
España gana cotas de poder en Europa. Hasta seis representantes de nuestro país han conquistado en menos de un año los primeros puestos en las instituciones financieras europeas, evidenciando que España ha pasado de ser uno de los grandes problemas de la UE al mejor ejemplo de la recuperación.
En la carrera por corregir el dominio alemán de las organismos europeos destacan Luis de Guindos, exministro de Economía, que ostenta desde junio la vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE); el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que desde marzo también es presidente del Comité de Basilea; o el exsecretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, elegido presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en febrero y que asumió el cargo este 1 de mayo.
A estos nombres, se suman los de Sergio Álvarez, director general de Seguros y Fondos de Pensiones, miembro del consejo de administración de la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación (EIOPA) desde marzo; Emma Navarro, vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) desde junio; y Joaquín Almunia, exvicepresidente de la Unión Europea y, desde febrero, responsable de evaluar el rescate griego para Europa.
Ejemplo de éxito
La crisis dejó muchas cicatrices en nuestro país y algunas heridas todavía resultan visibles. Pero la economía española se convirtió en una historia de éxito por las reformas aplicadas (sobre todo la laboral) y por la intervención a fondo del sistema bancario. La cuarta economía del euro ha conseguido capitalizar ese reconocimiento volviendo a recuperar esas sillas en la cúpula europea que nos privaron los grandes socios en los peores momentos de la crisis en 2011 y 2012.
El visible retorno español ha sido la punta de lanza del empuje desde el sur que ha servido para equilibrar el acento alemán que domina en los organismos económicos y financieros de la UE. La llegada de Guindos a Fráncfort marcó el arranque de la reconquista del poder. Fuentes del Ministerio de Economía explican que todos estos nombramientos suponen "un reconocimiento a la calidad de los profesionales y muestra la confianza que las instituciones tienen en ellos y en nuestro país".
Guindos era el ministro más veterano del Eurogrupo. Campa ya se quedó a las puertas del Consejo Ejecutivo del BCE en 2011. Almunia ocupó en Bruselas las carteras de Economía y Competencia. Y Hernández de Cos está muy bien valorado por sus pares.
Pero el gran baile de sillas llegará tras las elecciones europeas de mayo. Los socios pelearán por todos los grandes puestos: las presidencias de la Comisión Europea, el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, Alto Representante y, sobre todo, la presidencia del BCE que dejará el italiano Mario Draghi. Sin embargo, la llegada del exministro español como número dos del supervisor bancario europeo aumentará las posibilidades de candidatos nórdicos para compensar la balanza.
En otro nivel, también quedarán libres en diciembre tres de los seis puestos directivos de la Junta Única de Resolución (JUR) tan crucial en la intervención del Banco Popular. Uno de los que se irá es el español Antonio Carrascosa. Fuentes de la institución indican que España tendría oportunidades de retener la silla si nombra a una mujer, dado que actualmente la presidenta Elke König es la única voz femenina en la cúspide del órgano de resolución bancaria.
No obstante, los nombres españoles no son los únicos del sur que han iniciado la reconquista de Europa. Cabe recordar que el exministro de Finanzas portugués, Mario Centeno, se hizo con la presidencia del Eurogrupo en diciembre de 2017, mientras que el italiano Andrea Enria consiguió dar un paso adelante al cambiar este invierno la presidencia de la Autoridad Bancaria Europea (EBA) por la del supervisor único del BCE. Mientras, los alemanes, además de la JUR, dirigen el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Klaus Regling) y el Banco Europeo de Inversiones (Werner Hoyer).
Defensa de la banca nacional
La relevante presencia española en las primera línea de las instituciones financieras europeas supone una garantía de la defensa de los intereses de la banca nacional. Entre las misiones de De Guindos, Hernández de Cos o José Manuel Campa está la de presionar a la UE para culminar la unión bancaria con la creación del Fondo de Garantía de Depósitos común. Hasta el momento Alemania es uno de los grandes opositores a esta hucha única ante la aversión a que sus contribuyentes acaben pagando los agujeros de otras entidades europeas.
La postura germana pone palos en las ruedas al camino hacia las fusiones transfronterizas, tan reclamados por el BCE y el Banco de España para conseguir, no sólo un gran banco europeo que compita con los gigantes de EEUU y China sino también para aligerar en las operaciones de integración que permitan a la banca aumentar su rentabilidad, el gran reto del sector nacional y europeo, a base de adelgazar costes y ganar mercado, ante la incertidumbre de una subida cercana de los tipos de interés.
De momento, los bancos españoles ya están inmersos en una nueva ola de fusiones, encabezada por la de Unicaja y Liberbank, aunque los analistas prevén que en cuestión de dos o tres años se cierren nuevas operaciones. La de Sabadell y Bankia está en el horizonte, aunque su futuro será más claro una vez se conozcan las intenciones del nuevo Gobierno y su disposición a salir del capital de Bankia.
Sin embargo, con la situación actual el escenario de las consolidaciones se juega en casa entre las entidades mediadas mientras que las grandes, como Santander, CaixaBank o BBVA miran hacia Europa a la espera de que se abra el camino hacia la unión bancaria.