
En los próximos días —probablemente el miércoles, tras la reunión del colegio de comisarios—, la Comisión Europea propondrá sus nuevas metas verdes de cara al año 2040, como paso previo a las cero emisiones netas fijadas para 2050. Y a falta de conocer la propuesta legislativa, cabe esperar que se proponga una reducción neta del 90% de los gases de efecto invernadero (GEI) respecto al año 1990.
Así se desprende de un informe del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo repartido entre los diputados de cara a la inminente iniciativa. Mediante la simulación de diferentes escenarios de emisiones y presupuestos, el documento afirma que la Comisión se inclina por la más ambiciosa, ya que las otras dos opciones proponen unas reducciones del 80% y el 85%.
Para lograrlo, se requerirían medidas adicionales y una mayor inversión en tecnologías limpias, que debería rondar el 2,3% del PIB anual. De hecho, este punto es uno de los que más controversia se espera que genere el plan, ya que muchos países han mostrado preocupación por quién pagará las inversiones o cómo se evitará la fuga de inversiones hacia terceros.
También exige la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles, cuya cifra en 2023 se elevó hasta los 620.000 millones de euros en todo el mundo.
El documento señala cómo se debería implicar cada sector para conseguir dicho objetivo. Los sectores de la energía y de la industria son los que más transformaciones deberán acometer, mientras que el sector agrícola, el más rezagado en la carrera por reducir las emisiones de GEI, dependerá de cambios en la dieta.
Otros sectores también encuentran notables barreras. Este es el caso del transporte pesado y la aviación, que no disponen aún de soluciones listas para conseguir dicho objetivo, o el de la edificación, que requeriría una renovación masiva mediante la financiación directa.
Una vez emitida la propuesta, deberá ser aprobada tanto por el Parlamento como por la propia Comisión. Y de haber algún desacuerdo entre ambas instituciones, deberá negociarse un texto común. Hasta el momento, únicamente ocho países, entre los que figura España, han apoyado específicamente este objetivo.
Antes de 2040, Europa deberá reducir el nivel de emisiones un 55% para el año 2030, como primer paso hacia la neutralidad en carbono.