Empresas y finanzas

Manipulación del consumo y especulación industrial, las claves del fraude del aceite de oliva virgen extra

  • La OCU denuncia estafa en el etiquetado de los aceites más caros
  • "El 99% del AOVE que está en el mercado ya no es virgen extra"
  • La industria se vale de la no caducidad del aceite para especular

El 48% de los aceites analizados entre 41 marcas en un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) es un fraude: fueron vendidos más caros, como aceite de oliva virgen extra (AOVE) y sólo llegaban a virgen. La última polémica agroalimentaria ha estallado, dispuesta a salpicar a todo el sector y a levantar ampollas incluso en el Ministerio de Agricultura. Las cifras son peores en realidad, y la estafa podría alcanzar a la amplia mayoría de los aceites virgen extra que vemos en las estanterías de los supermercados.

"El 99% del aceite de oliva virgen extra que hay en el mercado ya no es virgen extra", asegura a elEconomista Carlos Tapiador, gerente de la almazara manchega Finca La Oliveta y experto en el cultivo de oliva. ¿Estamos ante una estafa aún mayor? Mar Luna Villacañas, directora de la Escuela Europea de Cata, reduce esta controversia a dos puntos de vista, "el del consumidor, que está protegido por ley, y el de las empresas, que quieren saltarse la ley".

Si el aceite llega tres años después al supermercado, no alcanzará el mismo nivel de calidad si es sometido a una nueva prueba

"El aceite es un ser vivo, y va evolucionando dentro de la propia aceituna y más aún cuando ya está en la garrafa o en una botella, donde cambia mucho más rápido debido a la luz o la temperatura", explica Carlos Tapiador, que califica la controversia como un conflicto viejo radicado en la esencia del producto y en un agujero en la legislación. Es decir, un laboratorio puede certificar que un zumo es AOVE en el momento en que fue elaborado. Pero si ese aceite llega tres años después al supermercado, con toda seguridad no alcanzará el mismo nivel de calidad si pasa una nueva prueba. Este lapso de tiempo responde a las necesidades de las grandes compañías de la industria, sucede de manera habitual y explica por qué hay una diferencia de criterio en los laboratorios del estudio de la OCU.

"La legislación no obliga a incluir en el etiquetado la fecha de recogida de la cosecha. Se puede vender un depósito de AOVE avalado por los análisis, y que la envasadora lo ponga en el mercado dos o tres años después, porque el aceite no caduca nunca. Incluso en seis meses, el aceite puede evolucionar y ya no considerarse virgen extra", argumenta Tapiador. La envasadora, por tanto, es la única responsable de mantener la calidad del aceite que ha pasado el análisis requerido. En esto coincide la directora de la Escuela Europea de Cata, que explica en qué consisten las dos pruebas a las que se somete el aceite para su calificación.

Un aceite que pasa las pruebas de AOVE, si se vende dentro del año desde la cosecha seguirá siendo AOVE casi en el cien por cien de los casos

El primer análisis, físico-químico, determina la pureza del zumo de aceituna y certifica que no esté adulterado. El segundo, conocido como análisis organoléptico, se realiza por catadores entrenados e independientes y es una prueba sensorial de gusto y olfato. Las dos grandes asociaciones de comercio de la aceituna, Anierca y Asoliva, han echado balones fuera y han apuntado diferencias de criterio entre los catadores de los resultados negativos del informe de la OCU, obviando que el problema no está en la cata, sino en cuánto tiempo pasa entre una y otra. "El tiempo corre en contra del producto", advierte esta catadora experta.

