personajes masculinos. Tratan de pasárselo bien. Lo que pasa es que como ellos no están bien, pues es imposible. Mi personaje es Valeria, que digamos es una antigua estrella, vedette de la tele, de portada de Interviú y es una mujer de casi 60 años, absolutamente liberada de todo, sin lastres y que lo único que quiere es pasárselo bien. No puede estar más a gusto consigo misma. Y todos los personajes femeninos están en una etapa de su vida que se encuentran con estos señores y chocan un poco. Entonces, yo creo que es algo que mucha de la gente que viene a ver la función pues se ha encontrado alguna vez. Entonces, esta cosa de reírse, yo creo que aquí nos gusta mucho reírnos de lo que creemos que les pasa a otros.
¿Con tu personaje te sientes identificada?
Cero. No me identifico para nada con Valeria. A mí me gusta pasármelo bien. Tiene digamos el motor que yo tengo para actuar. Que es un motor potente, pero yo no tengo nada que ver con Valeria y además me encanta que el personaje no tenga nada que ver conmigo. Cada uno, cada actor, le da su impronta al personaje y no por eso algunos son más cercanos y otros más lejanos, pero realmente no tengo nada que ver con ella.
¿Y tú eres más madura o inmadura?
Yo soy inmadura, yo soy muy inmadura. No a la hora de hablar de sentimientos porque es algo que no me cuesta nunca. Pero, muchas veces digo, ¿cuándo se me va a ir la edad del pavo? [risas] Es verdad que la palabra inmaduro parece que conlleva muchas cosas, pero yo personalmente, Elisa, lo que soy es muy lúdica, me encanta el juego, divertirme, pasármelo bien. Pero cuando hay que apechugar y quedarse en casa por lo que sea, yo eso lo hago y no tengo ningún problema. Yo sé que todo se pasa, más tarde o más temprano. No es inmadurez, yo creo que es una forma de ver la vida. Porque te he dicho inmadurez y luego soy muy madura desde pequeña. Se puede ser las dos cosas. Lo que yo soy es lúdica. Me gusta pasármelo bien, me gusta tener buen rollo y es algo que tengo como motor también, que no me cuesta. Pero cuando tengo problemas o me va mal o lo que sea, pues también hago mis curitas, y hablarlo, y moverlo, y sanar. Y todas esas cosas.
Y de nuevo te vemos con Carlos Sobera y Ángel Pardo. ¿Se podría hacer una obra de teatro con vuestras propias vivencias personales?
Sí, porque a veces, la verdad, nuestras giras son tremendas [risas]. Ya con Ángel Pardo van ocho funciones las que hacemos juntos. Entonces, es como mi familia, mi familia profesional. A mi familia la tengo en Sevilla y esta es una familia con la que estoy feliz de trabajar porque nos lo pasamos muy bien y no tenemos ni un solo problema. Y, además, este es el comentario general de la obra, que se nota. Ellos dos [Sobera y Pardo] cuando están en escena son piña y todos somos piña en la compañía. Es verdad, le voy a hacer la pelota también porque es mi jefe [Carlos Sobera además de protagonista es el productor ejecutivo], que Carlos como productor, compañero, es una persona tremendamente fácil y con un punto de vista empresarial, del teatro, de todo, que tiene mucho que ver con el mío y estoy feliz.

¿Y con Lara Dibildos es la primera vez que trabajas?
Es la primera vez que trabajo con ella. Y además es la única que no nos conocía a los demás porque con Silvia Vacas estuvimos en Miles Gloriosus y con Arianna también. Hemos cogido como la segunda gira juntos. Y ella llegó y desde el primer día se adaptó. Se adaptó superbien. Me ha conquistado muchísimo personalmente porque es una tipa divina.
¿A su madre, Laura Valenzuela, la llegaste a conocer?
Sí, a su madre la conocí hace muchísimos años. Yo creo que antes del 92. Se hizo un especial de un programa que ella hizo en televisión y entonces la conocí. Yo ya desde pequeña la admiraba mucho. Y verla además con esa simpatía, esa claridad que tenía, que parecía que traspasaba la pantalla… Y, con Lara, toda la compañía estamos encantados y ella con nosotros. Ha sido un descubrimiento para mí personalmente.
Y has trabajado también con grandes referentes como Concha Velasco o Verónica Forqué, ¿cómo las recuerdas? Suena a tópico, pero es cierto que se están yendo todas las grandes.
Es que se van, es lo que nos toca. Pues mira, siempre digo que cuando todavía estaban aquí yo siempre decía que eran dos de las personas de las que más había aprendido junto a Lola Herrera, que es una bestia en teatro y me parece un animal de las tablas. Me deja loca y muda siempre que la veo. Y la veo además con la edad que tiene en un escenario y me muero de gusto. Es un espejo en el que me encanta mirarme. Luego Concha [con ella trabajó en Las cerezas del cementerio y Kilómetro cero] era enseñanza de vida, en lo personal se expresaba emocionalmente de una forma que a mí me enseñaba muchas cosas. Y con Verónica [estuvieron juntas en Enloquecidas] igual. Concha, Verónica y Lola son tres mujeres a las que siempre he dicho y digo que admiro.
¿Te da miedo el paso del tiempo?
