
Mikhail Fridman, el magnate ruso propietario del 29% de Dia, vuelve a realizar otra purga en la cúpula directiva de la compañía. Según han confirmado fuentes próximas a la cadena, la empresa acaba de despedir al director de Nuevos Negocios de España, Diego Cavestany, y al director ejecutivo de Compras, Juan Cubillo, ambos miembros del Comité de Dirección; además de Miguel Bello, director de La Plaza de Dia en España.
Cavestany ha ocupado distintos puestos en la cadena. En el año 1991 fue nombrado director del centro regional de Andalucía y en el año 1998 director general de la compañía en Portugal. Comenzó a asumir la responsabilidad como director ejecutivo para Asia en el año 2000, hasta que en 2010 pasó a ocuparse de la dirección ejecutiva operacional en España.
Juan Cubillo, que llevaba en la compañía desde principios de la década de los noventa del pasado siglo, fue nombrado director comercial en 2009, siendo en agosto del 2010 designado como director ejecutivo de Compras. Su puesto lo ocupará Alfonso Torres, el hasta ahora director de Clarel para España y Portugal, puesto que mantendrá, además de ser director ejecutivo de compras del grupo, bajo el mandato de Faustino Domínguez, nombrado la semana pasada nuevo director financiero de la compañía tras la destitución de Amando Sánchez Falcón.
Estas salidas se suman a los despidos de Ricardo Currás, el consejero delegado de la empresa hasta el pasado mes de agosto y de la presidenta, Ana María Llopis, que se vio obligada a adelantar su salida, prevista para el año que viene. El director financiero, Amando Sánchez Falcón, sigue apartado desde hace más de un semana, después de que se le abriera un expediente y se le suspendiera de empleo y sueldo. En el entorno del grupo no se descarta además que el goteo de despidos siga en los próximos días, golpeando fundamentalmente al área financiera, donde al margen de la salida de Sánchez Falcón, que ya se da por hecha, habrá previsiblemente más despidos.
La empresa, que había anunciado ya el pasado día 15 que se había visto obligada a llevar a cabo un ajuste financiero que podría tener un impacto en el patrimonio neto de hasta 70 millones de euros, aseguró ayer que finalmente el efecto negativo es menor, de únicamente 56 millones y atribuible en su mayor parte al negocio en España y Portugal.
No obstante, la cadena se ha visto obligada a rehacer las cuentas y admitir también descuadres en los beneficios, las reservas y las cuentas a pagar a los proveedores. En concreto, el resultado de 2017 estaba inflado en 20 millones (26 millones antes de impuestos) debido, fundamentalmente, a que se habían sobreestimado los descuentos comerciales a percibir por parte de los proveedores. Es decir que se contabilizaron gastos por debajo de lo real. Con ello, el beneficio neto baja de 110 a 90 millones de euros, un 18 por ciento menos.
Nuevas cuentas
Del mismo modo también, la compañía admitió un impacto en las reservas de 36 millones. De esa cantidad, 18 millones (24 millones antes del efecto fiscal) obedecen a haber contabilizado "facturas pendientes de recibir de proveedores que fueron objeto de registro en un periodo distinto al que les correspondía" y los otros 18 millones (20 millones antes de impuestos) a "provisiones por diversos conceptos que se arrastraban de un ejercicio a otro" y que la sociedad ha decidido registrar en el periodo que realmente le corresponde.