Rusia ya tiene en sus manos la pieza clave para el control energético en Ucrania que tanto teme Volodímir Zelenski. La ocupación de Zaporiyia, situada en el sur de Ucrania (a orillas del río Dniéper), supone la conquista del 20% del suministro eléctrico ucraniano. Y es que hablamos de uno de los países del mundo más dependientes de la energía nuclear, que está implicada en más de la mitad (54%) de la electricidad del país.
Esta cuota solo es superada por Francia, donde un 70% de la electricidad es producida a partir de sus 56 reactores operativos, e igualada por Eslovaquia, donde el porcentaje también alcanza el 54% (ver gráfico). Según los últimos datos de la Asociación Nuclear Mundial, a Ucrania le siguen Hungría (48%), Suecia (42%), Bélgica (38%), Suiza (37%) y Eslovenia (36%).
Ucrania tiene actualmente el control de 3 de sus 4 nucleares en activo y 9 de sus 15 reactores en funcionamiento, después de que el viernes Vladimir Putin ocupase la central más grande de Europa y la tercera del mundo. El bombardeo sobre sus alrededores, que ha causado un incendio en una de sus unidades, se produjo horas después de que Rusia y Ucrania acordasen crear corredores humanitarios y evacuar a la población civil.

El temor a un desastre nuclear como el de Chernóbil ha vuelto a hacer sonar las alarmas en todo el mundo. Así lo confirmó el propio presidente ucraniano, que declaró que Putin "sabía lo que hacía" y por ello el ataque "no es un error". Zelenski pone el foco en el incendio creado en la central y en el daño a una de sus unidades, con el objetivo de levantar viejos fantasmas nucleares.
"Esos tanques están equipados con cámaras térmicas, saben dónde disparan. Hago un llamamiento a cualquiera que conozca la palabra Chernóbil, Rusia lo quiere repetir pero multiplicado por seis. Si hay una explosión, será el final de Europa. No lo permitamos", ha destacado el líder ucraniano.
Control y seguimiento
Según la información facilitada por la Inspección Estatal de Regulación Nuclear Ucraniana (SNRIU, por sus siglas en inglés) al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), la operación del reactor número 1 de la central se encuentra interrumpida. Mientras, las unidades número 2 y 3 han sido desconectadas de la red y se actualmente se está realizando la refrigeración de estas instalaciones nucleares.
El reactor 4 sigue operando con una potencia de 690 megavatios (MW), algo más del 60% de su capacidad, para garantizar una fuente de energía eléctrica segura a todos los sistemas de seguridad del emplazamiento. Las unidades 5 y 6 están paradas y en proceso de enfriamiento.
La refrigeración del combustible nuclear en las unidades de energía de Zaporiyia está garantizado por los sistemas de suministro eléctrico previsto en el diseño de las mismas de acuerdo con los requisitos de los procedimientos para una operación segura. La SNRU ha comunicado que que desde las 7 de la mañana del 3 de marzo, el personal de operación no ha sido relevado.
EL CSN mantiene el seguimiento de la información proporcionada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre los niveles de radiación, tanto de los emplazamientos de las instalaciones nucleares ucranianas como de las redes de vigilancia de la radiación del resto del país y de todo el mundo. Hasta el momento no se ha detectado ningún nivel de radiación preocupante.
Suministro
Zaporiyia es la planta más importante con una capacidad de casi 6.000 megavatios (MW), lo equivalente al suministro de cuatro millones de hogares ucranianos, y es precisamente en sus dimensiones donde reside su nivel de seguridad, algo que las autoridades han querido destacar en todo momento de la ofensiva rusa.
Con reactores de agua presurizada, a diferencia de los de Chernóbil que se controlaban mediante granito, los VVER-1.000 de Zaporiyia se alimentan con combustible enriquecido en isótopo fisible Uranio-235.
Estos funcionan gracias al vapor, calentado en el núcleo que en vez de hacer girar directamente las turbinas, lo que sería problemático por los altos niveles de radiación, calientan otro circuito de vapor no contaminado que es lo que finalmente genera la actividad, conservando los niveles bajos de radiactividad.