El ignorado pueblo de Aragón lleno de cuevas con pinturas rupestres, una pasarela sobre el río y un castillo único en Europa que se puede visitar

Enclavado en la provincia de Huesca, con un entorno privilegiado perfecto para huir del bullicio del día a día, se encuentra Alquézar. Este pueblo, que permanece por el momento ajeno a las masas, es un rincón de la comarca oscense del Somontano de Barbastro que enamora a todo aquel que lo visita. ¿Será por su valioso conjunto histórico-artístico? ¿Por sus cuevas con pinturas rupestres? ¿O por la pasarela de vértigo que da nombre a una de las rutas más bonitas de la zona?

En Alquézar la historia se funde con la naturaleza para alcanzar el máximo exponente de lo que sería un retiro rural para desconectar entre las callejuelas empedradas, que conducen a monumentos históricos.

Su origen se remonta al siglo IX, época en la que musulmanes levantaron una fortaleza, al-Qasr, con el que se controlaba el valle del Vero. Después de la reconquista cristiana, este castillo fue convertido en colegiata y hoy se puede visitar la denominada como Colegiata de Santa María la Mayor.

Saliendo de su casco urbano, Alquézar te abre las puertas a uno de los espacios naturales más bonitos de la región: el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Aquí no hay mayor protagonista que el río Vero, que ha tallado durante milenios el paisaje con profundos desfiladeros, algo digno de ver. De hecho, hay una ruta de gran prestigio que es perfecta para apreciarlo. Se trata de la ruta de las pasarelas del Vero.

Este recorrido, de unos tres kilómetros y medio, sigue el curso del río a través de un sistema de pasarelas metálicas ancladas directamente a las paredes del cañón. A lo largo del trayecto se camina a diferentes alturas, con tramos que pueden llegar a alcanzar los 10 y 15 metros sobre el río.

En el mismo cañón hay otro de los tesoros naturales de Alquézar y, aunque sean menos conocido, el arte rupestre es un reclamo para muchos. En los abrigos del cañón hay decenas de pinturas prehistóricas que datan del Paleolítico y el Neolítico. Estas son parte del arte rupestre del Arco Mediterráneo, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Además, algunas de estas cuevas pueden visitarse con un guía mientras que otras son parte de otras rutas de senderismo.