
Y, de repente, ocurrió lo inesperado: saltaron los plomos de casi toda España. El caos reinó durante las horas en las que el país quedó sin electricidad, asomado a un escenario inédito en el que también se puso a prueba la resiliencia de los sistemas de suministro de agua, que demostraron sobradamente su capacidad para adaptarse a situaciones extremas.
La España peninsular, junto con Portugal y algunas zonas del sur de Francia, se quedó sin electricidad durante varias horas y en este tiempo no sólo se apagaron las luces, también se interrumpieron otros servicios como las redes de telefonía móvil o internet. Incluso el transporte ferroviario quedó paralizado ante la falta de suministro. A medida que pasaba el tiempo las condiciones se volvían más extremas debido a la magnitud del apagón. Sin embargo, el abastecimiento y saneamiento de agua siguió funcionando con normalidad. Y lo hizo a pesar de que gran parte de las infraestructuras y procesos asociados al ciclo integral del agua necesitan de esta energía para seguir funcionando. No sólo las depuradoras, potabilizadoras y desaladoras requieren luz para trabajar, también el flujo y la presión del suministro se regulan a través de bombas eléctricas presentes en gran parte de los sistemas de distribución.
De hecho, las pocas incidencias que inevitablemente se produjeron estuvieron precisamente relacionadas con esta circunstancia. Pérdidas de presión, cortes puntuales y pequeñas complicaciones en determinados barrios situados en las cotas más altas de algunas ciudades. "En general, el sector del agua urbana, en lo que respecta a la parte del abastecimiento, logró mantener el servicio en unas condiciones aceptables, especialmente porque la situación de los depósitos era buena, y muchos funcionaban por gravedad", explica Jesús Maza, presidente de AEAS-AGA.
También Lucas Díaz, director de Aqualia en España, confirma que el apagón "no ha afectado de manera grave a los servicios gestionados por Aqualia" y subraya que el principal motivo que ha permitido minimizar las consecuencias de la falta de fluido eléctrico ha sido "el alto nivel de organización y experiencia de nuestros equipos, que disponen de protocolos de actuación frente a todo tipo de contingencias".
Más allá de las medidas operativas, las empresas activaron rápidamente los protocolos de emergencia en las instalaciones esenciales para garantizar la operatividad del sistema y evitar el desabastecimiento. "Hemos desplegado planes de contingencia y hemos derivado equipos electrógenos en aquellos puntos más críticos para suplir la carencia de fluido eléctrico. Además, hemos reforzado nuestros equipos sobre el terreno para mantener el servicio de forma manual", señalan desde Veolia.
"Algunas de las instalaciones disponen de grupos electrógenos, por lo que han podido seguir funcionando con normalidad durante el apagón. Fruto de todo ello, menos del 10% de la población atendida por Aqualia en España ha visto afectado parcialmente los servicios de abastecimiento", asegura el director de Aqualia en España.
El sector del agua español ha vuelto a demostrar su capacidad para responder ante situaciones críticas, como ya ocurrió con la DANA, y se reivindica como uno de los más robustos de entre los servicios básicos. Pero necesita inversión para que su liderazgo no se vea comprometido y poder seguir garantizando el buen funcionamiento del servicio. Asimismo, y para prevenir posibles contingencias que puedan producirse en el futuro, el presidente de AEAS-AGA pide "señalar al sector como prioritario en momentos de crisis, por ejemplo, para el suministro de gasoil para alimentar estos generadores" y "dotar a las instalaciones de equipos generadores autónomos en aquellos lugares que sea necesario".