
Esta semana os quiero hablar de La tutoría, una película nórdica muy inquietante. Debo reconocer que el cine que llega de estos lares, así como las series, me producen mucho desasosiego y a veces malestar, pero me revuelven y me dejan fijo a la pantalla y eso me pasa esta vez. Debo advertir que desconozco cuáles son las reglas escolares de niños de seis años en nuestro sistema educativo, aunque me parece, y no lo afirmo, que no deben de estar muy lejos de la historia que se plantea en La tutoría, como eje central y desencadenante en el debut de Halfdan Ullmann Tøndel, nieto de Liv Ullmann e Ingmar Bergman, que logró reconocimiento en Cannes.
Armand, un niño de seis años, es acusado de traspasar ciertos límites sexuales con su amigo y compañero de clase Jon. Como nadie sabe lo que ha ocurrido, la dirección del colegio convoca a los padres de ambos para discutir el tema. Aquí comienza el conflicto que pondrá sobre la mesa cuestiones como la sexualidad en la infancia, la culpabilidad y lo complejo que es separar las zonas grises que existen entre la violencia y el juego al tiempo que averiguamos la relación tortuosa que mantienen los protagonistas adultos. La cinta tiene dos partes muy claras: una primera intimista y realista para conducirnos a una segunda en la que la situación anímica, y en algunos momentos surrealistas, da un giro radical en la historia que implica directamente al espectador, que tendrá que poner, y mucho, de su parte para recomponer un puzzle de difícil resolución.
Homenaje a Ingmar Bergman
No es una historia que se desarrolle de una forma tradicional, siendo arriesgadas algunas de las decisiones que toma el director. Al espectador no le quedará más remedio que aceptar esas reglas si quiere continuar con la visión de esta historia. Es cierto que esto se puede convertir en un inconveniente, y algunos así lo considerarán, pero a mí ese riesgo me gusta y me pone en una tesitura que me hace reflexionar y aclarar unos conceptos totalmente cinematográficos al tiempo que rinde un claro homenaje a su abuelo a base de guiños, el gran cineasta sueco Ingmar Bergman, con un resultado impactante e inquietante.
Yo creo que este juego que propone, a veces peligroso haciéndolo a varias bandas, finaliza inclinándose hacia un surrealismo visceral que es imprescindible a la hora de juzgar esta obra de toxicidad nórdica.
Es innegable la gran interpretación de todos los actores, destacando sobremanera a su protagonista principal, Renate Reinsve, que interpreta a la madre del niño agresor. Compone una actuación compleja de la que era difícil salir, y basta con ver una secuencia de siete minutos con una risa tímida para continuar con una carcajada sin fin que molestará y hará revolverse al espectador. Una risa que asusta y que no sabemos a dónde conducirá. En definitiva, La tutoría es una película arriesgada que bien merece nuestra atención, sobre todo si eres un espectador que busca buenas historias contadas de una forma diferente.
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