
La energía es uno de los insumos básicos de la industria y, además, es una potente industria en sí misma. Con esa dualidad bien presente arrancó el primer panel de debate de la Jornada, protagonizada por Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, Pedro Miró, vicepresidente y consejero delegado de Cepsa, y Alberto Martín Rivals, socio responsable de Energía y Recursos de KPMG. Así fue la jornada, en directo
Abrió el fuego Imaz, preguntándose si realmente queremos industria y, en caso de que la respuesta sea afirmativa -algo lógico, habida cuenta de sus grandes beneficios para la economía-, hace falta que la sociedad española reconozca el papel de los empresarios, injustamente tratados desde algunos sectores e ideologías.
Además de ese reconocimiento, según Imaz, "hace falta un entorno competitivo para que los empresarios opten por invertir aquí", En este entorno competitivo tienen mucha importancia los costes energéticos -el 60% de los costes industriales en el caso de las refinerías de su empresa-, pero también otros elementos, como la situación fiscal, educativa o laboral.
Miró, por su parte, indicó que la actividad industrial consiste en "buscar el mayor valor añadido para cada molécula", de forma que, a partir de una materia prima, se obtengan productos refinados que aporten valor añadido. Y puso como ejemplo las refinerías de su compañía, y la necesidad de establecer "alianzas estratégicas", con proveedores y otros agentes directamente implicados en los procesos productivos, para superar los tiempos duros que, para el sector petrolero, está provocando el bajo precio del crudo.
Sobre el problema de la evolución del precio del petróleo, dijo que la industria se estaba adaptando con recortes, pero que éstos tienen un límite, y que comienza a ser necesario sustituir los recortes por ahorro. Y en este punto concreto, nada mejor que hacerlo a través de las alianzas estratégicas que había valorado poco antes.
En cualquier caso, Miró quitó hierro a la trascendencia de los bajos precios del petróleo y recordó que "el entorno es siempre cambiante y no hace tanto tiempo que desarrollábamos proyectos con el barril a 40 dólares".
Alberto Martín Rivals, por su parte, abundó en la importancia de los altos precios de la energía para la industria: "en España paga el quinto precio de la electricidad y el cuarto precio del gas más altos de la UE". La razón de esta diferencia no está en las empresas energéticas, "son muy eficientes", ni en los mercados "que son competitivos", sino en que las autoridades están usando la energía como "vehículo de políticas sociales, territoriales o sociales". Buen ejemplo de ello es el peso de los impuestos en los carburantes, que rozan el 60% de los precios finales. La pregunta clave, por lo tanto, es "cómo financiamos esas políticas para que no afecten a la competitividad industrial".
Los tres ponentes estuvieron de acuerdo en la necesidad de explotar los recursos autóctonos, aunque se consideró complejo replicar el éxito de los hidrocarburos no convencionales en EE UU, por la estructura de propiedad del subsuelo -en la UE es público- y por la mayor densidad de población del continente europeo. En EEUU, gracias a la revolución shale, el país se está reindustrializando: "en tres o cuatro años, el coste de fabricar en China será sólo un 10% menor que en EEUU", dijo Imaz.