
Las patatas son uno de los alimentos estrella que no pueden faltar en ningún hogar debido a su gran versatilidad y su valor nutricional. Cocidas, fritas, en puré, asadas, prácticamente permiten cualquier tipo de receta y la verdad que todas están riquísimas. Además, otro factor que juega a su favor es que suelen ser bastante económicas. Ahora bien, seamos sinceros, una de las cosas que más rabia da es ir a coger una patata y encontrarnos los dichosos brotes y que ya no sean aptas para su consumo.
La clave está en el almacenamiento
Aunque muchas personas puedan pensar que se trata de una mala elección a la hora de comprarlas, más bien se trata de un error de almacenamiento. Para empezar hay que tener cuidado con lo que se encuentra al lado, pues aunque con frecuencia se suelen poner al lado de las cebollas o ajos, es una práctica que se debe evitar. Hacerlo afecta a la durabilidad de las patatas, ya que acelera su proceso de germinación.
Aunque pudiera parecer que tan solo hay que guardarlas en la despensa, la clave de una buena conservación está en controlar dos factores fundamentales como son la luz y la temperatura. Por lo general, aquellas cocinas que se pueden considerar más cálidas fomentan que las patatas germinen mucho antes.
La solución está en desmentir un mito que lleva tantísimos años acompañándonos. Estamos hablando de guardar las patatas en el frigorífico. Antiguamente, se pensaba que si se refrigeraban, el frío alteraría su composición y se ha constatado que no es así y que, además, mejora su conservación.

Detalles a tener en cuenta
Más allá, también es importante hacerlo de la forma correcta, no meterlas en el frigorífico sin más. Lo más recomendable es que estas permanezcan el malla o en una bolsa de papel, para que puedan transpirar. Y por el contrario, no deberían almacenarse en una de plástico, ya que podrían volverse blandas o desarrollar moho por la falta de ventilación.
De todas formas, aunque el frigorífico nos ayuda a prolongar la vida útil de las patatas, esto no quiere decir que se puedan almacenar indefinidamente, ya que con el tiempo también comenzarán a perder firmeza y sabor. Por supuesto, lo más recomendable es ir revisando su estado y no tardar más de un par de semanas en consumirlas.
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