
España está al borde de una profunda crisis industrial. El coronavirus ha sido la puntilla que algunas empresas como Alcoa y Nissan necesitaban para tomar la decisión de cierre. Otras, como Celsa, Duro Felguera o Abengoa, tendrán que afrontar un futuro incierto.
La caída de ventas del automóvil en más de un 95% y el parón de la construcción han puesto en cuestión el 25% de la potencia económica industrial española. Por ese motivo, decisiones como los cierres anunciados esta pasada semana no son medidas tomadas únicamente por la pandemia sino que vienen de atrás. En el caso de Nissan, las conversaciones con el Gobierno llevan produciéndose desde hace más de un año y medio y la mesa para el futuro de Alcoa lleva dando vueltas casi dos años sin que las medidas propuestas como el Estatuto electrointensivo o las redes cerradas de energía se hayan aprobado.
La delicada situación por la que atraviesa el sector secundario hace necesario la adopción de medidas para reactivar la economía y contener la hemorragia. Por eso un conjunto de grandes patronales agrupadas en la Alianza para la competitividad dieron a conocer en abril un paquete de medidas urgentes.
La industria está trabajando ahora mismo a un nivel del 85%, lo que supone que hay un 15% que no ha sido capaz de recuperar su actividad normal tras la "hibernación" de principios de abril, instalándose en un circulo vicioso que necesita de planes de estímulo de la demanda en automoción y licitaciones públicas para romperse.
Planes de estímulo
Francia y Alemania, de hecho, ya han aprovechado este giro de la política europea -mucho más permisiva ahora con las ayudas de estado- para lanzar planes para la compra de vehículos de más de 2.000 millones, cada uno. No obstante, desde el sector empresarial se advierte que estos planes hay que diseñarlos con inteligencia y recuerdan el nefasto Plan E de Zapatero y advierten que no tendría sentido incentivar solo coches eléctricos que no se fabrican en España.
Nuestro país es el segundo productor de automóviles de Europa, pese a que por tamaño de población debería ser el quinto y el parón de producción ha impactado de lleno en otros sectores como el siderúrgico o el químico.
Juan Antonio Labat, director de la patronal química Feique, lo explicó muy bien esta pasada semana en el Congreso: "en un coche lo que no es química es metal" y explicó que hay inversiones que podrían llegar a España si se toman medidas.
La siderurgia, tal y como indicó en esta misma comparecencia Andrés Barceló, director general de Unesid y secretario general de la Alianza para la competitividad, está trabajando al 50% de capacidad.
Esta situación supone que un buen número de empresas están ahora mismo contra las cuerdas y que si el Gobierno no toma medidas urgentes su futuro puede acabar convirtiéndose en irreversible.
Barceló sostiene que cuando una empresa se va, algo que cuesta mucho dinero, la decisión está tomada desde hace tres o cuatro años. Poco a poco dejan de invertir y la profecía se acaba autocumpliendo. Entre las empresas que están atravesando momentos de dificultad figura Celsa. La compañía de la familia Rubiralta ha sufrido una fuerte caída de las ventas por el parón del motor que la ha llevado a tomar una medida sorprendente como acudir a la justicia para reclamar la renegociación de su deuda a través de las cláusula "rebus sic estantibus", que apenas ha sido utilizada en España en momentos de guerra. El juzgado ha admitido la propuesta de la empresa que ahora tendrá que renegociar su deuda con los fondos que ya reclaman hacerse con el 49% del capital de la empresa.
Otra que está sufriendo este impacto es Arcelor Mittal. La compañía fabrica bobinas de chapa fina para automóviles, y ha anunciado una bajada de la producción en sus talleres, así como la intención de llevar a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) de fuerza mayor a unos 8.230 trabajadores. En Asturias también sufren esta situación el fabricante de amortiguadores Vauste o la cristalera Saint-Gobain.
La inversión en energía registra la mayor caída de la historia, según la AIE
Inversión en energía
Otro de los factores que provocará problemas a la industria es el freno a las inversiones en materia energética. La caída de los precios del petróleo forzará la renegociación de contratos que ya estaban firmados, tal y como reconoce Técnicas Reunidas, que aun así mantiene su sentimiento positivo por el plan de ajuste que tiene en marcha.
Otras ingenierías, que ya sufrían problemas, no corren la misma suerte. Abengoa se ha visto forzada a volver a iniciar una renegociación de su deuda por tercera vez. Ha tenido que parar el proceso de incorporación de un socio y la venta de uno de sus activos clave, el A3T.
Al parón del petróleo se une también en parte el de las renovables. Gamesa y Nordex han retirado sus previsiones de crecimiento, mientras la industria fotovoltaica advierte también de un frenazo en las instalaciones de autoconsumo. El freno de la inversión energética -que sufre el mayor retroceso de la historia- afectará por lo tanto a compañías como Tubacex o Tubos Reunidos.
Otro de los sectores que sufre es el de la aviación: Alestis, Aernnova, Aciturri y Airbus sufren ya las secuelas del parón de las aerolíneas. La producción de aviones no se espera que vuelva a la normalidad hasta bien entrado 2021.