El engaño reside en que el consumidor está pagando alrededor de 50 céntimos más por el litro de AOVE que, en realidad, ya no lo es

"Un aceite que pasa las pruebas de AOVE, si se vende dentro del año desde la cosecha seguirá siendo AOVE casi en el cien por cien de los casos", confirma el gerente de esta almazara especializada en la producción de aceites de máxima calidad. Tapiador, por este motivo, pone entre comillas el concepto de fraude. En realidad, no se trata de un engaño, porque esos aceites superaron efectivamente los análisis previstos. Pero su evolución y su tardía puesta en el mercado lo convirtieron en un producto que ya no es lo que dice la etiqueta. "No se trata de una alerta sanitaria, esto no compete a nivel de salud, pero sí económicamente", continúa. El engaño reside en que el consumidor está pagando alrededor de 50 céntimos más por el litro de AOVE que, en realidad, ya no lo es. "Sólo denunciamos que en la etiqueta se está vendiendo un producto como si fuera de la categoría superior", aclaró el pasado miércoles Ileana Izverniceanu, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios, lo que implica un "perjuicio económico para el consumidor".

Manipulación y especulación: el juego de la industria

El gerente de La Oliveta asegura que el problema se resolvería incorporando en la etiqueta la fecha de la cosecha de aceituna con la que se elaboró ese aceite. No parece una gran cosa y, sin embargo, no se hace por los intereses de la industria en que el dato permanezca oculto.

Las grandes compañías saben que el aceite no será ya AOVE, pero sí tendrá una calidad alta, así que permiten que el consumidor siga pagando esos céntimos de más

Mar Luna va más allá de la fecha de recolección y apunta directamente a las envasadoras como culpables del fraude. Éstas presionan al productor para que ponga una fecha de consumo preferente que se prolonga durante años, hasta extremos en los que es imposible que el AOVE se conserve en su máximo esplendor. "Es una verdadera atrocidad", se queja la directora de la Escuela Europea de Cata. De este modo, el productor pierde el completo control sobre su aceite, que queda a expensas de los intereses económicos basados en el juego de la oferta y la demanda.

La especulación con el aceite forma parte de la dinámica del sector, capaz de comprar grandes cantidades del zumo de oliva y almacenarlo para sacarlo al mercado sólo cuando interesa. Cuando se puede vender más caro. "A ellos les da igual cómo llegue el producto a los supermercados", insiste la experta en aceite de oliva. Las grandes compañías saben que el aceite no será ya AOVE, pero sí tendrá una calidad alta, así que permiten que el consumidor siga pagando esos céntimos de más que sí engrosarán las cuentas de la empresa. Y es en este punto donde sí podemos referirnos a fraude.

Sanciones que interesa pagar

Ante este escenario, la OCU ha señalado directamente a las comunidades autónomas como responsables de castigar estas prácticas de la industria. "Es hora de que las comunidades autónomas cumplan con su deber, sancionar, porque creemos que hay un incumplimiento administrativo en el etiquetado", señaló la portavoz de la OCU, quien también instó a las marcas a las que han sacado los colores a que realicen una "autorreflexión".

Sin embargo, Tapiador no cree que las sanciones puedan arreglar nada. "A las grandes les compensa pagarlas", afirma rotundo. En esto muestra su acuerdo Mar Luna, quien argumenta que hasta que no se multiplique la cuantía de las multas, para las grandes empresas "es más interesante pagarlas". Ella apuesta por que el castigo no pase sólo por un montante económico, sino que se prohíba la venta del producto de esa compañía durante un tiempo. "Esto es un problema de Hacienda, del Estado español, no de tema sanitario", subraya, poniendo el foco en que es la Agencia Tributaria quien debe mover ficha y poner coto a estas prácticas que dejan desprotegido al consumidor. El empresario del olivar, en cambio, apuesta por la formación del mismo para evitar ser engañado y que conozca bien la realidad de un producto básico en nuestra cocina y de uso cotidiano.

Con la fecha de recolección en la etiqueta o un consumo preferente ajustado a la esencia del AOVE cualquier persona podría comprobar fácilmente si el aceite de oliva virgen extra se encuentra en su estado óptimo o, de lo contrario, olerá a tongo.

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