
El pasado mes de noviembre, la OPEP+ acordó ampliar sus recortes de producción hasta los 2,2 millones de barriles de petróleo diarios, con el objetivo de estabilizar el precio del oro negro en el mercado internacional. Sin embargo, los planes del cártel están siendo infructuosos, pues el coste del crudo ha seguido disminuyendo. Tras esta mengua existen diversos factores, como un debilitamiento de la demanda global y el incremento de la producción en países como EEUU, Brasil y Guyana. Por otro lado, el hecho de que los recortes sean voluntarios ha provocado que algunos miembros de la OPEP+ hayan decidido no aplicarlos, afectando a la estrategia del cártel liderado por Arabia Saudí.
Si bien la Agencia Internacional de la Energía informó recientemente que la demanda de crudo aumentará en 2,3 millones de barriles diarios, el organismo encabezado por Fatih Birol señaló que existe un debilitamiento del clima macroeconómico que ha llevado a una revisión a la baja de sus previsiones. En este sentido, la IEA estima que la demanda disminuirá en 400.000 barriles diarios, un debilitamiento que se extenderá hasta 2024 y que supondrá una reducción de 1,1 millones de barriles diarios. Esta situación parece haber provocado un exceso de la oferta de crudo que ha desbaratado los planes de la OPEP+ de estabilizar los precios mediante sus recortes voluntarios de producción. Todo ello en un contexto en el que países como EEUU están aumentando su producción.
En este sentido, la producción de petróleo en Estados Unidos en el tercer trimestre de este año fue de 13,13 millones de barriles diarios, batiendo las expectativas gubernamentales, situadas en los 12,5 millones. Ello se debe al incremento de la extracción de petróleo mediante el fracking - método que concentró el 66% de la producción de oro negro en 2022-, en dos de los principales campos de petróleo de EEUU: la Formación Bakken y la Cuenca Pérmica. En este último caso el interés de las grandes firmas petroleras ha generado una verdadera pugna por absorber a aquellas empresas, más pequeñas, que cuentan con licencias de explotación en la región. Paralelamente, este incremento del fracking ha ido acompañado de un descenso de las plataformas de petroleras, estimado en el 20%, gracias al desarrollo de nuevas técnicas de extracción.
Además, Brasil alcanzó en septiembre su récord de producción de crudo, extrayendo 3.672 millones de barriles de petróleo diarios, un incremento del 6,1% en comparación con el mes anterior y del 16,7% interanual. Por su parte, la producción de Guyana aumentó hasta los 389.000 barriles diarios en 2023, un volumen cinco veces superior que el de 2020. Además, el crecimiento de las exportaciones de petróleo de Irán ha provocado que el mercado esté inundado de petróleo, lo cual está neutralizando la estrategia de la OPEP+.
Paralelamente, la organización parece estar siendo boicoteada desde dentro, ya que mientras Arabia Saudí se comprometió a reducir su producción este mes en un millón de barriles diarios, Nigeria extrajo en octubre 1,35 millones de barriles, su nivel de producción más alto desde enero de 2022. Esta situación ha llevado a especular sobre ciertas fracturas dentro de la OPEP+, así como de una pérdida de credibilidad. En este sentido, hay analistas que consideran que al cártel no le queda más remedio que dar un volantazo a su política de recortes: "Creemos que el próximo paso de la OPEP+ será aumentar la producción", indicaron recientemente analistas de Capital Economics.
Por otro lado, el interés de las grandes petroleras en extraer crudo del suelo estadounidense mediante fracking revela un dato importante. Este método tradicionalmente es muy costoso, siendo rentable siempre que el barril de crudo se sitúe por encima de los 60 dólares. Por lo tanto, la llegada de firmas como ExxonMobil y Chevron a la Cuenca Pérmica tejana indica que entre las grandes petroleras confían en que el precio del crudo se sitúe sobre los 60 dólares durante los próximos años.