
Los detalles de la guerra sucia entre BBVA y Sacyr de finales de 2004 y principios de 2005 se están conociendo ahora, catorce años después, gracias a las grabaciones que realizó el excomisario José Villarejo a petición del banco. La derivada política del asalto de la constructora a la entidad, que siempre estuvo en el ambiente, se empieza a corroborar con los informes realizados por el exinspector a raíz de los miles -15.000- pinchazos de llamadas telefónicas llevadas a cabo a empresarios, partidos y miembros del Ejecutivo, además de a periodistas y otra serie de investigaciones.
Entre ellos destaca la figura de Miguel Sebastián, por entonces jefe de la Oficina Económica de Moncloa, uno de los que en su tiempo se consideró muñidor de toda la operación de derribo. Según uno de estos informes, en manos de la investigación que tiene en marcha la Audiencia Nacional, Sebastián aprovechó la felicitación de Navidad de 2004 a más de un inversor de importancia del banco advirtiendo de las consecuencias que tendría que Francisco González siguiera al frente del mismo.
Con este recado inequívoco, acompañado por un dossier confidencial, el jefe de la Oficina Económica de José Luis Rodríguez Zapatero buscaba la complicidad de grandes fondos de inversión al derribo del banquero de la presidencia de BBVA para situar, al parecer, a una personalidad afín a los intereses políticos del recién estrenado Gobierno socialista.
El exministro apareció desde el principio como el gran muñidor de la operación de asalto
Hay que recordar que González llegó al grupo BBVA en 1996 cuando el Ejecutivo del PP de José María Aznar le nombró máximo responsable del entonces Argentaria, que estaba en manos del Estado. Años después, en el ejercicio 2000 tras un proceso de privatización previo, Argentaria se fusionó con BBV y se creó BBVA.
De los informes elaborados por las empresas de Villarejo por orden del banco se desprende cómo Sebastián, en sus advertencias, alertaba a estos inversores que los apoyos al presidente de BBVA se iban a notar especialmente en el extranjero y, más concretamente, en el endurecimiento de los controles sobre los negocios e inversiones dudosas que se están realizando en Iberoamérica gracias a la labores de lobbys y de las comisiones que abonan a los políticos.
Una de las especulaciones que circuló en los meses que duró la intentona de asalto es que la intervención de Sebastián fue clave y se debió a la enemistad que tenía con González, quien lo despidió de manera fulminante meses antes del banco. Al parecer, el motivo del cese se debió a los constantes informes que realizaba en el Departamento de Estudios de BBVA que dirigía, que ponían en duda la viabilidad de algunas de las medidas adoptadas por el Gobierno del PP y destacaban los beneficios de significativas propuestas electorales del PSOE.
Una vez los socialistas alcanzaron el poder, en la primavera de 2004, pusieron en marcha la operación para echar a González de la presidencia de BBVA con la ayuda de Sacyr, una constructora liderada por Luis del Rivero, que había mostrado en muchas ocasiones la intención de convertirse en uno de los grandes empresarios de este país. La toma de control del que era el primer banco de este país en su momento era una oportunidad de oro que no podía escapar.
Sacyr anunció en noviembre la intención de adquirir un 3,1% del capital de BBVA, un movimiento que en el banco levantó ampollas y una oposición férrea, especialmente de su presidente.
Según las informaciones de los últimos días, la entidad se sirvió de los trabajos de espionaje de Villarejo para adelantarse al denominado grupo hostil y poder actuar en consecuencia.
El aviso a los inversores se realizó en Navidad mediante el envío de dossieres
El banco inició en junio del año pasado una investigación interna para analizar si los contratos con el exinspector de Policía suponen una ilegalidad y adoptar las medidas necesarias. No destaca demandar al propio González, presidente de honor desde finales de diciembre, cuando dejó todas las funciones ejecutivas tras más de veinte años al mando.
La operación de la constructora para entrar en el capital del banco azul, finalmente se frustró a inicios de 2005 por la división en el órgano ejecutivo de Sacyr, los movimientos de Francisco González, la tibieza de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y la oposición a la operación del Banco de España (entonces gobernado por Jaime Caruana). Concretamente, el supervisor bancario exigió una participación superior al 5% para que la constructora pudiera acceder al consejo de administración del banco, un porcentaje difícil de conseguir por las tensiones en el seno de Sacyr.