
Las empresas británicas podrían enfrentarse a una inminente escasez de mano de obra. La salida del Reino Unido de la Unión Europea dejará a sectores muy importantes de este país sin la principal fuente de mano de obra que ha usado en los últimos años: trabajadores de baja cualificación de países del este de Europa (en Reino Unido trabajan 900.000 polacos). De modo que el Reino Unido podría promocionar la creación de una brickie visa (visa de albañilería). | El país que más tiene que perder con el Brexit es Polonia
El Reino Unido podría sufrir una escasez de trabajadores en industrias como la albañilería y la fontanería en 2019, una vez que el país abandone el bloque, según muestra Migration Watch UK en un informe. La organización ha sugerido la creación de una visa anual (prorrogable a un máximo de tres años) como medida provisional. Los empleadores pagarían un impuesto y demostrarían que realmente trataron de contratar británicos.
Más formación para británicos
Las visas "solucionaría una verdadera necesidad durante algunos años, pero a la vez habría que implementar fuertes incentivos monetarios para que los empresarios formen a trabajadores británicos en esos sectores", explica Alp Mehmet, vicepresidente de Migration Watch. "La formación fuera del espacio de trabajo se ha desplomado desde el año 2000 hasta la actualidad. Ahora, los empleadores deben dar la talla".
A las empresas británicas les está costando encontrar el personal idóneo ahora que la tasa de desempleo está en su nivel más bajo en 12 años y algunos ciudadanos de la UE dudan si aceptar o empleos en el país, según The Recruitment and Employment Confederation. Pret A Manger, por ejemplo, afirmó que no lograría contratar suficientes trabajadores si tuviera que emplear exclusivamente ciudadanos británicos.
El país se encuentra cerca del pleno empleo y los británicos prefieren trabajos más cómodos, lo que está dificultando a muchas empresas encontrar personal dispuesto a realizar labores relacionadas con la construcción o con la fontanería.
Sin embargo, el ambiente político del país después del referéndum del Brexit deja entrever un abrumador deseo para restringir todo tipo de inmigración y, justo ahora, la primera ministra, Theresa May, está haciendo campaña antes de las elecciones del 8 de junio, por lo que las promesas pueden llegar más lejos de lo que los propios políticos quieren.
Ella reiteró el compromiso de reducir la inmigración en "decenas de miles" y la ministra del Interior, Amber Rudd, ha asegurado que el Gobierno luchará para que las empresas se esfuercen más por contratar y capacitar a más a los ciudadanos británicos.