El dividendo extraordinario de Bankia tendrá que esperar. Aunque el banco presidido por José Ignacio Goirigolzarri habría terminado 2018 con un ratio de solvencia suficiente como para hacerlo efectivo, su aprobación no se producirá todavía, si no que, aplicando un principio de prudencia, se retrasará al menos hasta conocer los requisitos de MREL que fijará el Banco Central Europeo (BCE) para la entidad. El MREL es lo que se conoce como 'colchón anticrisis, que debe establecer el regulador, y que se compone por el conjunto de activos con los que responder en caso de resolución del banco.
Bankia estableció que este dividendo extraordinario, incluido en el plan estratégico que se puso en marcha el año pasado, se podría repartir cuando el ratio CET 1 Fully Loaded superara el nivel del 12% Para la media de analistas, que elabora FactSet, esta zona se habría rebasado ahora con creces, al situarse en el 12,9%. Dado que el banco se mantuvo holgadamente por encima de ese nivel a lo largo de 2018, se había generado la expectativa de que pudiera aprobar el reparto de al menos una parte de su exceso de capital con agilidad.
No obstante, según fuentes consultadas, la luz verde no será inminente. De hecho, aunque se espera que en el próximo consejo de administración, en el que Bankia aprobará sus cuentas de 2018, se valide el dividendo ordinario que con cargo a los resultados del año pasado se propondrá a la junta de accionistas, el visto bueno para el extraordinario quedará pendiente.
Para Nuria Álvarez, analista de Renta 4, este ejercicio de prudencia es comprensible ante la falta de visibilidad sobre el MREL que exigirá a la entidad el BCE y también ante los bajos tipos de interés, que merman la capacidad del banco de impulsar su rentabilidad. "La entidad no se comprometió con una fecha para abonarlo, por lo que tiene espacio hasta 2021", apunta. "Además existen dudas sobre el entorno regulatorio. Este año concluye Basilea III y se dará el salto a Basilea IV, que tendrá consecuencias en el cómputo de capital de la banca", añade Álvarez.
En febrero, Bankia presentó su plan estratégico a tres años en el que se comprometía a devolver 2.500 millones de euros a los accionistas durante el periodo, incluyendo la retribución ordinaria y la extraordinaria procedente del exceso de solvencia. El primer beneficiado de esta estrategia es el propio Estado español, que, al controlar a través del Frob un 61,38% del banco, cobrará 1.500 millones en dividendos en tres años. El gobierno aprobó en diciembre alargar el dos años el plazo de desinversión de la entidad, para optimizar al máximo posible la inversión. La último colocación de títulos se produjo en diciembre de 2017.
800 millones
De acuerdo con las previsiones de los analistas, Bankia habrá ganado 799 millones el año pasado; una cifra que se confirmará el próximo 28 de enero. Este resultado significaría una mejora del 58% respecto a 2017. No obstante, ese ejercicio, la cifra de resultados se vio impactada por los ajustes derivados de la compra de BMN. Bankia contempla impulsar su beneficio hasta los 1.300 millones en 2020. Uno de los ejes para conseguirlo será reforzar su digitalización, por lo que invertirá 1.000 millones en tecnología en tres años. En el cuarto trimestre, sufrió un cargo extraordinario de 85 millones, por la venta de una cartera de activos inmobiliarios de 3.000 millones de euros.