
La banca acreedora de Holaluz mueve ficha en la reestructuración de la deuda que prepara la comercializadora presidida por Carlota Pi. El pool de entidades financieras, encabezadas por CaixaBank como banco más expuesto, ha contratado los servicios de EY como asesor financiero para renegociar los nuevos términos y condiciones de los aproximadamente más de 50 millones de euros de pasivo que la compañía catalana acumula, de acuerdo a distintas fuentes financieras consultadas por elEconomista.es.
Las mismas voces añaden que este pool de acreedores, entre los que figuran también BBVA, Banco Sabadell y Banco Santander, por este orden de exposición, se han apoyado en los servicios del bufete de abogados Cuatrecasas para completar esta misión. Las negociaciones se encaran con vistas a lograr un acuerdo sin ningún ajuste severo y, por tanto, lograr un pacto en el que se gane tiempo (standstill en la jerga del sector) mientras la compañía endereza el rumbo.
Se da la circunstancia en este caso de que la banca se ha apoyado en los servicios de EY, firma que es, a su vez, auditor de Holaluz. De hecho, la big four señaló "dudas significativas" sobre la viabilidad empresarial de la empresa en medio de su profunda crisis financiera. Fuentes del mercado, no obstante, enmarcan este mandato en la normalidad, pues las divisiones de consultoría y auditoría acostumbran a trabajar con equipos separados y sin comunicación alguna.
El movimiento de las entidades financieras sigue al de la compañía, que el pasado viernes anunció que en su caso había contratado a PwC para reestructurar su pasivo. De momento, ha renovado un programa de pagarés por siete millones de euros.
Al igual que otras empresas del sector, como Eidf y Solarprofit, la comercializadora entró en crisis a raíz de la estabilización de los precios de la electricidad y el pinchazo de la burbuja del autoconsumo. En 2023, Holaluz registró unas ventas de 614,6 millones de euros, un 33% menos, y estrechó su margen comercial un 25%. Aunque la compañía declaró un ebitda normalizado de 4,3 millones de euros -fruto de operaciones contables para excluir algunos costes extraordinarios-, el resultado neto consolidado arrojó unas pérdidas de 26,2 millones, cinco veces más que en 2022.
Pila de deuda
A 30 de abril, la deuda neta de Holaluz ascendía a 57,2 millones de euros. Se trata de una magnitud inferior a los 65,4 millones en rojo con que terminó el ejercicio de 2023. En la estructura de endeudamiento de la compañía tienen un peso importante los préstamos bancarios y diferentes instrumentos de financiación de circulante como pólizas a corto plazo, líneas de confirming y otros mecanismos, la mayoría respaldados por el ICO.
Esta coyuntura ha llevado a Holaluz a buscar acuerdos financieros para ganar liquidez y mantenerse a flote. Aunque el grupo comunicó a finales de abril que estaba a punto de conseguir una inyección de 20 millones del Instituto Catalán de Finanzas (ICF) y varios family offices, esta operación jamás llegó a materializarse.
Tampoco la búsqueda de un socio industrial, la opción B sondeada por la compañía tras la negativa del banco público catalán, ha tenido resultados hasta ahora.