Las buenas temperaturas hacen que muchos se animen a viajar y explorar un poco más cada punto de la costa. Y es que no hay mejor plan que escapar a un pueblecito con playa para disfrutar de sus muchos encantos.
Entre los destinos más populares hay uno que tienes que visitar sí o sí este verano. Se trata del pueblo marinero de Tarifa en Cádiz, Andalucía. Una villa que cautiva con sus playas vírgenes, aguas cristalinas y arena fina a todos sus visitantes.
Aquí el viento, la historia y el mar se dan la mano para ofrecer mucho más que un destino de playa. Tarifa ha sabido conservar su esencia marinera y su legado histórico, mientras se ha convertido en un referente internacional para los amantes del windsurf, el kitesurf o un turismo más tranquilo.
Sus estrechas calles empedradas, con una clara inspiración morisca, llevan el encanto a cada rincón de su casco histórico. Paseando entre sus casas encaladas te encuentras el Castillo de Guzmán el Bueno, del siglo X, que se alza imponente frente al mar.
Pero esta no es una ciudad únicamente que destaque por su arquitectura. En su ambiente también se puede apreciar la multiculturalidad, un cruce de caminos donde conviven surfistas, viajeros del mundo y artistas. El puerto mantiene su actividad pesquera y, además, es el punto de salida de los barcos que cruzan hacia Tánger.
Las playas aquí son, sin duda, uno de sus principales reclamos. La Playa de los Lances, extensa y salvaje, es perfecta para quienes practican deportes acuáticos gracias al fuerte viento de levante que caracteriza a la zona. La Playa de Valdevaqueros, más resguardada, se convierte en un espectáculo de cometas de colores sobre el cielo. Pero también hay espacio para quienes simplemente buscan tomar el sol o caminar junto a las dunas y pinares. La playa de Bolonia, con su impresionante duna y las ruinas romanas de Baelo Claudia, ofrece una mezcla única de naturaleza e historia.
Entorno natural
El Parque Natural del Estrecho es un espacio protegido donde la flora y fauna sorprenden al visitante, especialmente durante las migraciones de aves entre Europa y África. El Parque Natural de Los Alcornocales ofrece rutas de senderismo entre bosques y paisajes que nada tienen que envidiar a otras zonas verdes del sur peninsular.
Al caer la tarde, las terrazas del centro se llenan de vida y es el momento perfecto para probar una tapa de atún rojo, uno de los productos estrella de la gastronomía local.