Hace unos días el ministro de Economía, Luis de Guindos, llamó a Ángel Ron para mostrarle su apoyo ante la batalla que había empezado a germinar en su consejo de administración. Pero el titular de Economía estaba profundamente preocupado por la entidad financiera. Con la banca de inversión martilleando sobre la poca credibilidad de los objetivos del plan estratégico y el ascenso de los inversores bajistas, la acción se hundía sin remedio.
Guindos, según relatan personas cercanas a su círculo, considera que el Popular no ha salvado aún todos los obstáculos para el proyecto de su nueva inmobiliaria, clave para avanzar en su plan estratégico. El nuevo presidente de la CNMV, Sebastián Albella, ha asesorado al banco en este proyecto desde su anterior destino profesional, en el bufete Linklaters, y le horroriza que la misma persona sea la que tenga que dar luz verde a la operación.
Además, es consciente de que los males del Popular no se acaban con la puesta en marcha del proyecto Sunrise, ya que el banco tiene en su balance 33.000 millones de activos improductivos, un lastre insoportable que se suelta a un ritmo demasiado lento para devolver el Popular a la normalidad en un plazo razonable.
El ministro considera que el banco debería completar su saneamiento de una forma más rápida y que para ello es imprescindible una nueva ampliación de capital. Con la capitalización del banco en torno a unos 3.200 millones, tras haber obtenido 2.500 millones en la reciente ampliación de junio, Guindos no ve forma de que el banco acometa esta operación.
No está dispuesto a que el Estado salga al rescate de otra entidad financiera y, por tanto, su intención es explorar el interés de otras entidades para controlar el Popular. Según estas mismas fuentes, se contacta con las principales entidades bancarias del país, las que podrían tener músculo suficiente para absorber los 128.000 millones de su balance, pero no encuentra respuesta positiva.
El nulo compromiso de la banca nacional se reproduce con un tanteo a las entidades extranjeras, que tampoco muestran interés por desembarcar en el Popular. La única propuesta proviene del círculo de Antonio del Valle, el empresario mexicano, séptima fortuna del país azteca, que ha encabezado la oposición a Ángel Ron.
Del Valle acudió a Economía para exponer su plan de tomar el control del Popular, y manifestó su voluntad de lanzar una OPA al banco español. El periplo del mexicano también incluyó al resto de reguladores, como el Banco de España y la respuesta que obtuvo fue que el conflicto en una entidad privada debe resolverse desde dentro, lo que al fin y al cabo, ha propiciado el acuerdo para la salida de Ron.
Tras la ronda de contactos con la banca, y el convencimiento de que el contribuyente no debe cargar con un rescate más, Guindos no ve con malos ojos los planes de Del Valle, lo que significa que el tiempo de Ron en el Popular se ha agotado. De ello también es consciente el Banco de España, que propone, tras consultas con otras entidades y a los accionistas más significativos del Popular el nombre de Juan María Nin, ex consejero delegado de CaixaBank y Sabadell, como sustituto de Ron. Pero no cuenta con un apoyo unánime del resto de entidades y se encuentra con la oposición de la sindicatura de accionistas, el principal socio del Popular, por lo que esta opción se descarta.
Finalmente es Emilio Saracho, contactado desde dentro del banco, el que deberá asumir la presidencia y despejar todas las dudas sobre el banco, no sólo de los mercados, sino de los organismos reguladores y del ministro de Economía, Luis de Guindos.