Me da respeto. No te voy a decir miedo pero sí respeto. Es verdad que luego tienes compensaciones que te va dando también la profesión y la edad, y la jubilación, que la tienes al lado. Eso a mí por lo menos no me da miedo [risas]. Y entonces pues hay cosas que sí, como el estar físicamente bien. Y no me refiero a la carcasa, sino a estar bien de dentro y que te puedas subir a un escenario y puedas estar bien físicamente. Supongo que esto no es una cosa de la profesión, sino una cosa que le pasa a todo el mundo. Y la parte interior tampoco me da miedo, porque yo cada vez sé más cosas aunque no me acuerde [risas]. Antes no sabía gestionar y ahora sé.

¿Notas que ahora las mujeres, especialmente las conocidas, tenéis menos reparos a la hora de hablar de la edad? Antes para muchas era todo un secreto guardado…
A mí me ha pasado con algunas compañeras que de repente eran mayores que yo y ahora son más pequeñas, no sé qué les ha pasado pero son más pequeñas [risas]. Pero yo nunca. Yo digo la edad que tengo, está en Internet, publico mi cumpleaños, no tengo ningún problema en decir que tengo 58 años y que estoy feliz de la vida. Yo estoy encantada. Me da miedo el deterioro físico de la espalda, la hernia y tal pero lo demás pues no, no me da miedo. Veo a gente como Mick Jagger y de qué voy a tener miedo [risas]. Todavía tenemos muchas cosas que contar en personajes.
¿Encontramos ahora más personajes femeninos que superan la mediana edad?
En el teatro es que hasta los grandes clásicos tienen gente con edad. Es verdad que se nota mucho más en el cine y en la televisión porque como decía la gran Concha 'esto es un poco embudo', cada vez se va estrechando más y cada vez hay menos personajes de tu edad. Hay una serie y hay cuatro madres y, luego, ¿cuántas abuelas? Una. Esto se va estrechando, pero es verdad que en el teatro yo nunca he tenido problemas con la edad y también la edad en el teatro es un poco… Aquí al personaje de Valeria le hemos subido un poco la edad, que era de 50 y pico. Se la hemos subido porque queríamos que estuviera cerca de los 60. Nos parecía que podía aportar más cosas desde ahí. Yo con casi 50 he hecho ¡Ay, Carmela!. También en el teatro funciona mucho la energía y no está el primer plano que te delata. Tú puedes tener una energía muy joven.
En los últimos años te hemos visto en 4 Estrellas (TVE), que quedó relegada a la plataforma de RTVE Play tras la llegada de David Broncano con La Revuelta. ¿Qué opinas de su fichaje?
Pues mira, una sorpresa, sobre todo una sorpresa cuando lees estas cosas en el análisis. Hay muchísima gente joven que se engancha a este programa y, aunque sea comedia, aunque sea tal, me parece que tiene valores importantes y que es inteligente, un programa muy inteligente. Yo nunca he ido a El Hormiguero, entonces a lo mejor alguna vez voy a Broncano [risas]. Yo estuve en la anterior temporada [de 4 estrellas] y ya había terminado la serie. Pero es que esto al final es una industria, unos entran y otros salen. Podría haber sido Broncano, podría haber sido otra serie, podría haber sido un programa de cocina, nadie lo sabe. Yo he estado en series estupendas…
Como Tierra de lobos en Telecinco.
Yo creo que es una de mis series preferidas de hacer, siempre que me preguntan lo digo.
Fue un bombazo esa serie.
Me encantaba, me encantaba. Caballos, tiros, trajes de época…
¿Qué le dirías a la Elisa Matilla de 16 años que estaba empezando en esto o quería ser actriz?
Que no lo hiciera todo. Porque llega un momento que no tenía proyección de carrera. Esto que se dice como de 'Ah, tú fuiste eligiendo'. No, a mí me llamaban para hacer algo y lo hacía. Entonces, es verdad que muchas veces no pude enfocar la carrera a lo mejor por algo que a mí me hubiera interesado. He hecho drama, cine, televisión, pero sí que a lo mejor hubiera cuidado un poco más. Siempre digo que no hubiera presentado, sobre todo por esto.
¿No te sentías cómoda en el papel de presentadora?
No me sentía cómoda, pero luego en el cine, teatro y televisión he hecho comedia, drama, personajes más maduros, menos... Con los personajes no tiene que ver. Tiene que ver con el enfoque de lo que se te da bien hacer.
Y a ti te pasa lo que a muchos actores y actrices que dominan la comedia, que luego al drama saltáis con mayor facilidad que viceversa.
Sí, superfácil. Es que la comedia es muy difícil de hacer. A la comedia tienes que darle un giro al drama, quiero decir que la comedia no deja de ser un drama atornillado. Estás apretando el tornillo.
Incluso más complejo porque hacer reír a la gente es muy difícil.
Y tienes que reírte de ti mismo, tienes que saber, tener un oído en el patio de butacas que esto tampoco es fácil. Que todo el mundo está dispuesto cuando toca un tema a que se te salten las lágrimas, yo la primera, pero hay días que a lo mejor no me apetece reírme. Y si me sacan unas risas o una sonrisa pues dices 'bueno, ahí lo han hecho'.
¿Alguna asignatura pendiente?
Pues sí, el otro día lo pensé, porque yo hice verso con Miguel Narros en El burlador de Sevilla [2003] pero me gustaría volver a hacer verso. No es una asignatura pendiente porque ya lo he hecho pero es verdad que desde el año 2003 no he vuelto a hacerlo y tengo ganas de hacer verso, de trabajar en los clásicos.