
Superar el techo del 2% de crecimiento pasa por aprobar una reforma fiscal que podría topar con el Congreso si implica aumentar la deuda. El plan de inversión en infraestructuras también está en el aire.
La mayor economía del mundo se encuentra en una encrucijada. En un momento en que los mercados, inversores, empresarios, emprendedores y los propios ciudadanos vibran ante las expectativas generadas por el desembarco del republicano Donald Trump en la Casa Blanca, el país ha iniciado ya su camino hacia la normalización monetaria y merodea ya su crecimiento potencial. Es por ello que romper dicha barrera y alcanzar una velocidad de crucero del 3 o el 4% requerirá de un impulso fiscal que, de momento, se hace esperar.
Con una expansión del 0,7%, la más baja de los últimos tres años, el PIB estadounidense volvió a repetir la tendencia errática de antaño, donde los tres primeros meses del año suelen servir de lastre para el repunte que suele materializarse posteriormente. Desde el inicio de siglo, el crecimiento de EEUU ha rondado el 1% y ha estado seguido de un repunte del 2,6%, según Wells Fargo Securities.
Una dinámica que condena a la mayor economía del mundo a conformarse con un crecimiento anual que no logra romper mucho más allá del 2%. De hecho, en 2016, la actividad económica del país registró su peor comportamiento desde 2011 y emuló dinámicas no vistas desde el fin de la crisis financiera de 2008. Sin embargo, el entusiasmo suscitado por Trump y la retahíla de promesas, con una reforma fiscal y una inversión en infraestructuras proyectada en un billón de dólares durante la próxima década, despertó el espíritu animal de los mercados.
Paralelamente, el ritmo de contrataciones en EEUU repuntó en abril, cuando la mayor economía del mundo generó 211.000 puestos de trabajo. Una cifra que subsanó el traspié sufrido en marzo y que hace pensar que tras el letargo invernal del primer trimestre, la primavera acelerará la actividad a este lado del Atlántico. De hecho, la tasa de paro alcanzó el 4,4%, niveles no vistos desde mayo de 2007 y que vuelven a tocar de nuevo los mínimos registrados en 2001.
"El rebote en la creación de empleos no es una sorpresa", reconoce Patrick Newport, economista de IHS Markit, quien señala que las revisiones de los datos de febrero y marzo restaron 6.000 puestos de trabajo a los inicialmente estimados. Desde su perspectiva, el impulso registrado en abril no frena la tendencia del mercado laboral, donde la creación de empleos se desacelera, a medida que la economía se acerca a su potencial.
Al menos eso se deduce de las cifras. A principios de 2015, la tasa media mensual de puestos de trabajo era de unos 260.000, pero en estos momentos es de alrededor de 175.000. Los expertos apuntan que el envejecimiento de la población seguirá haciendo mella y, para 2020, la creación mensual de trabajos será de 100.000, aproximadamente.
Desde el Fondo Monetario Internacional advertían en sus más recientes previsiones que EEUU "se encuentra en un punto en que su crecimiento se encuentra cerca de su potencial", es decir, sin un estímulo fiscal, en forma de rebajas de impuestos, por ejemplo, es difícil que pueda experimentar un repunte que impulse al PIB hasta el 3 o el 4%, como promete el Gobierno de Trump.
El futuro de la reforma tributaria
De ahí que el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el director del Consejo Económico Nacional, Gary Cohn, acelerasen la presentación en sociedad de las claves de una reforma tributaria, que busca rebajar el impuesto de sociedades hasta el 15%, una bajada de 20 puntos, y simplificar el IRPF en tres tramos que variarán entre el 10 y el 35%. Sin embargo, como viene siendo costumbre con la nueva Administración, se quedaron en el tintero distintas incógnitas, como, por ejemplo, cuál será el gravamen a la repatriación de beneficios o cómo la rebaja fiscal impulsará el crecimiento hasta un nivel del 3%, que consecuentemente evite que estas medidas sigan engordando el déficit y la deuda. "La propuesta fiscal de Trump probablemente aumentará los déficits y las tasas de interés de EEUU, por lo que el apoyo del Congreso probablemente será difícil de conseguir", advierte Sam Stovall, estratega jefe de CFRA, al referirse al plan fiscal de la Casa Blanca. "Nuestros economistas estadounidenses esperan recortes de impuestos modestos junto con una regulación reducida y una pequeña iniciativa de infraestructura que quizás logre ofrecer un crecimiento adicional al PIB en 2018", avisa.
A la espera de conocer el avance legislativo que la mayor reforma tributaria desde 1986, el propio secretario del Tesoro avisó recientemente que probablemente lleve "dos años lograr que EEUU alcance un crecimiento del 3%". Una meta que el expresidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, considera que "es posible pero no probable" lograr. De momento, el presidente de EEUU consiguió que los republicanos en la Cámara de Representantes dejasen sus diferencias a un lado y respaldasen su primer objetivo legislativo antes de ponerse manos a la obra con la reforma fiscal.
Tras ser cancelado en un primer intento a finales de marzo, la revisión del plan de salud revisado de Trump, para derogar y reemplazar el actual sistema de salud del país fue aprobado el pasado 4 de mayo en la Cámara Baja con 217 votos a favor y 213 en contra. Una victoria ajustada que puso en manos del Senado el proyecto de ley que busca aniquilar la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama aprobada en 2010, comúnmente conocida como Obamacare. Ahora será la Cámara Alta, y la mayoría simple con la que cuentan los senadores republicanos, los responsables de oficializar, o no, el triunfo de la Casa Blanca en estos menesteres y dar vía libre a otras propuestas, como la reforma tributaria y el citado plan de inversión en infraestructuras.
La Fed mantiene el rumbo
De momento, la Reserva Federal no tiene previsto descontar las expectativas legislativas de la Administración Trump, pero sigue dispuesta a avanzar con su normalización monetaria. El banco central estadounidense ha subido los tipos de interés sobre los fondos federales en dos ocasiones desde las elecciones presidenciales del pasado 8 de noviembre, la última en su reunión de marzo, y se espera que aplique otra subida en junio. De hecho, según sus últimas proyecciones, Yellen y sus chicos observan un total de 3 subidas este año, por lo que todavía deben materializarse otras dos en los próximos meses.
El mercado descuenta ya una próxima vuelta a la tuerca monetaria que debería materializarse al término de su encuentro del próximo 13 y 14 de junio. La tercera subida debería llegar bien en septiembre o bien en diciembre, dependiendo de los planes de la Fed de telegrafiar al mercado cómo y cuándo comenzará a adelgazar su balance de más de 4 billones de dólar en activos.