
La publicación del último informe del IPCC ha coincidido con el mes en el que se celebra el Día de la Tierra (22 de abril) y ambos acontecimientos ponen el foco en la necesidad de apostar por las energías renovables para controlar el calentamiento global y sus efectos. Cada día surgen nuevas formas de aprovechar recursos naturales -como el viento, el sol o el agua- para generar electricidad sin contribuir a la generación de emisiones de gases de efecto invernadero. Una de ellas es la de utilizar enormes cometas que vuelan a cientos de metros del suelo para generar energía.
Los denominados sistemas de energía aerotransportada tienen dos formas de generar electricidad. El primer método consiste en enrollar el cable de la cometa alrededor de un cabrestante que produce energía cuando la cometa empieza a volar y el viento tira del cable hasta desenrollarlo. A continuación, el cable se vuelve a enrollar y se repite de nuevo todo el proceso. El otro método genera electricidad a bordo de la propia cometa. En este caso, se utiliza una cometa rígida, similar al ala de un avión, que soporta pequeñas turbinas eólicas. Cuando la cometa está en el aire, el viento hace funcionar las turbinas y genera energía que se transporta hasta la estación de tierra a través del cable.
En la actualidad, hay al menos 10 empresas en Europa y EEUU que trabajan en el desarrollo de prototipos de cometas para producir electricidad. Una de ellas es la alemana Kitekraft, que utiliza el segundo método. Según su codirector general y jefe de tecnología, Florian Bauer, es una forma de generar energía "más barata de fabricar y de transportar y, además, tiene una mayor eficiencia". Además, la huella de carbono es menor, añade.
Otra de esas empresas es SkySails Power. Con sede en Hamburgo, ha sido la primera compañía en comercializar este tipo de cometas. SkySails Power controla sus cometas de hasta 180 metros cuadrados de superficie por ordenador y están diseñadas para su uso en lugares remotos alejados de la red eléctrica. La compañía las hace volar a 800 metros de altura, dibujando grandes ochos en el cielo para alimentar un generador en tierra con una potencia media de 80 kilovatios, suficiente para suministrar electricidad a unos 60 hogares estadounidenses.
Por el momento, la energía aerotransportada está en sus inicios. La mayoría de las empresas trabajan en proyectos piloto relativamente pequeños y ninguna ha ampliado su tecnología hasta el rango de megavatios que las haría comparables a las turbinas eólicas convencionales.
Ventajas e inconvenientes
Las cometas ofrecen una ventaja potencial sobre las torres eólicas actuales en cuanto al material utilizado y a su coste, al no requerir el uso del cemento y las estructuras de acero que sustentan las turbinas. Puesto en cifras, un parque de cometas de 50 MW necesitaría unas 913 toneladas métricas de material para funcionar durante 20 años frente a las 2.868 toneladas métricas que necesitaría un parque eólico tradicional.
Asimismo los sistemas de energía aerotransportada podrían instalarse en el mar en estructuras más ligeras y baratas que las que se utilizan para mantener a flote las pesadas turbinas eólicas.
No obstante, también presentan una mayor complejidad. Para que las cometas sean económicamente rentables, deben funcionar durante largos períodos y sin apenas o ninguna supervisión humana. Dada las complejas maniobras que dibujan las cometas en el aire, requieren un control constante de las cometas, bien con los flaps y los timones (las rígidas) o con ajustando la longitud de las líneas de dirección, como se guía un paracaídas.
Los sistemas de energía aerotransportada son capaces de volar bajo control informático durante horas o días, y funcionan bastante bien mientras el viento se mantiene estable, señala Chris Vermillion, director del Laboratorio de Control y Optimización de Energías Renovables y Eficiencia Energética de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, a Smithsonian Magazine. Sin embargo, todavía no son capaces de enfrentarse de forma fiable a fuertes rachas de viento y otros fenómenos meteorológicos imprevisibles.
Otro problema para este tipo de compañías es la escala. Las cometas pequeñas son más baratas de fabricar y más fáciles de desarrollar, pero no funcionan tan bien a partir de los 300 metros de altura, donde el viento sopla más fuerte, porque ahí el peso y la resistencia del cable aumentan. Por su parte, las cometas más grandes, que son más eficientes a esa altura, conllevan más gastos y riesgos. El ejemplo perfecto de este problema es Makani. Pionera del sector, contaba con el respaldo de Alphabet, se precipitó al aumentar el tamaño de sus cometas sin resolver previamente los problemas tecnológicos que presentaban las de menor envergadura. El resultado fueron una producción más cara y una serie de accidentes que llevaron a la matriz de Google a abandonar el proyecto y finalmente el cierre de la compañía.
En opinión del Departamento de Energía de EEUU, los sistemas de energía aerotransportada son "una tecnología inmadura y no probada que requiere un desarrollo significativo antes de que pueda desplegarse a una escala significativa a nivel nacional".