
La oleada de inversiones de origen chino en busca de expansión y rentabilidad en los mercados occidentales no tiene fin. La última 'víctima' de esta política de compras es Kuka, una empresa de Alemania con solera y especializada en la fabricación de robots para los sectores de la automoción y la logística.
Midea confirmaba su intención de hacerse con más del 30% de las acciones de Kuka (actualmente tiene un 13%), lo que obliga a la china a lanzar una oferta de adquisición completa, pero ha dejado claro que no está pensando en retirar de bolsa a la compañía alemana.
Los robots articulados que son la joya del catálogo de servicios de Kuka se pueden realizar todo tipo de tareas, desde manipular cargas pesadas a soldar o ensamblar componentes.
De materializarse un acuerdo con los principales accionistas, el principal obstáculo sería la aceptación por parte del gobierno alemán, que podría optar por bloquear la venta de una de las piezas de su potente industria de alta tecnología.
Escenario inédito
Los 5.000 millones de dólares que ofrece Midea hacen de ésta una operación relativamente modesta en cuanto al tamaño. Tal como informa The Wall Street Journal, las recientes compras de compañías occidentales por parte de conglomerados chinos han movido cantidades astronómicas manos. Sólo para la toma de control de la suiza Syngenta, China National Chemical Corp. tuvo que desembolsar 43.000 millones de dólares.
Sí sería, sin embargo, la mayor de estas adquisiciones sobre una empresa cotizada alemana, y tal y como explican fuentes germanas al diario Financial Times, el gobierno de Angela Merkel podría vetar la operación, tal y como ha hecho EEUU, por ejemplo, en otras grandes ofertas corporativas chinas.
Para Medea, la adquisición no sólo le permitiría diversificar su actividad (fabricación de electrodomésticos, un tercio de los cuales los vende fuera de China), sino también acceder a un posible proveedor ante la creciente demanda de automatización en las plantas industriales asiáticas.
Pese a la reciente desaceleración, los crecientes costes laborales están derribando una de las principales ventajas competitivas de China frente a los mercados occidentales, y se espera que la robotización crezca en los próximos años.