
Cuando una buena parte del mundo vuelve a mirar a las centrales de fisión nuclear como fuente para asegurar su suministro eléctrico, un reducido grupo de actores tratan de desarrollar la fusión nuclear, la cual ofrece mayores ventajas en términos de seguridad, impacto ambiental y sostenibilidad. En Europa, Gauss Fusion, corporación fundada en 2022 por varias compañías industriales del continente -entre ellas, la española IDOM-, lidera la carrera por conseguir esta ansiada fuente de energía. De hecho, Milena Roveda, su directora general, fue recientemente presidenta del comité ejecutivo de la Asociación Europea de Fusión (EFA).
¿Le siguen quedando 40 años a la fusión nuclear?
Siempre que escucho aquello de "a la fusión nuclear le quedan 40 años" respondo con cuatro argumentos. Por un lado, la guerra entre Rusia y Ucrania, que aumentó los precios de la energía en Europa, ha hecho que países como Italia reconsideren la nuclear.
Por otro lado, todos los avances que se están dando con la inteligencia artificial y las supercomputadoras hacen que los cálculos y modelaciones, que antes se demoraban semanas o meses, ahora se puedan hacer en cuestión de días y horas.
Además, la industria ha cambiado el rol que mantenía hasta hace pocos años. Ahora, ya no se limita a ser proveedor, sino que también entra en la parte de la construcción.
Y por último, el mundo se ha dado cuenta de que necesita una carga base que no proceda del gas, para que los precios no sean elevados. Por tanto, debe venir de la nuclear, pero si comparas las dos [fisión y fusión], la fusión presenta muchas ventajas.
¿Qué papel pueden jugar los materiales avanzados?
Es uno de los mayores retos que tiene la fusión, porque no hay materiales que sobrevivan a los ataques de los neutrones durante los 50 años que debe funcionar una planta eléctrica.
¿Cuándo podrían estar listos?
Hay científicos que estiman un plazo de 30 años. Nosotros estamos desarrollando una solución alternativa que permita el intercambio de materiales de forma remota. La tecnología no está lista al 100%, pero sí podemos trabajar con soluciones alternativas.
¿Cuáles serían los siguientes hitos a conseguir?
A la hora de hacer la fusión, se utilizan dos isótopos de hidrógeno; uno está en todas partes, pero el otro, que se llama tricio, no existe, por lo que se tiene que producir en el mismo reactor. Esta tecnología está sobre el papel, pero nunca se ha hecho. Ese es el reto más grande de la fusión en este momento.
¿En qué estado se encuentra vuestro desarrollo de la fusión?
Hay mucho por hacer, pero ya tenemos la base para sacar la fusión del laboratorio y ponerla mediante una central eléctrica en la industria. Ahora estamos construyendo nuestro conceptual design review (CDR), un documento que contiene todos los detalles de construcción. La parte de los magnetos, de cómo vamos a hacer la creación del tricio, de cómo se hará la planta de refrigeración, etc. Lo terminaremos a final de este año, y a partir de ahí ya podremos empezar a construir los primeros prototipos de imanes.
¿Cuál es vuestra capacidad de acceso al capital en estos momentos?
En este momento hay unas 45 empresas en todo el mundo trabajando en la fusión. De todas ellas, el 85% están en Estados Unidos, y la mayoría del resto en Europa. También hay algunas en Israel o en Nueva Zelanda. En total, se han invertido 8.000 millones, de los cuales apenas el 15% ha llegado a Europa. El Viejo Continente nunca tuvo la industria del high-tech y ya ha perdido la industria del automóvil. La industria de la fusión tiene potencial para crear muchísimos puestos de trabajo.
¿Llevamos mucho retraso respecto a Estados Unidos?
No tanto. El verdadero retraso lo tenemos respecto a China. El nuevo canciller alemán está diciendo que los alemanes serán los primeros en poner una central eléctrica de fusión, pero los chinos serán los primeros. Tenemos que 'ponernos las pilas' para no depender energéticamente de China.
¿No es muy ambiciosa la pretensión del canciller, teniendo en cuenta que su mandato se limita a cuatro años?
Nosotros estamos empezando a hacer los primeros prototipos. Por supuesto, en cuatro años no estará listo. Hablamos de una cuestión que estará en entre 10 y 20 años, pero tenemos que empezar ahora si queremos tener energía procedente de la fusión.
¿Qué necesita Gauss Fusion para poder avanzar?
Lo que se necesita en este momento es capital y un compromiso claro de los gobiernos europeos, principalmente de Alemania, Dinamarca, España, Francia, Italia y Países Bajos, en el que se fije la idea de construir una primera planta de energía eléctrica. La visión que tenemos es hacer una especie de Airbus o Eurofighter de la fusión nuclear. Pero este proyecto tiene que ser un trabajo público-privado. Las plantas de fusión se componen de muchas, millones de tecnologías., y tenemos que desarrollar toda la cadena de suministro.
¿Han hablado con el Gobierno español?
Todavía no. Estamos hablando con los gobiernos de Alemania, Francia e Italia. Y la Comisión Europea está más focalizada en el ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor).
¿Cómo podéis convencer a la UE para que os destine dinero público, como el que dirige al ITER?
ITER en este momento mantiene económicamente a los proveedores que en un futuro necesitaremos para construir nuestra planta de energía eléctrica. Aparte del ITER, nosotros no tenemos la capacidad para ir a comprar en este momento imanes por 200 millones de euros. Todavía no estamos en ese punto.
Para esa primera instalación, ¿el foco está depositado sobre Alemania?
Calculamos unas 200 plantas de energía eléctrica en Europa de fusión para los próximos 100 años. Estamos haciendo con la universidad de Múnich un estudio para saber dónde están los clústeres donde hay industria, y hay varios en España. Cada planta ocuparía unas 100 hectáreas y tendría una capacidad de potencia de un gigavatio (GW).