La última excentricidad de Elon Musk para financiar su empresa de túneles, The Boring Company, ha sido poner a la venta un lanzallamas como si fuera un elemento más de merchandising de la empresa. La estrategia ha sido todo un éxito ya que los fans de la compañía han agotado el stock disponible, con lo que la empresa ha conseguido ingresar 10 millones de dólares en apenas cuatro días.
El lanzallamas se puso a la venta el pasado 28 de enero a un precio de 500 dólares (a lo que había que sumar impuestos y tasas) y servirá para financiar las máquinas de The Boring Company, los servicios jurídicos y grupos de presión que le permitan construir túneles de transporte para vehículos en Los Ángeles o Washington.
Desde que Musk anunció a través de su cuenta de Twitter la venta del lanzallamas, ha ido enumerando las unidades que se iban vendiendo. En poco más de dos horas consiguió vender los 1.000 primeros, un ritmo que ha ido creciendo para acabar con las 20.000 unidades que había puesto a la venta en escasos cuatro días después.
"Lanzallamas agotado", así hacía oficial el CEO de Tesla y SpaceX que su última excentricidad había logrado el éxito. Más allá de su aspecto exterior, se desconocen las cualidades del dispositivo, lo que ha despertado no sólo el debate en foros de internet sino también entre las autoridades de EEUU.
Mientras que en los foros la conversación ha circulado en torno a si el lanzallamas será un soplete trucado para tener una gran llama o bien si lanzará líquido inflamable bajo presión para generarla, los legisladores de California han comenzado a oponerse a él porque son "increíblemente insensibles, peligrosos y definitivamente no es gracioso". Y es que cabe tener en cuenta que California, el estado donde se asienta The Boring Company, ha sufrido en los últimos meses una serie de incendios que han arrasado gigantescas hectáreas de terreno.
Pese a todo, el envío de los lanzallamas de Musk comenzará en abril y finalmente llegarán con un "extintor aburrido", una forma que tiene el CEO de la compañía de cubrirse las espaldas y tratar de rebajar la tensión que ha generado su última excentricidad.