
Los mejillones son uno de los alimentos más sabrosos de la gastronomía española. Su versatilidad hace que sean perfectos para incluirlos en un sinfín de recetas pero lo cierto es que lo mejor es cocinarlos y consumirlos directamente para sacar el máximo partido a su exquisito sabor. Pero siempre hay algún truco para conseguir mejorar esta delicia.
Aunque podemos encontrarlos por toda España, es uno de los platos más tradicionales de Galicia, donde las aguas del Atlántico les proveen de espectaculares mejillones frescos a diario. De hecho, gran parte de la exportación a Europa proviene de esta zona del país y sus famosas bateas.
Una de las formas más comunes de cocinar este plato es cociéndolo. Se introducen los mejillones en una olla con abundante agua, no sin antes haberlos limpiado en profundidad para eliminar los filamentos e impurezas que contienen. Mucha genta utiliza algún tipo de caldo, ya sea de verdura o de pescado, en lugar de agua, pero debe ser sencillo para evitar restarle sabor al molusco.

Lo ideal es esperar a que el agua comience a hervir para introducirlos en la olla, además, es importante utilizar una tapa para evitar que se escape el calor y conseguir que los mejillones se abran completamente. Este proceso suele llevar unos tres o cuatro minutos, pero es recomendable revisar para asegurarse de que todas las conchas se han abierto. Una vez listos, basta con servirlos en el plato con limón o un poco del jugo de cocción.
Lo que no todo el mundo sabe, es el truco que utilizan los gallegos para hacer que los mejillones sean mucho más sabrosos. Aunque hay personas que ya lo conocen, este sencillo gesto potenciará el sabor del molusco sin necesidad de usar laurel o limón. Para hacerlo, basta con una buena botella de vino blanco, pero no una cualquiera.
En Galicia utilizan vino Albariño para cocer los mejillones. Este tipo de vino tradicional del territorio, en concreto de la zona de las Rías Baixas, aporta un sabor espectacular realzando la calidad del producto y añadiendo toques aromáticos que harán que se convierta en un plato de alta cocina. Puede parecer muy simple, pero cuando lo pruebes ya no querrás parar.
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