
Emissao, la filial brasileña que el Canal de Isabel II compró en noviembre de 2013 y que, según el juez Eloy Velasco, causó un agujero a las arcas públicas de 23,3 millones de euros, era "un caos contable". Es lo que asegura Rafael Prieto, director general de la empresa pública madrileña desde enero del año pasado. "Los propios informes internos de la compañía admitían ya los problemas contables y eso se ocultó por parte de los antiguos gestores tanto a Inassa (la sociedad colombiana que engloba los negocios latinoamericanos) como al Canal".
Prieto recuerda que nada más llegar a la compañía y analizar las cuentas de Emissao tuvo sospechas de que había "algo extraño" y fue a partir de entonces cuando se decidió poner en conocimiento de la Fiscalía Anticorrupción, lo que acabó por desencadenar la puesta en marcha de la operación Lezo y la detención el pasado mes de abril de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid.
Planes de negocio
Prieto asegura que "los planes de negocio de Emissao estaban inflados y que, de hecho, las previsiones apuntaban a que en el tercer año, en 2016, se alcanzarían unos ingresos de 80 millones cuando en realidad han rondado los 35 millones de euros".
No obstante, admite también que, al margen de que pudiera haber algún tipo de irregularidad, "hay que tener en cuenta también que justo tras la compra estalló la crisis de la economía brasileña y hubo una fuerte devaluación de su moneda". El actual director general del Canal de Isabel II explica que aunque el anterior equipo gestor contabilizó a 31 de diciembre de 2015 un valor recuperable de 48,49 millones, tras su entrada se encargó una valoración independiente a Deloitte que rebajó este importe un año después a 28,3 millones. "El valor neto de los activos era al cierre de 2016 de 36,5 millones, con lo que ha habido que registrar un deterioro del fondo de comercio de consolidación por importe de 8,13 millones", explica Prieto. Otra de las decisiones que se tomó, además, fue la de cambiar al auditor de Emissao.
Tras su adquisición por parte del Canal, en 2014 se sustituyó a KPMG como auditor por la firma brasileña Performance, pero tras el nombramiento de Prieto volvió a designarse a ésta última. "No digo que hubiera ninguna anomalía en la auditoría, pero en mi opinión quien estaba auditando al resto del grupo debía encargarse también de Emissao", asegura Prieto. El Canal busca ahora una salida ordenada de Latinoamérica, "porque tenemos 3.500 empleados y abastecemos de agua potable a tres millones de personas".