Energía

Así funciona una gran gigabatería hidráulica

La central hidráulica de La Muela

Las centrales de bombeo están llamadas a convertirse en grandes instalaciones para el almacenamiento de energía eléctrica a gran escala. Estas gigabaterías permiten facilitar la gestión del sistema eléctrico y amplían la seguridad de suministro y la capacidad para poder instalar un mayor número de energías renovables.

Este tipo de central eléctrica cuenta habitualmente con dos embalses a distinta altura que permiten almacenar el agua en los momentos en los que demanda y, generalmente el precio, es menor para aprovecharla posteriormente para generar electricidad durante las horas de mayor consumo o mayor precio.

Según explica Iberdrola, en las horas valle, generalmente durante la noche en los días laborables y los fines de semana, se usa la energía sobrante para elevar el agua contenida en el embalse situado en el nivel más bajo al depósito superior por medio de una bomba hidráulica que hace subir el agua a través de una tubería forzada y de la galería de conducción. El embalse superior actúa, así, como un depósito de almacenamiento.

Con el aumento de la producción de energías renovables, la fuerte caída de precios que se producirá en las horas centrales del día hará cambiar previsiblemente este patrón de funcionamiento para llevar a ese periodo la recarga del depósito superior.

Durante las horas pico, es decir, a última hora de la tarde la central de bombeo funciona como una planta hidroeléctrica convencional: el agua acumulada en el embalse superior cerrado por una presa se envía por la galería de conducción al embalse inferior. En este salto, el agua pasa por la tubería forzada, en la que adquiere energía cinética que se transforma en energía mecánica rotatoria en la turbina hidráulica. A su vez, esta se convierte ya en energía eléctrica de media tensión y alta intensidad en el generador. Para la regulación de las presiones del agua entre las conducciones anteriores se construye en ocasiones una chimenea de equilibrio.

El paso siguiente son los transformadores, que envían la electricidad producida en la central por las líneas de transporte de alta tensión hasta llegar a los hogares e industrias de la red eléctrica que la consumen.

Por su parte, el agua, una vez generada la electricidad, cae por el canal de desagüe hasta el embalse inferior, donde queda de nuevo almacenada.

Por todo ello, las centrales hidroeléctricas de bombeo son eficientes en el almacenamiento de energía, suponen una solución de larga duración, favorecen la integración de las energías renovables en el sistema y ofrecen una gran rentabilidad tanto ambiental como económica.

Estas plantas además se espera que puedan también contar en el futuro con instalación fotovoltaicas flotantes que reducen la evaporación de agua al tiempo que pueden aportar también una parte de las necesidades de energía limpia para el proceso de bombeo del agua.

En Europa, la mayor planta que existe de este estilo está en La Muela II en el embalse de Cortes de Pallàs, en la margen derecha del río Júcar. Su capacidad instalada supera los 880 megavatios (MW) —suficiente para atender el consumo eléctrico de casi 200.000 hogares— duplicando así la capacidad de generación del complejo Cortes-La Muela hasta más de 1.800 MW —lo que equivaldría a la demanda anual de casi 400.000 familias—. La central tiene cuatro grupos de turbinas reversibles dentro de una caverna que permiten aprovechar el desnivel de 500 metros existente entre el depósito artificial de La Muela y el embalse de Cortes de Pallás para producir energía eléctrica.

Los planes que están desarrollando ahora las grandes eléctricas, como Iberdrola, supondrían superar el tamaño de la instalación de esta gran planta valenciana con el proyecto que mantienen en Orense para una instalación de 900 MW.

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