
El tabaco es el el quinto contribuyente a las arcas del Estado. De acuerdo con un estudio elaborado por Analistas Financieros Internacionales (AFI) con la colaboración de la CEOE, el sector suma una recaudación fiscal de 9.000 millones de euros al año, el equivalente al 5% de los ingresos totales del Estado y el 34% de todos los impuestos especiales.
En plena campaña de restricciones contra el consumo y mientras se aprueban en algunos países europeos medidas para la expropiación de las marcas o se limita al máximo el espacio reservado a las mismas, el tabaco sigue siendo el producto que soporta una mayor carga fiscal.

Actualmente, el 77% del precio de venta al público corresponde a impuestos, una tasa que se sitúa muy encima de todos los demás artículos sometidos en España al pago de impuestos especiales. Así, por ejemplo, en el caso de los carburantes ese porcentaje equivale al 47%, en el de las bebidas alcohólicas al 43% y en el de la electricidad al 21%.
Desde la Mesa del Tabaco, una organización que integra tanto a los agricultores, como a la industria y a los estanqueros, explican, que de acuerdo con los datos recabados por AFI, "la cadena de valor del tabaco, desde el cultivo al punto de venta, genera un impacto económico de 3.200 millones de euros de Valor Añadido Bruto (VAB) en la economía española, lo que representa el 0,3% del PIB español". El importante efecto arrastre del sector multiplica así por 2,1 cada euro de valor añadido bruto directo.
Motor de empleo
En el estudio de Afi, denominado La importancia del sector del tabaco en la economía española 2017, se detalla que el sector emplea en su conjunto a cerca de 50.000 personas en España de manera directa, indirecta e inducida. De ese total, un 60% están relacionadas con la venta minorista de tabaco en los expendedurías, pero hay también otros muchos relacionados con el cultivo o la venta. En concreto, los 13.286 estancos existentes en España, que ejercen, según explican desde el sector, una importante función en el control de la venta del producto exclusivamente a mayores de 18 años, evitando el contrabando, aportan un total de 29.800 empleos.
El estudio elaborado por AFI destaca igualmente los casi 3.400 empleos originados en el cultivo de hoja de tabaco y en la industria de primera transformación en Extremadura, donde se concentra el 97% de la producción agrícola tabaquera. "La actividad económica existente alrededor del tabaco facilita el mantenimiento de la población en el medio rural", aseguran en la Mesa del Tabaco.
De media, cada empleo directo en el sector genera 2,6 empleos indirectos e inducidos a lo largo de la cadena de valor, aunque en algunos eslabones el ratio es más elevado. Así, cada puesto de trabajo en el ámbito de la fabricación genera 5 empleos indirectos o inducidos, mientras que en distribución se crean 3,1 indirectos e inducidos.
En esta nueva edición, AFI ha revisado la metodología para la cuantificación del empleo del sector y ha contabilizado únicamente el empleo a jornada completa. Por este motivo, no se puede comparar esta cifra de empleo con la contenida en el anterior informe. En términos comparativos con el Informe del año 2015 (es decir, usando la misma metodología del estudio), el empleo del sector del tabaco habría descendido un 3%, hasta 58.900 personas. Este comportamiento responde a un conjunto de factores, entre los que destacan, una normativa cada más restrictiva para en el ejercicio de nuestra actividad, el problema del comercio ilegal de tabaco que resta ventas e impuestos del canal legítimo o la paulatina tendencia de descenso del consumo en las últimas décadas.
Un país productor
Gracias al buen funcionamiento del modelo productivo en Extremadura, España se ha consolidado como el tercer país productor de hoja de tabaco en la Unión Europea, con la provincia de Cáceres liderando las exportaciones. Y todo ello a pesar de que el tráfico ilícito no se limita ya solo a los cigarrillos sino que empieza a castigar también, pese a los esfuerzos de la industria, al tabaco en rama.
Los cultivadores destacan, en esta línea, que "entre 2011 y 2015, se han invertido 60 millones de euros en las instalaciones de curado para sustituir el empleo de combustibles fósiles (como gasóleo o propano) por biomasa y el resultado es que hoy un 70% del tabaco cultivado en Extremadura se cura con bioenergía".
El tabaco extremeño es apreciado así en el mercado internacional por su elevada calidad. "En este ámbito, es relevante el papel de Cetarsa, la Compañía Española de Transformación de Tabaco en Rama, que se encarga de tutelar y asesorar a la mayor parte de los agricultores para obtener un tabaco de máxima calidad", aseguran en la Mesa del Tabaco.
Al margen de Extemadura, si hay una conumidad donde el tabaco es también estratégico, es Canarias. Tanto desde el punto de vista del empleo como por su contribución a la economía. En 2016, el último ejercicio con cifras disponibles, el valor de la producción de la industria tabaquera canaria ascendió a 358 millones de euros y generó 3.500 puestos de trabajo directos (temporales e indefinidos). Más del 40% de la producción se destina a la exportación (147 millones de euros), una cifra próxima a la exportación de plátanos (158 millones). Por su parte, en 2016, la Administración autonómica ingresó 176 millones de euros a través de impuestos al tabaco: 136 millones por los tributos especiales y 40 millones por impuestos indirectos (IGIC).
En la actualidad, en Canarias se concentra el grueso de la fabricación de tabaco en España, con excepción de una planta de cigarros y cigarritos en Cantabria, propiedad de Imperial, la empresa británica en la que se integra Altadis. En el archipiélago están censados 38 fabricantes de labores del tabaco, de los que cuatro tienen plantas manufactureras de cigarrillos (dos en Tenerife y dos en Gran Canaria), mientras que el resto lo conforman productores de cigarros. El tabaco se consolida así como uno de los motores de la economía españolas pese a las continuas restricciones en materia sanitaria.