
Su programa electoral únicamente mencionaba las medidas relacionadas con el medio ambiente de forma testimonial y en numerosas ocasiones ha negado abiertamente la existencia del cambio climático. Incluso se ha mostrado partidario de privatizar los ríos o el mar. Javier Milei accede a la presidencia de Argentina con una política casi inexistente desde el punto de vista medioambiental, y durante los próximos cuatro años marcará el rumbo del país con la intención de enfrentar la crisis económico-financiera que arrastra apoyándose, entre otras cosas, en la extracción de recursos naturales con importante demanda en el mercado internacional como el litio, el gas, el cobre o los minerales raros. Esta perspectiva supone una gran dificultad en términos de sostenibilidad y ha desatado las alarmas entre las organizaciones ecologistas, que advierten del negativo impacto que estas reformas tendrán en la lucha contra el calentamiento global.
El plan de gobierno diseñado por Milei contempla una fuerte reducción del gasto público, y una de las primeras medidas que ha tomado el mandatario ha sido eliminar el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible para convertirlo en una subsecretaría. En esta misma línea, ha expresado su intención de desintegrar la Administración de Parques Nacionales y reducir la plantilla del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el principal centro de investigación en biodiversidad y medio ambiente.
Una de las actuaciones más controvertidas hasta el momento ha sido la presentación de la denominada ley ómnibus, un proyecto que incluye importantes modificaciones en las principales normativas medioambientales de Argentina. Entre otras propuestas, el documento contempla incluir variaciones en la ley de Glaciares con el objetivo de habilitar la actividad minera en las zonas periglaciares. Esta modificación, que pone en peligro las masas de hielo en la cordillera de Los Andes y la Patagonia, supondría un importante retroceso para una normativa que marcó un hito en la protección ambiental no solo de Argentina sino de todo el mundo, y que fue concebida precisamente para preservar estos ecosistemas como reservas estratégicas de recursos hídricos y de biodiversidad.
También propone alterar la ley de Bosques para reducir su financiación, una iniciativa que tendría importantes consecuencias en la conservación de los bosques nativos e incentivaría la deforestación de estos espacios. Según las estimaciones que han llevado a cabo un centenar de organizaciones sociales y que han sido enviadas a los diputados del Congreso Nacional, la aprobación de esta medida dejaría desprotegidos al 80% de los bosques nativos existentes en el país.
Asimismo, el proyecto gubernamental pretende autorizar la quema de campos con fines productivos sin necesidad de solicitar la aprobación de las autoridades, abrir la pesca en la Zona Exclusiva Económica del Mar Argentina a los barcos extranjeros y derogar la ley de Tierras para permitir a los grandes capitales adquirir áreas rurales sin restricciones de tamaño ni control sobre su uso.
Apuesta por los hidrocarburos
Desde el punto de vista climático, el texto incluye diversas reformas con el fin de propiciar la participación de las empresas privadas, incrementar el libre comercio y la competencia y ampliar los mercados de energía eléctrica y los hidrocarburos.
La normativa deja clara su intención de apostar por la extracción de gas y petróleo para recaudar fondos, una idea respaldada por todos los sectores económicos del país. Así lo demuestran las actividades que se están llevando a cabo en este ámbito entre las que destacan la primera perforación para buscar petróleo sobre el talud continental del Mar Argentino o el proyecto de construcción de un puerto petrolero sobre el golfo San Matías, en la Patagonia norte.
El proyecto de ley no menciona explícitamente las energías renovables ni el hidrógeno verde, pero sí incluye una agenda para cumplir con los objetivos de emisiones netas absolutas de gases de efecto invernadero (GEI) en el marco del Acuerdo de París. Para conseguirlo, prevé crear un mercado de derechos de emisión en el que participen tanto empresas privadas como el sector público. Se trata de un mecanismo similar al mercado voluntario de bonos verdes que permitiría la privatización de la capacidad de captura de dióxido de carbono.
Visita a la Antártida
Tan solo un mes después de llegar a la Casa Rosada, el presidente argentino viajó a la Antártida para inaugurar el proyecto Nutec Plastics, un programa del Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (OIEA) diseñado para reducir la contaminación por microplásticos a través de las nuevas tecnologías.
La iniciativa, que cuenta con la participación de 63 países y abarca casi todos los mares del mundo, llega a la Antártida gracias a la colaboración de Argentina y permitirá a los investigadores buscar pruebas científicas que permiten caracterizar y evaluar la contaminación marina debida a los microplásticos, y al mismo tiempo demostrar el uso de la radiación ionizante en su reciclado, transformando los desechos plásticos en recursos reutilizables.
Durante su visita, que tomó por sorpresa a los argentinos y también a la comunidad internacional, Milei declaró que "el ejercicio de la ciencia, la cooperación y la preservación del medio ambiente antártico son ejes prioritarios" de la política exterior diseñada por su gobierno. Estas palabras han sido tomadas desde diferentes perspectivas: mientras para algunos supone un sutil acercamiento del mandatario a las causas medioambientales, para otros es una estrategia de política internacional que, más allá, podría tener intenciones todavía ocultas para las que necesitaría la colaboración de países aliados.