La farmacéutica estadounidense Purdue Pharma ha acordado este martes pagar 270 millones de dólares de multa al estado de Oklahoma durante el proceso judicial en el que se la acusa de alimentar la conocida como crisis de los opiáceos en EEUU. Se trata de la primera medida de este tipo, que puede sentar las bases de la forma de actuar de las farmacéuticas y de los jueces en los próximos meses, ante las miles de demandas similares.
De hecho, sólo Purdue se enfrenta a más de 1.600 juicios por esta cuestión, promovidos por 37 estados de la Unión, así como por ciudades e incluso condados. Es el fabricante del fármaco OxyContin, uno de los más vendidos de los considerados como opiáceos en EEUU. Johnson & Johnson y Teva se enfrentan al mismo proceso judicial, cuyas vistas comenzarán dentro de dos meses, si no alcanzan un acuerdo como el logrado por Purdue.
Las acusaciones alegan que las farmacéuticas llevaron a cabo en los últimos años agresivas estrategias de marketing, presionando a los médicos para que recetasen este tipo de medicamentos contra el dolor, lo que ha llevado al país a una crisis sanitaria sin precedentes.
En el caso de Purdue, una compañía privada con más de 5.000 empleados en todo el mundo y que facturó 3.000 millones de dólares en 2017, se ha planteado declararse en bancarrota, lo que la protegería de la oleada de demandas.
Tras ser una de las culpables de la crisis de opiáceos, ahora investiga un fármaco contra sus sobredosis
Paradójicamente, el pasado mes de enero los medios estadounidenses se hicieron eco del plan de la compañía de fabricar fármacos para tratar la adicción a los opiáceos.
En este sentido, hace dos semanas la compañía anunciaba avances en la producción de una inyección contra la sobredosis de opiáceos. En una campaña para limpiar su imagen, Purdue Pharma se compromete a no obtener beneficios de la venta del fármaco - una vez tenga la aprobación de la FDA - y de hacerlo "accesible a la gente que más lo necesite".
El presidente estadounidense, Donald Trump, declaró en 2017 la situación de emergencia de salud pública por la crisis de opiáceos. Según datos de la Casa Blanca, La epidemia le costó a la economía estadounidense 504.000 millones de dólares en 2015, que fue el equivalente al 2,8% del producto interior bruto ese año, y las muertes por sobredosis de este tipo de sustancias superan los 50.000 fallecidos al año. A los efectos nocivos de estos compuestos se suman en los últimos años los de las benzodiacepinas, que también causan estragos entre la población estadounidense.