Energía

Shell aboga por las energías renovables y la extracción de CO2 del aire para salvar al planeta del cambio climático

  • Se necesitan 10.000 plantas de extracción; hoy operan menos de 50
Planta de inyección de dióxido de carbono en el subsuelo de Islandia. Foto: Getty.

Royal Dutch Shell, una de las petroleras más grandes del mundo, ha realizado un movimiento atípico dado el sector en el que opera: advertir contra la necesidad urgente de luchar contra el cambio climático.

Shell ha difundido un estudio en el que alerta de que la única forma de cumplir los Acuerdos de París sobre Cambio Climático, especialmente el de "mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales", será imposible si no se extrae dióxido de carbono de la atmósfera.

En este sentido, la compañía fue pionera, puesto que ya en 1991 advertía en un documental sobre los peligros del cambio climático en una película titulada 'Climate of Concern' ('Clima de preocupación'). Sin embargo, desde entonces ha seguido invirtiendo en la búsqueda y extracción de combustibles fósiles.

En el nuevo estudio, planteado como una propuesta utópica para alcanzar las metas del Acuerdo de París, la petrolera advierte de que el objetivo sólo se puede lograr con el compromiso de "la sociedad, los mercados y los gobiernos", ya que implicará la transformación "de todos los sectores de actividad económica". Entre otras medidas, sugieren la necesidad de 10.000 instalaciones de extracción de CO2, mientras que para 2020 habrá menos de 50 operando en todo el mundo, y Shell ya tiene instalaciones de estas características en funcionamiento.

La idea es alcanzar las cero emisiones netas de CO2 cuanto antes al extraer y almacenar la sustancia en el subsuelo, para que, al continuar el nivel de extracción pero disminuir el de emisión, las toneladas de dióxido de carbono sean cada vez menores en la atmósfera, lo que llevaría a un menor aumento del calentamiento global.

Así, la compañía aboga por una pronta implementación de impuestos a las empresas que empleen las fuentes de energía basadas en el carbón, para fomentar el uso de bioenergía y fuentes de energía renovables, algo que debería estar plenamente implementado para la década de 2030. Bajo este supuesto, el 32% de la energía mundial en 2070 sería de origen solar, mientras que el carbón sería sólo el 6% y el petróleo el 10%.

Entre los cambios económicos recogidos por el estudio se encuentra el del sector del transporte. Apuntan que en 2035 todos los nuevos coches vendidos en las principales áreas económicas del mundo deberían ser eléctricos, hasta que el hidrógeno y la electricidad sean la práctica totalidad de los combustibles para movilidad personal.

También señalan el reto de alcanzar la cero deforestación neta, reforestando además un área del tamaño de Brasil a lo largo y ancho del planeta para limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados centígrados por encima de la temperatura media previa a la era industrial.

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