
Antes del estallido de la pandemia la formación online ya era una opción que estaba sobre la mesa. Sin embargo, con el cierre de colegios, universidades y centros de formación las ventajas de este método han captado más adeptos, impulsando así un vertiginoso crecimiento. Según datos de OBS Business School, el mercado global del e-learning alcanza ya cifras por encima de los 100.000 millones de dólares y las proyecciones indican que se triplicará en el plazo de un lustro.
Asimismo, según el informe La educación online avanza: lo que el mundo está aprendiendo (desde casa), de Udemy, plataforma de formación digital, durante el estallido del Covid-19 aumentaron un 425% las inscripciones en el mundo.
Si bien los millenials (de 28 a 38 años) representan aproximadamente el 50% de los estudiantes en línea, cada vez son más los centennials (los menores de 26 años) los que se suman a esta modalidad.
Cómo los describen desde Infojobs, son intuitivos con la tecnología, no conciben la vida sin conectividad y son prácticos. Además, no les seducen las actividades con horarios y lugares fijos. Una característica que los hace propensos a elegir la educación online.
Como señala la vicedecana de la Facultad de Empresa y Comunicación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Eva Asensio, "son nativos digitales; rechazan las clases magistrales; valoran la formación práctica y enfocada a la empresa; tienen un perfil autodidacta y necesitan que el profesor sea algo más que un transmisor de conocimientos". Por ello, desde hace algunos años se observa entre este tipo de estudiante una tasa de absentismo del 50% y hasta un 33% de abandono.
A este respecto, Asensio destaca que "hay casos de innovación para centennials en Estados Unidos como Minerva. Es una plataforma en línea sin libros ni aulas. Los estudiantes viajan por 7 países y aprenden en un espacio virtual con el profesor y en colaboración con otros estudiantes. Minerva recibe cuatro veces más solicitudes que Harvard (20.000 peticiones anuales para 400 plazas)".
Tal y como recuerda el informe E-learning: consumo vinculado a la transformación digital personal, las nuevas tendencias, escuelas tradicionales vs. escuelas digitales, de OBS Business School, "las restricciones de tiempo y los límites geográficos a los que se enfrentaban alumnos y profesores en la educación tradicional se diluyen en la formación online. La educación tradicional está restringida por proximidad geográfica y la programación de horarios en sesiones que son exclusivamente síncronas".
En cambio, prosigue "la formación online permite el aprendizaje desde donde sea y cuando sea. Algunos modelos combinan las actividades asíncronas, que son la mayoría, con algunas actividades síncronas como webinars o videoconferencias que de cualquier forma quedan grabadas permitiendo su posterior visualización".
"La tendencia se va a extender a España. No como lo que hemos visto estos meses, a raíz de la pandemia. Estudiar en línea no es seguir las clases a través de Zoom, sino algo mucho más enriquecedor", arguye Eva Asensio.
España necesita mejorar
Pese a que la tendencia de la educación online es imparable y se ha visto impulsada por la expansión del coronavirus por todo el mundo, España necesita mejorar. Así lo pone de manifiesto Preply, una plataforma de aprendizaje en línea, que publicó hace unas semanas un estudio sobre las condiciones actuales en el aprendizaje con herramientas digitales y la educación en línea, en 30 países alrededor del mundo.
En esta clasificación de los países que ofrecen las mejores condiciones para adoptar la educación online, España se sitúa en la posición número 24. Y eso que es el sexto país con internet de banda ancha más rápido. Sin embargo, la falta de herramientas tecnológicas obstaculiza el desarrollo del e-learning.
En este sentido, si en España el 78,4% de la población cuenta con su propio ordenador, otros territorios como Países Bajos, Alemania o Suiza superan el 90%. Otro factor que destaca el estudio es el gasto público en la educación en proporción del PIB per cápita. En España, el porcentaje que se invierte en educación superior es del 21,8%, una cifra baja en comparación con otros países como Suecia, donde se invierte el 43,2%.