
España llegó a tener antes de la crisis el mayor volumen de sucursales bancarias por habitantes del mundo. Pero la crisis se ha llevado por delante buena parte de las oficinas que tienen las entidades para vender sus productos, un proceso que se va a intensificar en los próximos años, debido a la necesidad del sector de ahorrar costes por la falta de ingresos y de adaptarse al entorno tecnológico.
Desde junio de 2008 hasta principio del verano de este año ha desaparecido algo más de un tercio de la red comercial del sistema financiero, es decir, casi 15.600 agencias. Las clausuras no han afectado, sin embargo, de la misma manera a todos los clientes en el territorio nacional.
Según los datos del Banco de España, Barcelona y Orense soportan la mayor disminución de sucursales desde el estallido la crisis, con recortes del 44,6 por ciento y del 43,7 por ciento, respectivamente, mientras que Cuenca es con diferencia la provincia donde menos tijera ha metido el sector a su red, con sólo un descenso del 11,4 por ciento.
Fusiones
La composición de las integraciones de las cajas de ahorros han influido en esta disparidad, pero también el volumen de oficinas de partida. Así, en Cataluña se ha producido una reconversión completa de sus entidades: CatalunyaCaixa absorbió Caixa Tarragona y Caixa Manresa y, posteriormente, el grupo ha pasado a manos de BBVA; CaixaBank se quedó con Caixa Girona; Caixa Laietana formó parte de la creación de Bankia; Caixa Penedés se unió a la formación de BMN, aunque su negocio fue posteriormente transferido a Banco Sabadell; y Caixa Terrassa, Caixa Sabadell y Caixa Manlleu configuraron Unnim, que fue adjudicado al poco tiempo también a BBVA.
En Galicia, por su parte, se materializó la unión de sus dos cajas de ahorros por la imposición de la Xunta. El conglomerado fue nacionalizado y entregado al venezolano Banesco.
Las duplicidades y las exigencias de Bruselas por la inyección de ayudas públicas en la mayor parte de estos movimientos corporativos lleva no sólo a Barcelona a liderar el ranking de cierres de sucursales, sino a que en lo más alto aparezca también las provincias de Gerona y Tarragona, con un 42,5 por ciento y un 39,4 por ciento, respectivamente.
En todos los casos, el porcentaje de la red que ha sido destruida supera la media. Zaragoza también se sitúa entre las más afectadas, con un 42,8 por ciento, debido en parte a la fusión de las aragonesas Ibercaja y Caja de la Inmaculada (CAI). Esta última lideró el grupo Caja3, en el que participaron Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz.
El derrumbe del sector financiero en la Comunidad Valenciana hace que sus provincias también sobrepasen la disminución del conjunto del sistema. En Madrid, uno de los focos de crecimiento de prácticamente toda la banca, el recorte también está por encima.
Por el contrario, las extremeñas Cáceres y Badajoz, y la castellanomanchega Ciudad Real acompañan a Cuenca como las menos damnificadas por el largo proceso de desaparición de la red, con menos del 16 por ciento.
Pero, ¿cómo ha perjudicado este fenómeno a los usuarios? Los cierres han provocado que el número de oficinas por cada 1.000 habitantes desciende de casi 1 a 0,64. Aún así, el ratio es superior todavía al de otros países de nuestro entorno, como Francia.
Densidad poblacional
Los datos reflejan que hay cinco provincias que mantienen más de una sucursal por mil ciudadanos, que son Teruel, Soria, Cuenca, Cáceres y La Rioja. Todas tienen el denominador común de que son territorios con poca densidad de población, por lo que las entidades han decidido llevar a cabo menores recortes para dar servicio a la población y que no queden desabastecidas.
Si bien no ha sido así de manera generalizada, ya que, por ejemplo, en La Rioja el sector financiero ha eliminado casi un tercio de la red, es decir tres veces más que en Cuenca. Asimismo, en Palencia -una de las provincias con menos población de toda España-, el cierre alcanza el 33,7 por ciento, pero su ratio por habitantes se sitúa en el 0,9, entre los más elevados.
Barcelona capital, con casi 1.206 oficinas en la actualidad, conserva este parámetro por encima de la media, a pesar de haber soportado una de las mayores destrucciones de la red comercial bancaria en la crisis, con 0,75. La Ciudad Condal ha visto cómo han desaparecido en ocho años un 42,5 por ciento de las sucursales, un porcentaje ligeramente inferior al de su provincia.
La villa de Madrid, del mismo modo, cuenta asimismo con un ratio de agencias por ciudadano levemente mayor a la media, del 0,66, pese a la destrucción de un 38 por ciento de la red.
Dónde las consecuencias del ahorro de costes de las entidades sí se están notando con intensidad son en Cádiz y las Islas Canarias, ya que apenas sus ciudadanos disponen de 0,4 sucursales por cada 1.000 habitantes, es decir, cuatro oficinas por 10.000 personas en el caso de la provincia andaluza y Las Palmas. En Tenerife, el ratio asciende hasta el 0,5. No obstante, Ceuta y Melilla tienen en sus calles únicamente 38 oficinas en conjunto.