
Los embalses extremeños han servido como muros de contención para evitar inundaciones en Portugal. Así lo ha reconocido la Agência Portuguesa do Ambiente (la agencia de meteorología del país vecino), que ha destacado la buena gestión conjunta del agua de la cuenca del río Tajo.
Esta buena gestión ha frenado potenciales inundaciones como las que se produjeron en Lisboa hace más de una década, en 2013. En la actualidad, sin embargo, a pesar de los sucesivos trenes de borrasca que han descargado en la península Ibérica, este suceso no se ha repetido.
Así, la reciente borrasca Martinho, que trajo intensas precipitaciones, ha vuelto a poner de relieve el papel esencial de los embalses extremeños en la gestión del caudal del río Tajo, gracias a su capacidad de regulación y a su eficaz gestión hidráulica.
El papel de las presas cacereñas
Una eficaz gestión hidráulica en la que las presas cacereñas han jugado un papel clave. En primer lugar el embalse de Alcántara, uno de los mayores de Europa. Este embalse, gestionado por Iberdrola, ha sido protagonista en la última operación de control del caudal. Tal y como se explica de manera técnica, su función como embalse de regulación ha permitido laminar los fuertes aumentos de caudal en un corto periodo de tiempo. En solo 48 horas, acumuló 190 hectómetros cúbicos, lo que obligó a abrir sus siete compuertas para evacuar de forma controlada el excedente. Esta acción fue clave para amortiguar el impacto aguas abajo, especialmente en zonas portuguesas donde el Tajo suele desbordarse en episodios de lluvias intensas.
También el embalse de Valdecañas jugó un papel relevante, al sumar 34 hectómetros cúbicos durante el mismo episodio, situándose al 94% de su capacidad. A su vez, Cedillo actuó como válvula de escape, manteniendo desembalses controlados en función de las previsiones meteorológicas, mientras que Torrejón el Rubio complementó la regulación global del sistema.
Reconocimiento del país luso
Desde Portugal, tal y como recogen medios locales, la Agência Portuguesa do Ambiente (la Agencia Portuguesa de Meteorología) ha elogiado la gestión española del caudal del Tajo durante la borrasca, subrayando que gracias a esta coordinación se han evitado desastres mayores.
El presidente de dicha Agencia Portuguesa del Medio Ambiente (APA), José Carlos Pimenta Machado, destacó que "fue necesario hacer una gestión muy articulada, tanto con España como con los concesionarios portugueses de los embalses, con la protección civil (...) para minimizar el efecto de las inundaciones",
La colaboración transfronteriza ha demostrado ser no solo útil, sino necesaria, para la protección de las poblaciones ribereñas y la sostenibilidad del sistema hídrico compartido.
Los embalses extremeños no solo abastecen de agua y energía, sino que actúan como escudos frente a fenómenos meteorológicos extremos y como mecanismo de control del Tajo. Prueba de ello ha sido su rol durante Martinho y el resto de borrascas de las últimas semanas.
El río más largo de la península Ibérica es un lazo entre ambos países cuyo control y cuidado es fundamental. Los embalses extremeños se han demostrado, una vez más, como válvulas claves.
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