Hace un año, la principal preocupación sobre el turismo en España procedía de nuestros vecinos del Mediterráneo: la pujanza de destinos alternativos como Turquía o Túnez amenazaba con reducir el número de visitantes extranjeros a España, particularmente desde mercados tan importantes como el alemán. La competencia es saludable -este periódico nació con el ideario liberal en el ADN- y, al final, 2019 cerró con un nuevo récord: 83,7 millones de llegadas internacionales y más de 92.000 millones de euros en ingresos.
En 2020, los desafíos son de una magnitud diferente. Además de un quebranto económico sin precedentes, la pandemia de global de Covid-19 ha impuesto drásticas restricciones a la movilidad dentro y fuera de los países afectados. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), entre enero y abril de este año, las llegadas de turistas internacionales descendieron un 44% en todo el mundo, con la pérdida aproximada de 170.000 millones de euros en ingresos en todo el mundo.
Para un país como España, segundo destino global por afluencia de turistas extranjeros y donde el sector emplea al 13,6% de los afiliados a la Seguridad Social y aporta cerca del 12% del PIB, ha sido un golpe durísimo. El comienzo de la recuperación llegó a mediados de junio, con la reapertura interna del espacio Schengen y, en el caso concreto de España, la reanudación el pasado 3 de julio de conexiones con una decena de países de fuera de la Unión Europea.
Sin embargo, la prudencia y, también, el miedo ante la aparición de brotes anticipan un ritmo de remontada lento. Las empresas turísticas españolas prevén todavía caídas intensas en su cifra de negocio durante el segundo semestre del año, desde casi un 71% en julio a cerca de un 56% en septiembre, según datos de Exceltur. La demanda extranjera será la que mayor retracción experimente.
Todo ello obliga a replantear el futuro cercano del sector y a tomar cuantas medidas sean oportunas para impulsar su reactivación con los máximos niveles de seguridad. El Plan presentado por el Gobierno el pasado 18 de junio, dotado con unos 4.300 millones de euros, es un paso importante en la buena dirección, pero al que habrán de seguir muchos otros si queremos preservar la cadena de valor del turismo.Las empresas turísticas españolas prevén todavía caídas intensas en su cifra de negocio durante el segundo semestre del año
Al mismo tiempo, muchos españoles declaran que este año pasarán sus vacaciones en España. Las difíciles circunstancias actuales podrían, pues, servir el objetivo de reposicionar nuestro país como destino turístico entre sus propios habitantes, redescubriendo nuestra rica y polifacética oferta y contribuyendo al mismo tiempo a la recuperación del conjunto de la economía. En este sentido, al igual que ocurrió durante las peores semanas de la crisis sanitaria, el sector privado ha demostrado no solo una envidiable resiliencia, sino un compromiso fuera de toda duda.
Este especial recoge muchas de las mejores aportaciones de nuestras empresas y empresarios a la recuperación del turismo, ya sea mediante la promoción de España como destino o la provisión de bienes y servicios indispensables para la viabilidad y la seguridad del turismo. A elEconomista y al resto de medios de comunicación también nos compete poner nuestro grano de arena para que en 2021 volvamos a hablar de récords.