
La energía que producen las olas del mar, conocida como undimotriz, sigue siendo una fuente renovable poco explotada a pesar de su enorme potencial para contribuir en la tarea de lograr un futuro libre de emisiones.
Además de ser limpia y segura, dispone de un amplio margen para su instalación, ya que el océano ocupa el 70% de la superficie del planeta. La elevada densidad del agua la convierte también en una energía altamente eficiente: por cada metro de altura de las olas se pueden obtener entre 20 y 40 kW. Así, según un estudio de la Agencia Internacional de la Energía (EIA) tan solo la energía generada por las olas que llegan a las costas estadounidenses bastaría para cubrir el 64% del consumo energético del país.
Todas estas ventajas la posicionan como una de las soluciones más sostenibles y asequibles para la producción de agua desalada, un proceso cada vez más necesario en entornos condicionados por la escasez hídrica como las islas, pero que conlleva una importante demanda eléctrica. Sin embargo, la utilización de esta energía marina tiene una gran capacidad para impulsar el desarrollo de la desalación sostenible y esto es lo que pretende demostrar el proyecto europeo Desalife-Desalinización para la Sostenibilidad Ambiental y la Vida, que el próximo mes de enero comenzará a desarrollarse en el norte de Gran Canaria.
La iniciativa pretende estudiar la viabilidad de una innovadora tecnología basada en boyas flotantes que son impulsadas por las olas del mar en aguas profundas y que utilizan la energía generada para desalar agua de mar mediante un proceso de ósmosis inversa sin consumir electricidad de la red ni producir emisiones de CO2 vinculadas. La solución se basa en la tecnología desarrollada por el grupo noruego Ocean Oasis para la industria offshore y se ha perfeccionado con la introducción de la boya piloto de desalinización Gaia, que ha estado operando en pruebas en el puerto de Las Palmas durante el año pasado.
Desalife, que avanza ya hacia una fase pre-comercial a escala real, cuenta con un presupuesto cercano a los 10 millones de euros, cofinanciado con 5,9 millones por la Agencia Ejecutiva Europea de Clima, Infraestructuras y Medio Ambiente (CINEA) en el marco del Programa de Economía Circular y Calidad de Vida. Está liderado por Ocean Oasis Canarias y cuenta con la participación de entidades como el Instituto Tecnológico de Canarias, el Grupo de Investigación en Sistemas de Energías Renovables de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Plataforma Oceánica de Canarias y Elittoral, consultora medioambiental especializada en medio costero y marino.
Una isla con gran potencial undimotriz
Gran Canaria ha sido elegida como sede del proyecto debido a su alto potencial para el aprovechamiento de la energía undimotriz. Sebastián Feimblatt, cofundador de Ocean Oasis y CEO de la delegación canaria, afirma que la isla "brinda una oportunidad única para demostrar el uso de las energías marinas para una desalación sostenible".
El abastecimiento de agua potable en los municipios del norte depende en gran medida de tres plantas desaladoras gestionadas por el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria y una de ellas, la EDAM Arucas-Moya, contribuirá a la implantación y operación de las diferentes fases integrando el agua dulce producida por la energía de las olas.
Durante el desarrollo de Desalife, la EDAM recibirá una aportación de agua dulce de hasta 2.000 m3/día (promedio anual) producida en alta mar, el equivalente al consumo diario de 15.000 personas. También se estudiará la posibilidad de replicar el proyecto en otros puntos del archipiélago, contribuyendo a que la disponibilidad de agua deje de ser un factor limitante de la potencialidad de la región y facilitando así la transición hacia una economía sostenible, energéticamente eficiente y resiliente al cambio climático en las islas.