
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha paralizado la industria eólica norteamericana. Lo ha hecho de manera literal, al pausar temporalmente los nuevos permisos para la instalación de parques marinos y anunciar la revisión de los arrendamientos existentes; pero también de manera figurada, ya que la elevada incertidumbre ha empujado a muchos promotores a retrasar sus proyectos.
Las decisiones adoptadas por el Ejecutivo MAGA —y las que podrían llegar en los próximos meses— están desorientando al sector, con síntomas empresariales que ya son visibles. Según recoge The Wall Street Journal, desde la llegada del nuevo mandatario, compañías como TotalEnergies han postergado proyectos para desarrollar eólica marina por un periodo de cuatro años, mientras que otras, como Shell u Orsted han sufrido fuertes devaluaciones en sus negocios de energía eólica.
La ofensiva de Trump contra los molinos comenzó hace años, durante su anterior etapa en la Casa Blanca. Sin embargo, ha sido en este segundo mandato cuando más se ha recrudecido. Ya desde la campaña electoral, el presidente no ha parado de lanzar mensajes —muchos de ellos, sin ningún tipo de rigor— contra este tipo de renovables. Pero la situación para los molinos nunca había peligrado tanto como en las últimas semanas, desde que juró el cargo y firmó los primeros decretos. En concreto, Trump, a través de un memorando, suspendió de manera temporal los arrendamientos y permisos para nueva energía eólica tanto en tierra como en aguas federales.
Aunque muchos de los nuevos proyectos en tierra se localizan en propiedades privadas, suelen requerir diversos permisos, procedentes del Cuerpo de Ingenieros del país, del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de EEUU o de la Oficina de Administración de Tierras, entre otros organismos. En definitiva, filtros con los que se podrían obstaculizar la tramitación de los nuevos parques.
Uno de los pocos proyectos suspendidos temporalmente, cuyo nombre ha trascendido, es el de un proyecto eólico en Lava Ridge, (Idaho). Proyectado cerca de un campo de internamiento para estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial, el hipotético parque se ha enfrentado a una feroz oposición local. Su destino dependerá en última instancia del nuevo secretario del Interior, Doug Burgum, cuyo signo republicano permite entrever la decisión final.
Otra situación bien distinta viven los proyectos que iniciaron su fase de construcción antes del aterrizaje de Trump. Con temor a que ocurriera lo que finalmente está ocurriendo, muchos promotores con proyectos ya aprobados pisaron el acelerador para iniciar las obras lo antes posible. Y comenzada la construcción, sus responsables confían en esquivar el receso impuesto por Trump, pero también en acceder a los créditos fiscales existentes.
Para la mayoría de analistas consultados por el diario especializado es poco probable que a los proyectos offshore en obras les afecte la suspensión temporal. No obstante, la interpretación no es unánime, ya que la orden firmada por Trump incluye la revisión de los contratos de arrendamiento existentes.
7,7 Gigavatios en 2025
Según un informe de la EIA, de los 63 nuevos GW que el país espera añadir a su red eléctrica en 2025, solamente el 12% (7,7GW) de la energía procederá de nuevos proyectos eólicos, siendo tanto la solar (52%) como el almacenamiento (29%) los grandes protagonistas, con 35,5 GW y 18,2GW, respectivamente.
Texas, Wyoming y Massachusetts representarán casi la mitad de las nuevas incorporaciones de capacidad eólica.