
La compañía de biotecnología Monsanto se encuentra trabajando en una modificación genética para las flores que les permitiría seguir obteniendo nutrientes del agua de los floreros y de esa forma evitar que se marchiten.
En concreto, la compañía ha presentado una solicitud de patente en la que asegura que está probando una nueva forma de evitar que las rosas, los claveles y las petunias se marchiten una vez que se hayan cortado, explica Technology Review.
El sistema que plantea Monsanto no es modificar permanentemente la genética de las flores sino hacerlo a través de rociarlas -o alimentar a través de las raíces- con moléculas de ARN (ácido ribonucleico). Éstas moléculas tienen la propiedad de bloquear la capacidad de las flores para generar gas etileno, una hormona que produce la maduración de la planta y por tanto se marchitan los pétalos.
Este proceso ya ha sido probado por los científicos de Monsanto Jill Deikman y Nicholas Wagner, que han usado el ARN para interferir el proceso en flores frescas colocadas en jarrones de decoración.
La idea de la compañía norteamericana está enfocada a que floristas, grandes superficies y cementerios puedan tener flores como recien cortadas sin la necesidad de someterlas a procesos químicos. Y es que uno de los grandes problemas de éstos negocios es el transporte de las flores hasta poder disponer de ellas, con lo que para guardar la calidad de las flores recién cortadas se guardan en tanques 'anti-envejecimiento' con gases y químicos tóxicos.
Además, si la patente de Monsanto llega a aplicarse a la vida real también servirán para reducir costes y residuos que se producen tras épocas muy señaladas en las que regalar flores es muy habitual como en el Día de la madre o San Valentín.